Portada » Historia » Del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea: Comercio, Sociedad y Revoluciones
El Antiguo Régimen dominó Europa durante siglos, caracterizado por una sociedad estamental y monarquías absolutas.
La sociedad estamental se dividía en grupos con funciones específicas e inamovibles:
«El estado soy yo», frase atribuida a Luis XIV de Francia, resume la esencia de la monarquía absoluta, donde el rey concentraba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
La Ilustración fue un movimiento filosófico, político y cultural del siglo XVIII que se extendió por Europa y América. Se basaba en la razón, el conocimiento y la educación como pilares del progreso social. Buscaba la felicidad y se difundió a través de academias, tertulias y la Enciclopedia. Figuras clave incluyen a Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Turgot y Adam Smith.
«Todo para el pueblo, pero sin el pueblo» resume el Despotismo Ilustrado. Los reyes absolutistas adoptaron reformas inspiradas en la Ilustración para mejorar la vida del pueblo, pero sin su participación. Se implementaron reformas económicas, administrativas, educativas, judiciales y militares. Hubo éxito en lo administrativo, educativo y económico, pero fracaso en lo social.
La Guerra de Sucesión Española (1701-1713) estalló tras la muerte sin descendencia de Carlos II. El conflicto enfrentó a Felipe de Anjou (apoyado por Francia y la Corona de Castilla) y Carlos de Austria (apoyado por Inglaterra). Terminó con el Tratado de Utrecht en 1713, que reconoció a Felipe V como rey de España, marcando el cambio de la dinastía de los Austrias a los Borbones. España cedió territorios a Inglaterra (Gibraltar y Menorca) y concedió derechos comerciales.
Las trece colonias británicas en América del Norte se independizaron en 1776 debido al aumento de impuestos y la negación de derechos políticos por parte de Gran Bretaña. Los colonos ganaron la guerra y establecieron la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, una Constitución basada en una República Federal, la soberanía nacional y la división de poderes.
La Revolución Francesa estalló en 1789, impulsada por los altos impuestos, las crisis de subsistencia, la influencia de la Ilustración y el deseo de la burguesía de aumentar su poder político.
Napoleón Bonaparte, general y líder de la Revolución, dio un golpe de Estado en 1799 contra el Directorio, del que era miembro. Creó un vasto imperio en Europa, enfrentándose a varias potencias, incluida Inglaterra, que lo derrotó en las batallas de Trafalgar y Waterloo. Tras un breve exilio, regresó a Francia durante el Imperio de los Cien Días y finalmente murió desterrado.
Las revoluciones de finales del siglo XVIII y principios del XIX marcaron el inicio de la Edad Contemporánea. Rompieron con el Antiguo Régimen, establecieron los primeros regímenes liberales y burgueses, y sirvieron de ejemplo para otros países. Tras el Congreso de Viena en 1815, que intentó restaurar el absolutismo, se sucedieron nuevas oleadas revolucionarias en 1820, 1830 y 1848.