Portada » Filosofía » Ética Aristotélica: Fin, Bien, Felicidad y Virtud en la Filosofía Clásica
La ética era considerada una ciencia práctica, una ciencia que establece normas que orientan el comportamiento humano, lo que se debe hacer. (Ética, política, economía).
El objeto de la ética consiste en la filosofía de las cosas humanas. Su propósito principal no es estudiar y pensar el bien en sí, sino ayudar a ser bueno. Lo que busca es orientar la acción moral del ser humano para llegar a ser bueno.
Pero ser bueno, y por tanto, pleno, significa ser feliz. El fin de la vida del ser humano, y el fin de la ética, es por tanto la felicidad. La ética aristotélica es una ética de la felicidad, una ética eudemonológica.
El referente último de Aristóteles no es, sobre todo, el individuo, sino la pólis, la comunidad humana.
En su Política afirma que el ser humano, por ser un animal que tiene lógos, por ser capaz de hablar, dialogar y razonar, es esencialmente un animal comunitario (zôon politikón), un ser sociable, que necesita de los demás, pues no se basta a sí mismo para vivir.
Por eso, la ética se refiere en última instancia a la dimensión comunitaria y social del ser humano, que cristaliza en formas de comportamiento habituales, tanto personal como colectivamente. Estas formas de comportamiento habituales son las costumbres, y configuran el carácter personal o colectivo: el êthos. (El carácter se construye a través de los hábitos y la costumbre genera el carácter).
El bien no es absoluto sino relativo (respectivo) a la pólis. Se dice de muchas maneras, tiene muchos significados. Muchos serán los bienes respectivos a algo (para medicina la salud; para la construcción naval el barco; para la economía la riqueza). La mayor parte de los bienes son respectivos, medios para lograr otros bienes mayores. El bien que busca el ser humano es aquel que consiste en facilitar la comunicación y hacer posible la convivencia.
Se entiende que el fin de toda actividad humana está en la pólis, en vivir en sociedad. La ciencia suprema será la política. Queda subordinada la ética a la política. Se puede afirmar que la política está al servicio de la felicidad y la plenitud de sus ciudadanos, de modo que la política estaría subordinada en este sentido a la ética.
La ética de Aristóteles es una ética naturalista, porque su fundamento se encuentra en el ser humano como ser natural (physis).
En esta concepción ética, lo que debe ser deriva del ser (las normas y leyes morales se derivan y fundamentan en la propia naturaleza del ser humano). El ser humano, por ser como es, debe comportarse de un cierto modo para responder a las “exigencias” de su naturaleza. Las normas morales no son meras convenciones (nómos) sino leyes naturales.
El hecho de ser una ética naturalista significa, además, que está fundamentada en su antropología y en su psicología. La vida moral, se asienta sobre las funciones vegetativas y sensitivas del alma, y sobre las condiciones impuestas por el cuerpo, que es inseparable del alma. Todo ello indica que el fin del ser humano es la plenitud de su substancia, de su naturaleza; lo cual implica que los bienes son tal si llevan al ser humano a su plenitud, y el bien supremo es la felicidad (que es un tipo de vida que exige adquirir ciertos hábitos de comportamiento, las virtudes).
“Todo arte y toda investigación, al igual que toda acción y toda deliberación consciente, tienden hacia algún fin”. Ese fin es el bien para la persona, en tanto que culminación, realización o cumplimiento de lo perseguido con ese arte, investigación, acción o elección. No nos sitúa en el ámbito de un bien abstracto sino en el ámbito concreto de la práxis.
Como todo lo que hacemos está orientado a su plenitud, hacia lo mejor, lo que constituye un fin de la acción se identifica con el bien. La finalidad es lo que proporciona al ser humano un sentido a sus actos. Y lo que todo ser humano busca, en el fondo, es un sentido absoluto para sus actos. El ser humano requiere conocer el fin de su vida, pero lo que interesa no es sólo llegar a dicho bien absoluto sino el recorrido hasta conseguirlo, una buena vida.
Por ello, fin significa tanto la meta de la búsqueda de un fin para la persona (su plenitud) como el recorrido hecho para conseguirlo. Este camino recorrido en función de ese fin supone energía, actividad, enérgeia; esto supone un irse haciendo pleno, un estar en camino de su propio ser (en plenitud). Como el ser humano es un ser social, esa finalidad se debe concretar en la pólis.
Lo que el hombre persigue como su fin es el bien, el cual tiene que ver con el comportamiento humano, con lo que éste considera como útil o conveniente para sí y para la pólis respecto de su plena realización.
Diferencia entre bienes relativos o útiles, que se buscan para conseguir otros, y el bien supremo, que consiste en una actividad conforma a la virtud y si son varias conforme con la mejor y más perfecta (actividad de todo humano en busca de su perfección, de acuerdo con la virtud más perfecta, personal y comunitariamente; es la felicidad).
No quiere nociones abstractas en el ámbito de la filosofía práctica y por eso centra su búsqueda en el fin que persigue el ser humano concreto, en su bien, en lo que todos persiguen en último término (la felicidad, llevando un cierto modo de vida).
A la hora de precisar qué significa esta felicidad, para unos será una vida útil de placeres, para otros una vida de honores y riquezas y para otros una vida de actividad racional.
Opta por la tercera porque la actividad racional, también llamada actividad contemplativa, es la que realmente da la felicidad, ya que ésta consiste en la plena realización del ser humano, en vivir según el fin para el que el ser humano está hecho, para su propia función. (Si el ser humano es el ser que tiene lógos, el ejercicio de este lógos será su función propia y la felicidad consistirá en el tipo de vida adecuado al ser que posee lógos).
Éste será el tipo de vida supremo, porque depende de la parte más noble de la persona (el entendimiento o razón) y se ocupa de las cosas más nobles y altas (del ser en cuanto ser). La vida feliz consiste en vivir bien y obrar bien.
También define la felicidad como “actividad de una vida perfecta conforme a una virtud perfecta”.
Distingue tres clases de alma: vegetativa, sensitiva y racional. Cada una tiene sus funciones propias. La virtud consiste en cumplir de la mejor manera posible cada tipo de alma con sus funciones propias.
La virtud del ser humano consiste en vivir según la razón. El alma racional también abarca a todas las funciones de los otros dos tipos de alma porque le es necesario al ser humano adquirir también otras virtudes. Las clasifica en:
La felicidad no es algo que dependa de la suerte o fortuna, sino que es posible labrar la propia felicidad mediante la adquisición de virtudes. Supone un cierto entrenamiento o ejercicio para lograr la virtud. Todas las virtudes se adquieren mediante la repetición de actos hasta que se crea un hábito. El hábito virtuoso es el que está en el justo medio entre dos extremos (cada virtud está en el justo medio entre dos vicios).
Al ser humano no le es dado elegir qué es lo bueno o el fin, sino si quiere o no realizarlo. De modo que la realización del acto que dará lugar al hábito depende de la deliberación sobre cómo realizarlo y de la voluntad de realizarlo.
El hombre responsable que ejerce su libertad será sabio, pues es autosuficiente, tiene cierta independencia respecto de los acontecimientos de la fortuna, (el sabio es el feliz).