Portada » Filosofía » Descubriendo a los Primeros Filósofos: Presocráticos y Sofistas
Sostuvo que el principio constitutivo de todas las cosas naturales es el agua. Sin embargo, lo crucial fue el problema que planteó: la noción de principio y el sentido de la filosofía como búsqueda de principios. El saber filosófico busca hallar el principio que impulsa, sostiene y hace crecer el universo visible, ahora y siempre. Tales es el primer filósofo que busca la causa de la naturaleza en la naturaleza misma y propone una solución materialista, es decir, todo el cosmos es materia y su arjé ha de ser material.
Para Anaximandro, el principio constitutivo de la naturaleza es lo ilimitado, algo indeterminado, lo indefinido. En griego, ápeiron es lo común a toda la naturaleza precisamente por no estar determinado. Anaximandro representa la postura opuesta a Tales de Mileto: el arjé no es material.
Afirma que el arjé es el aire. Intenta reconciliar a los autores anteriores. Es decir, admite que el origen de todas las cosas es indeterminado, pero se niega a aceptar que sea un misterio. Tiene que ser posible conocerlo por la experiencia.
Son contemporáneos, pero no se conocieron. Ambos continúan intentando encontrar lo que da explicación a la naturaleza.
Heráclito afirma que el cambio es lo más común en la naturaleza; no hay nada que permanezca. La mejor forma de conocimiento es la discusión o la polémica. Lo que mueve el cosmos es la lucha de contrarios, la guerra. Pero todo este aparente caos está organizado; la explicación del caos es el logos (orden, inteligencia…). La razón del caos está en que todos son contrarios y a la vez lo mismo. Ejemplo: el río. El logos es equiparable al fuego, como el fuego era, es y será, siempre encendiéndose y apagándose según convenga a la naturaleza.
Escribe más como poeta que como filósofo. Para entender lo que dice Parménides, hay que distinguir entre ente y ser. Lo ente es lo que aparece, lo constituido como existente, determinado, visible. El ser es el aparecer mismo, lo que hace que algo en general aparezca (Parménides pretende quitar al ser todas las determinaciones del ente o, dicho de otra manera, todo no ser). Lo ente, en realidad, es apariencia; propiamente no es. Parménides dice que lo verdaderamente ente, lo que debe considerarse como existente, es el ser. El ente es propiamente inmóvil, no cambia, siempre permanece. Las cosas sensibles, por ser sensibles, propiamente no son ente; cambian, no permanecen. Pensar es oponerse al conocimiento sensible para buscar el conocimiento en lo inmutable, es decir, en lo verdaderamente ente. Tanto Heráclito como Parménides tratan de salvar la distinción entre el ser y la apariencia de ser, entre ser sensible y ser inteligible, es decir, buscan una unidad inmanente a las cosas que al mismo tiempo nos permita comprender la determinación y explicar la diferencia. Esa unidad es en lo que consiste la fisis.
Los autores anteriores pueden ser considerados monistas, es decir, un solo principio da explicación a la fisis. Pitágoras funda una escuela, mezcla de casta religiosa y mística, que inicia el dualismo. Para Pitágoras, son los números los principios del cosmos, los cuales se reducen al Uno, fruto de la dualidad par/impar, ilimitado/limitado. Su escuela desarrollará las matemáticas como lenguaje capaz de representar la armonía musical del cosmos.
La filosofía en Grecia tomará partido por el materialismo, más o menos suavizado, tras los ensayos que hemos descrito. Dicho materialismo coincide con una visión pluralista y tiene, entre otros, dos principales representantes: Empédocles y Demócrito. El primero, recogiendo variadas tradiciones, piensa que todo en la naturaleza es el resultado de la composición de cuatro elementos fundamentales y originarios: aire, fuego, agua y tierra. Dos principios enfrentados (atenuando su materialismo), Amor y Odio, se encargan de mover la naturaleza y provocar las combinaciones de los cuatro elementos. Demócrito iniciará el atomismo. Todo está compuesto por partículas indivisibles, átomos, a los que otorga las características del ser de Parménides. Todo el cambio es consecuencia del choque entre los átomos (mecanicismo), separados por el vacío. No cree necesaria ninguna fuerza oculta que explique el movimiento, como su antecesor, ni tampoco es necesario un fin en el movimiento (contra el teleologismo).
Se denomina así a un grupo de pensadores que se distinguieron por su relativismo moral y escepticismo sobre la verdad. Al principio, se designaba con ese nombre a todo aquel que dominaba determinada ciencia, técnica o arte. Posteriormente, se identificó con filósofo, hasta convertirse en un término peyorativo, gracias a las críticas de Platón y Aristóteles. Platón los llamó comerciantes de enseñanza y magos del lenguaje, y Aristóteles dijo que eran poseedores de una sabiduría solo aparente. Los sofistas se centraban en conocimientos prácticos y estaban completamente desinteresados por la filosofía de la naturaleza (Protágoras y Gorgias).
Lo más importante de Protágoras es el relativismo de la verdad, es decir, las cosas no son de una única manera para todos, sino que dependen del modo de conocerlas de cada persona. El único modo de conocimiento válido es la sensación y, además, los hombres nos guiamos por convencionalismos, sin importar lo cerca de la verdad que estén. Gorgias añade además el escepticismo. El escepticismo niega la posibilidad del conocimiento: «En realidad, nada existe, y si existiera, sería incognoscible». Si algo pudiera ser conocido, es imposible comunicarlo; en conclusión, debemos dedicarnos únicamente a dar opiniones.