Portada » Historia » Historia Antigua de la Península Ibérica: De los Pueblos Prerromanos al Reino Visigodo
Durante el I milenio a. C. habitaban la península los llamados pueblos prerromanos:
La cultura tartésica (desde 1200 a.C. hasta el siglo VI a. C.) se desarrolló a partir del Bajo Guadalquivir. De base agrícola y ganadera, controló los recursos minerales (cobre y plata), conocía la escritura y la navegación, y formó un estado cuyo rey legendario fue Argantonio (Tesoros de El Carambolo y La Aliseda).
Fenicios y griegos llegaron atraídos por los recursos minerales y establecieron factorías y colonias para comerciar. Factorías fenicias: Gades (Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). El impacto sobre las culturas nativas fue intenso (alfabeto, torno de alfarero). Las colonias griegas se establecieron en el área catalana (Rhode (Rosas), Emporion (Ampurias) y Hemeroskopeion (Denia). Aportaron el olivo, la vid, innovaciones en la acuñación de monedas y uso de telares.
Los cartagineses (siglos IV y III a. C.) controlaron el comercio sustituyendo a los fenicios, fundando enclaves estratégicos como Ebussus (Ibiza) y Carthago Nova (Cartagena).
La Segunda Guerra Púnica (218-197 a.C.) enfrentó a Roma con Cartago y tuvo como escenario la Península Ibérica, constituyendo la causa principal de la presencia romana. Los romanos ocuparon los valles del Ebro. En el año 154 a.C. conquistaron el centro y oeste con las guerras contra celtíberos y lusitanos, que veían con hostilidad la imposición del modelo romano. Hacia el 133 a. C. y hasta el 29 a.C. hubo una menor incorporación de territorios, trasladándose a la península las guerras civiles del final de la República romana. Finalmente, entre los años 29 y 19 a.C. y dirigidas por el emperador Augusto, tuvieron lugar las luchas contra cántabros y astures.
La victoria de Roma intensificó el proceso de romanización, que consistiría en la imposición y asimilación de la cultura y formas de vida romanas por parte de los pueblos ibéricos conquistados. Este proceso se materializó a través de distintas vías: sistema esclavista y exportador, educación de las élites, fundación de ciudades, asentamiento de ciudadanos romanos, inclusión en el ejército de tropas peninsulares y concesión de la ciudadanía romana a los indígenas.
Este proceso dejó un importante legado cultural. El latín se impuso como lengua y facilitó la aportación literaria hispana a la cultura latina con autores como Séneca, Lucano, Quintiliano y Marcial. Además, con el latín se impuso el Derecho Romano. Impusieron también sus cultos religiosos, que convivieron con los indígenas. Desde el punto de vista artístico, la conquista impuso el modelo romano en la arquitectura (templos, teatros y anfiteatros), las obras públicas (acueductos, vías, puentes) y las artes plásticas.
En el año 409 invadieron la Península Ibérica tres pueblos germanos: suevos, vándalos y alanos. Roma selló un pacto (foedus) con los visigodos, que eran un pueblo germano muy romanizado, y a cambio de expulsar a los invasores bárbaros les concedía tierras en el sur de Francia –Toulouse– e Hispania. Los visigodos, derrotados por los francos en Vouillée, se asentaron en la Península estableciendo el Reino de Toledo. Frente a la mayoría hispanorromana fueron minoría.
Cristianos arrianos, su monarquía era electiva y los reyes se rodearon de nobles fieles –gardingos–, apoyándose en dos instituciones: el Aula Regia, de carácter consultivo e integrada por nobles, y el Oficio Palatino, formado por los nobles más cercanos al rey y que se ocupaban de la administración central. La administración territorial quedó en manos de duces (duques) y comes (condes). Leovigildo intentó unificar territorialmente el reino.
Los Concilios de Toledo fueron asambleas político-religiosas formadas por el alto clero y la alta nobleza. A partir del III Concilio de Toledo, Recaredo se convierte al catolicismo. Los visigodos acentuaron la ruralización ya iniciada en el Bajo Imperio, la feudalización y el latifundismo. Recesvinto promulgó en el año 654 el Liber Iudiciorum, fundiendo el derecho visigodo con gran parte del derecho romano.