Portada » Filosofía » Postmodernidad frente a Modernidad: Una Crítica a la Razón
El prefijo post- parece en principio indicarnos que, de alguna manera, la postmodernidad deja atrás la modernidad. La postmodernidad aparece asociada a un generalizado escepticismo y un acusado desencanto sobre la supuesta omnipotencia de la razón. Esto quiere decir que hay una quiebra en esa confianza en que la racionalidad pueda guiarnos infaliblemente hacia un progreso continuo.
Como nos indica Vattimo siguiendo a Lyotard, la racionalidad de lo real ha sido refutada por Auschwitz; la revolución proletaria ha sido refutada por el hacer de Stalin; el carácter emancipatorio de la democracia ha sido cuestionado por el mayo del 68; la validez de la economía de mercado por las crisis recurrentes del sistema capitalista. (Vattimo, 1991).
Una mirada en perspectiva al siglo XX que terminó y al siglo XXI que estamos iniciando podría darnos una idea de los motivos: las dos guerras mundiales; los Vietnam, Afganistán, Irak, Chechenia, Bosnia y las innumerables e interminables guerras olvidadas por todo el mundo; los holocaustos y la amenaza nuclear; el cada vez mayor abismo entre países ricos y pobres, el drama de la inmigración y la aparente inoperancia de los organismos internacionales; las vulneraciones de los derechos humanos, los fundamentalismos y la corrupción a todos los niveles; la explotación salvaje de los recursos naturales y la galopante destrucción del medio ambiente y, finalmente, la crisis económica y financiera global que estamos viviendo en este inicio del siglo XXI.
En estos excesos, que ha acarreado la civilización racional-moderna, se basan los postmodernos para proclamar que hay que dejar atrás la modernidad. Pero a la hora de entender cómo dejar atrás la modernidad es cuando surgen las diferentes posturas postmodernas de las que hablábamos antes. Nosotros trataremos de sintetizarlas en dos:
Aún con el riesgo de no lograr una descripción definitiva de este fenómeno, vamos a exponer los principales rasgos de la postmodernidad que ofrezcan un perfil lo más nítido posible de esta nueva interpretación de la vida.
Basados firmemente en la racionalidad, el hombre de la modernidad ha tratado de construir un mundo más próspero y más justo. Sin embargo, la ilusión puesta durante la modernidad en la razón y en el conocimiento científico como el gran constructor-salvador del mundo ha defraudado.
Así la Ciencia amenaza con monstruosas armas biológicas, clonaciones de seres humanos, al tiempo que muchos de sus avances, como vacunas y medicamentos, no son universalizados a toda la población del tercer mundo por mor de intereses económicos; la Técnica ha creado grandes armas nucleares que podrían acabar con toda la población del planeta; la Política y la Economía han perdido credibilidad no sólo por los casos de corrupción o por la actual crisis económica que estamos viviendo, sino porque cada vez va existiendo más desigualdad social, más diferencias entre la cantidad de ricos y pobres y entre las condiciones de vida de los mismos.
Así pues, los progresos a los que ha conducido la racionalidad de la modernidad están siendo acompañados de aspectos muy negativos, al tiempo que es un progreso que es utilizado, a veces, como forma de control, de modo que como afirma Vattimo (1996) “la organización técnica, científica y económica del mundo culminan en el establecimiento de un dominio que en el fondo es de tipo militar”.
La razón “fuerte”, pura y dura propia de los sistemas filosóficos precedentes, ha conducido a la humanidad a grandes desastres durante el siglo XX y lo que transcurre del XXI. Así pues, la nota más característica de la postmodernidad, sin duda, es ésta: el desencanto y el quebranto de la racionalidad como instrumento único y fundamental sobre el que vertebrar la civilización, la vida y las relaciones entre los seres humanos.
La postmodernidad rechaza las grandes ideologías, los grandes relatos que pretenden explicar la realidad porque rechaza que un relato contenga la Verdad Absoluta, y porque hoy conocemos demasiados fracasos históricos de las grandes ideologías o metarrelatos como para afirmar con seguridad donde está el ideal a seguir. Todo esto es una manifestación expresiva de cómo las metanarrativas, en su dimensión más política y social, se han vuelto en contra de la humanidad. Y es que las ideologías que pretenden dar una explicación totalizadora de la realidad, se han amparado en la Razón, para fundamentar que han alcanzado la Verdad definitiva, y por lo tanto no cuestionan sus propios discursos o relatos. Encumbrada la Razón a la categoría de nuevo dios, estos “megarrelatos ideológicos” entienden que sus hallazgos son absolutos y por lo tanto carece de sentido el criticarlos, por cuanto se niega la posibilidad de errar.