Portada » Medicina y Salud » Enfermedades Renales, Cardiovasculares y Sanguíneas: Síntomas y Causas
Insuficiencia renal: consiste en una filtración insuficiente de la sangre en los glomérulos. Esta grave enfermedad provoca náuseas y vómitos, ataques convulsivos, desfallecimientos y, si no se corrige, la muerte. Puede deberse, entre otras causas, a lesiones renales, a una presión deficiente de la sangre en los riñones o a una retención de orina producida por bloqueo de las vías urinarias.
Nefritis: se denomina así a la inflamación del riñón, sea de origen infeccioso o no. Sus síntomas característicos son dolor, escalofríos y fiebre.
Cistitis: consiste en una inflamación de la vejiga urinaria, producida generalmente por infecciones, que provoca deseos frecuentes y urgentes de miccionar, así como escozor y dolor. En su tratamiento se emplean antibióticos.
Incontinencia: se trata de la pérdida de orina al realizar movimientos que exigen contraer el abdomen o cuando se siente la necesidad de ir al baño.
Cálculos: se trata de estructuras sólidas formadas por la precipitación de las sustancias que se encuentran disueltas en la orina. Esto ocurre cuando su concentración es muy elevada y la disolución se satura en exceso. Para su tratamiento se recomienda guardar reposo en cama y tomar medicamentos.
Hipertensión arterial: Sobrepasa los valores que se consideran normales. En la mayoría de los casos se desconoce la causa. El tabaco y el exceso de sal fomentan la aparición de la enfermedad.
Arteriosclerosis: Endurecimiento de las arterias. Al perder elasticidad, la presión sanguínea aumenta. Esta enfermedad guarda relación con la hipertensión.
Aterosclerosis: Depósito de placas de colesterol en la pared interna de las arterias. Provoca el engrosamiento de la zona afectada. La disminución del diámetro interior de la arteria puede obstaculizar el paso de la sangre hacia las arterias pequeñas, impidiendo que el riego llegue a los tejidos afectados y favorece la aparición de coágulos que bloquean igualmente el paso de la sangre.
Aneurisma: Dilatación anormal de un vaso sanguíneo, generalmente de una arteria importante, cuya rotura produce un derrame que puede tener consecuencias fatales. Pueden ser causados por ateromas.
Varices: Dilataciones anormales de las venas que se pueden ver a simple vista. El retorno de la sangre al corazón se hace más lento (en las varices), la presión sanguínea baja. Al disminuir el retorno venoso, la sangre se estanca y dilata más las venas, lo cual dificulta más la circulación. Cuando las varices afectan al recto se producen las hemorroides.
Infarto de miocardio: Muerte de una parte del músculo cardíaco por falta de riego sanguíneo debido a la obstrucción de una de las arterias que irrigan el miocardio (arterias coronarias). El taponamiento se produce por un coágulo o por el estrechamiento causado por una placa ateromatosa. Los síntomas son dolor intenso, compresión de pecho, palidez, sudoración y angustia. Si la zona afectada es grande, se produce la muerte.
Angina de pecho: Falta de oxígeno del miocardio cuando se hace un esfuerzo o ejercicio. Se debe a la existencia de placas de ateroma en las arterias coronarias, que no provocan la muerte de células. Los síntomas son dolor y palidez.
Insuficiencia cardíaca: Incapacidad del corazón para proporcionar un flujo de sangre adecuado a las necesidades del organismo. Síntomas: sensación de ahogo, color azulado de los labios, fatiga, debilidad y acumulación de líquidos en los tejidos: edema.
Endocarditis: Inflamación del endocardio por una infección bacteriana. Aparece malestar, fatiga y falta de hambre.
Alteraciones de válvulas cardíacas: La causa puede ser genética o derivada de algunas infecciones.
Anemia: Disminución de glóbulos rojos en la sangre o de la cantidad de hemoglobina presente en ellos. Como consecuencia, los tejidos reciben menos oxígeno, lo que provoca fatiga y cansancio. Debido a la necesidad de incrementar la frecuencia cardíaca, se producen palpitaciones. Causas: falta de hierro o vitaminas B9 y B12, pérdidas de sangre crónicas o alteraciones en la médula ósea.
Leucemia: Aumento excesivo del número de glóbulos blancos anormales que circulan por la sangre, al tiempo que disminuyen las células normales. Los que tienen esta enfermedad sufren infecciones, anemias y coagulación defectuosa, pérdida de peso y fiebre. Se produce por una alteración de la médula ósea, por lo que el mejor tratamiento es el trasplante de este tejido.
Hemofilia: Enfermedad hereditaria. Falta de unas proteínas del plasma sanguíneo necesarias para la coagulación de la sangre. Debido a ello, las hemorragias son frecuentes. En cualquier herida se puede perder mucha sangre. Para dar a un paciente las proteínas necesarias, es necesario someterlos a transfusiones de plasma.
Trombosis: Coágulo sanguíneo en el interior de una arteria. El coágulo puede quedar adherido a la pared del vaso o desprenderse y ser empujado por el torrente circulatorio hasta una arteria más pequeña (embolia), donde puede bloquear el paso de sangre o evitar el riego a un órgano o tejido. Si es un órgano vital, puede ocasionar la muerte.