Portada » Lengua y literatura » Obras Clave de la Literatura Española: Desde el Realismo hasta el Novecentismo
San Manuel Bueno, Mártir es una «nivola» escrita por Miguel de Unamuno. Considerada una de las obras más importantes de este autor, en ella destaca la gran influencia de los paisajes en el carácter de los personajes. Miguel de Unamuno, autor de la Generación del 98, fue un escritor que tomó un rumbo existencialista tras una profunda crisis. Otras obras conocidas de este autor son Niebla y Entorno al catecismo. En esta «nivola», Ángela Carballido narra su estancia en la ciudad por sus estudios, donde oye hablar de Don Manuel por las cartas que su madre le envía, y además su regreso al pueblo Valverde de Lucerna a sus 15 años, donde conoce a Don Manuel y se vuelve cercana a él.
Más tarde, Lázaro, hermano de Ángela, vuelve de América y propone a esta y a su madre ir a vivir a la ciudad, pero estas le dicen que no. Lázaro no está contento con esta decisión y, debido a que no es creyente, no le cae bien San Manuel al principio. Sin embargo, poco a poco se conocen, Lázaro descubre el secreto de Don Manuel: no es creyente, y decide unirse a él y a su misión.
El género es el narrativo y el subgénero la «nivola». La creación de esta obra se produjo con la intención de regeneración de España o en la búsqueda del sentido de la vida, y los rasgos característicos de la Generación del 98, movimiento literario al que pertenece la obra, se pueden ver en ella. Además, se usa un registro formal y un estilo natural y sobrio. Por último, San Manuel Bueno, Mártir es una obra relevante dentro de la literatura española debido a su reflejo de la Generación del 98: la regeneración de España en las características de la obra.
El Realismo y el Naturalismo surgen en España en la segunda mitad del siglo XIX, rompiendo con el Romanticismo. Este periodo está marcado por cambios políticos y sociales: en 1873 se proclama la Primera República, pero poco después, un golpe de Estado restablece la monarquía con Alfonso XIII. A finales del siglo XIX, España pierde sus últimas colonias, lo que provoca una crisis. El Realismo se desarrolla principalmente en la novela y se dirige a la clase media. Se caracteriza por la verosimilitud en la representación objetiva de la realidad, la contemporaneidad al ambientarse en la época del autor, el uso de un narrador omnisciente en tercera persona, descripciones detalladas y temas sociales y psicológicos centrados en la burguesía. El Naturalismo, aunque similar, se enfoca en los márgenes de la sociedad, mostrando cómo la herencia y el entorno determinan el comportamiento humano. Menos popular en España, tuvo como principal exponente a Emilia Pardo Bazán.
La poesía realista tuvo poco impacto, destacando los posrománticos Bécquer y Rosalía de Castro, y en el Realismo, Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce. En teatro, la “alta comedia” representaba temas contemporáneos para la clase media, sobresaliendo autores como Tamayo y Baus, y José de Echegaray, Nobel de Literatura en 1904.
El objeto de esta valoración es Bodas de sangre, obra teatral de Federico García Lorca. La misma, junto con Yerma y La casa de Bernarda Alba, conforman una trilogía teatral basada en el drama rural. Escrita en 1932 y publicada en 1933, se estrenó el 8 de marzo de 1933 en el Teatro Beatriz de Madrid. El título de la misma cobra sentido según los acontecimientos que se suceden el día en que los novios, protagonistas, van a contraer el matrimonio. La historia acontece en la España rural del siglo XX. El género no es un detalle menor, ya que desde el Renacimiento la tragedia no ha tenido mucho arraigo en el teatro occidental, especialmente en el español, pero Lorca no vaciló al cultivarla. En una entrevista de 1933, Lorca dijo: «Hay que volver a la tragedia. Tiempo habrá de hacer comedias, farsas. Mientras tanto, yo quiero dar al teatro tragedias». El tema esencial en las obras de Lorca es la muerte, pero de una manera especial.
Lorca introduce al lector en un mundo sombrío de amores y desamores, que derivan en los celos, la persecución y, como trágico final, la muerte. En esta obra, como en otras muchas escritas por él, trata ese tema como lo hacía Quevedo en su época, es decir, reflejando al amor como la única fuerza que puede vencer a la muerte. Aunque cumpla con su cometido, el amor verdadero se sobrepondrá a la anterior y vencerá, uniendo a los amantes para la eternidad. La fuente sobre la que se desarrolla la obra es una historia de amor trágica. La obra se divide en tres actos y siete cuadros; el primer acto contiene tres cuadros, y el segundo y el tercero contienen dos cuadros cada uno.
En cuanto al estilo, utiliza uno muy personal, que hace que la naturaleza experimente una constante personificación. Las metáforas, las imágenes y los símbolos son los recursos estilísticos más empleados. Podemos ver el uso continuo del futuro en la utilización de fórmulas populares (versos octosílabos, rima asonante). El diálogo rápido, las exclamaciones, las frases coloquiales y el tono autoritario son los rasgos más destacados de la situación dramática. En conclusión, el autor nos recuerda que el ser humano, por mucho que evolucione, siempre mantendrá unos principios que son inevitables, protagonizados por el significado trascendente y simbólico del amor y la muerte. Entre dichos polos encontramos también el tema de la venganza y la honra, el destino, la vinculación del papel de la mujer desde una visión social; temas que perduran en nuestro presente, haciendo que este drama siga siendo uno de los más representados.
A finales del siglo XIX y principios del XX, España vivió una crisis tras la pérdida de sus últimas colonias en 1898, lo que generó un atraso económico, político y social. A pesar de los intentos de regeneración, el país cayó en una dictadura y, posteriormente, en la Guerra Civil (1936-1939). En este contexto, surge la Generación del 98, un grupo de autores como Azorín, Unamuno, Pío Baroja, Valle-Inclán y Antonio Machado, que compartían una crítica al atraso de España y promovían la regeneración del país a través de ensayos y novelas, con un estilo sobrio y reflexivo. El Modernismo, influido por el parnasianismo y el simbolismo, tuvo a Rubén Darío como máximo exponente y se caracteriza por el rechazo al contexto histórico y la búsqueda de escenarios ideales y temas sensoriales. Autores como Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez y Valle-Inclán también se vincularon al Modernismo. En el teatro de esta época, el teatro comercial era popular entre la burguesía, mientras que autores como Unamuno, Azorín y Valle-Inclán intentaron renovar el género con propuestas más innovadoras, destacando el uso de diálogos y la creación de personajes con conflictos internos.
Tras la crisis del 98, los intentos regeneracionistas no lograron resolver los problemas de España, lo que llevó a la dictadura de Primo de Rivera en 1923 y más tarde a la Segunda República en 1931. A pesar de sus propuestas progresistas, la resistencia conservadora y la división del país prepararon el terreno para la Guerra Civil en 1936. Los novecentistas, influidos por el europeísmo, propusieron un arte intelectual, alejado del romanticismo y dirigido a una minoría.
Juan Ramón Jiménez, ganador del Nobel de Literatura, se centró en la poesía desnuda y pura, buscando el conocimiento interior y la elevación espiritual.