Portada » Español » Clases de Palabras y Literatura del Siglo XVI: Determinantes, Verbos, Perífrasis y Autores Clave
Lo normal es que el nombre vaya presentado en su sintagma con palabras como el, mi, este, tres, etc.
El nombre posee un significado muy general: reloj designa a todos los relojes del mundo. Pero lo normal es que nos refiramos a uno o a varios de ellos, a este en particular, al mío, a dos relojes… Los determinantes limitan, precisan, la extensión significativa del nombre: el reloj del comedor; tu reloj; aquel reloj, etc.
Hay dos series de artículos: la de los determinados (el, la, los, las, lo), y la de los indeterminados (un, una, unos, unas).
Los artículos indeterminados presentan en el sintagma nominal (y, por tanto, en la oración) a los nombres que designan personas, animales o cosas no conocidos (por el hablante, por el oyente o por ambos), o que aparecen por vez primera en el discurso.
Sitúan en el espacio lo designado por el nombre, y son: este, ese, aquel, con sus plurales y femeninos. El demostrativo este señala un objeto que está próximo al hablante. Ese apunta a un objeto situado a una distancia media del hablante. En cambio, aquel se refiere a objetos que están lejos del hablante. También puede hacer referencia al tiempo (más o menos próximo). Y es normal usarlos para referirse a algo que ya ha sido nombrado.
Señalan a quién pertenece el objeto designado por el nombre. El cual puede ser de un poseedor (mi balón) o de varios poseedores (nuestro balón). Cuando preceden al nombre, pierden su acento, y lo conservan cuando van detrás de él. Algunos posesivos tienen formas átonas (mi, tu, su) diferentes de las tónicas (mío, tuyo, suyo).
Presentan dos series:
Los ordinales no pueden presentar, ellos solos, al nombre: han de asociarse a otros determinantes (artículos o adjetivos determinativos).
Señalan imprecisamente la cantidad de objetos a cuyo nombre acompañan (frente a los numerales, que la señalan con precisión). Sus formas son numerosas, y resulta difícil hacer un inventario completo. He aquí los principales: algún, ningún, varios, demasiados, escasos, diferentes, cada, todo, mucho, poco, más, menos…
Dos o más determinantes pueden acompañar al nombre, asociándose entre sí: Todos los días… A veces, el nombre puede aparecer precedido y seguido de determinantes: Algunos amigos míos…
Con mucha frecuencia, el adjetivo calificativo (SAdj) acompaña también al nombre como constituyente del sintagma nominal. Es su función principal, esta función se denomina ADYACENTE: MI camisa blanca
El sintagma verbal es aquel sintagma cuyo núcleo es un verbo, y que aparece generalmente en la oración desempeñando la función de predicado, rodeado, a su vez, de uno o varios complementos que precisan y completan su significado.
Tradicionalmente, el sintagma verbal se ha considerado como el constituyente primordial de la oración; una de las partes imprescindibles, en tanto que núcleo del predicado, de toda oración exocéntrica o gramatical.
El predicado siempre viene constituido por un verbo, como mínimo, y normalmente con uno o más complementos que lo acompañan, formando generalmente un sintagma verbal.
Se llama locución verbal a una combinación fija de varios vocablos que funciona como verbo. En ocasiones es difícil clasificar un grupo de palabras como locución verbal o como perífrasis verbales.
Las perífrasis permiten expresar valores aspectuales y modales que no se recogen en la conjugación del verbo.
Argumento
Calisto, un joven noble apuesto e ingenioso que penetra, persiguiendo a un halcón, en la huerta donde se haya Melibea, de quien queda profundamente enamorado. Ante el rechazo de esta y aconsejado por su criado Sempronio, decide encomendar su cuidado a Celestina, para lograr por medio de ella el amor de Melibea. La alcahueta consigue mediante artimañas que Melibea se enamore de Calisto. Los criados de este intentan explotar en beneficio propio la pasión de su amo: que había prometido una cadena de oro a Celestina si lograba entre todos enamorar a Melibea.
Estructura
Lo sorprendente es que una historia en apariencia tan simple, que podría haber sido la de una novela de serial, se convierta en argumento de una extensa y trascendental obra. ¿Cómo ocurre esto? Aparte de otras razones, dos son las que aquí se pueden señalar: por una parte, la acción se demora tranquilamente, con lo que se consigue diseñar unos caracteres de gran fuerza y un ambiente que es exacto reflejo de la vida misma; por otra, la trabazón de causas y consecuencias – fatales en definitiva – se entrecruzan como en la vida misma. Es por lo tanto, la plasmación de esa vida y la intensidad humana de los personajes lo que determina esa riqueza, profundidad y complejidad de la obra.
La poesía de este período se dividió en dos escuelas: la Salmantina (Fray Luis de León) y la Sevillana (Fernando de Herrera).
La Escuela Salmantina (Fray Luis de León), tiene como rasgos distintivos:
La Escuela Sevillana (Fernando de Herrera), en cambio, es:
No obstante, esta escuela sirvió de base inmediata y de puente necesario para enlazar con los movimientos poéticos que en el siglo XVII se englobaron bajo la denominación general de Barroco.
(Toledo, ¿1501? – Niza, 1536) Poeta renacentista español. Perteneciente a una noble familia castellana, Garcilaso de la Vega participó ya desde muy joven en las intrigas políticas de Castilla. En 1510 ingresó en la corte del emperador Carlos I y tomó parte en numerosas batallas militares y políticas. Participó en la expedición a Rodas (1522) junto con Boscán y en 1523 fue nombrado caballero de Santiago.
En 1530 Garcilaso se desplazó con Carlos I a Bolonia, donde este fue coronado. Permaneció allí un año, hasta que, debido a una cuestión personal mantenida en secreto, fue desterrado a la isla de Schut, en el Danubio, y después a Nápoles, donde residió a partir de entonces.
(1527-1591)
Fray Luis de León nació el 15 de agosto de 1527 en Belmonte, Cuenca (España) en el seno de una prestigiosa familia consagrada a las profesiones de leyes, ejerciendo la abogacía y posteriormente la judicatura su padre Lope de León. Su madre se llamaba Inés Varela.
En el año 1541 ingresó en los Agustinos y en 1560 se licenció en Teología por la Universidad de Salamanca, centro del que fue catedrático.
Juan de Yepes y Álvarez nació en 1542 en Fontiberos, provincia de Ávila (España) y murió en Úbeda, Andalucía, en 1591 (Las imágenes que poseemos de San Juan de la Cruz son todas muy posteriores y son creaciones de sus autores). Era hijo de una familia pobre de artesanos y desde muy joven trabajó como ayudante en el Hospital de Medina, al mismo tiempo que asistía al Colegio de los Jesuitas. En 1563 tomó el hábito de los hermanos carmelitas y fue enviado a Salamanca a estudiar teología. Permaneció en Salamanca hasta 1567;