Portada » Historia » Evolución Constitucional en Francia: De la Revolución a la Segunda República (1802-1852)
Territorialmente, Francia quedó dividida en 86 departamentos y distritos. En cada nivel se elegían unas listas de notables con la décima parte de los censados, y de estas listas Napoleón nombraba a alcaldes, prefectos, ministros, miembros de las Cámaras, etc. Napoleón intentó incrementar su poder.
Las modificaciones introducidas supusieron reforzar el poder del Primer Cónsul y el del Senado, que pasó a depender de Napoleón directamente. En realidad, Napoleón ejercía todos los poderes.
El siguiente paso de Napoleón fue proclamarse Emperador de los franceses. La estructura estatal se adaptó al Imperio y se incorporó en el Senado a la nueva nobleza napoleónica. Como Emperador, el poder de Napoleón I era absoluto, aunque mantuvo una retórica que defendía los derechos individuales, el Gobierno representativo, la soberanía nacional, la libertad de cultos o de prensa. Su poder duró mientras obtuvo victorias militares. Su paso dejó importantes reformas en toda Europa y Francia (Código Civil, importantes obras públicas, Banco de Francia, etc.).
No es una Constitución, sino una concesión Real (se mantuvieron en vigor los códigos napoleónicos y no se restauraron los privilegios de clase o territoriales). La soberanía reside en el Rey, gobernante por derecho divino. No tiene declaración de derechos, aunque muchos de ellos fueron recogidos en el articulado. El Poder Legislativo estaba constituido por una Cámara de los Diputados, elegidos por sufragio censitario e indirecto por siete años, y una Cámara de los Pares, de nombramiento real y con carácter hereditario. El Poder Ejecutivo era ejercido por el Rey, asistido por sus ministros. No existía una rígida separación de poderes, pudiendo el Rey disolver la Cámara de los Diputados. La iniciativa legislativa partía del Rey y las Cámaras podían solicitárselo; aunque no se podía hacer dimitir al Gobierno por las Cámaras, en la práctica se requería la mayoría parlamentaria para mantener la estabilidad. Luis XVIII reinó hasta 1824 e intentó ser un moderador entre las facciones de la Cámara de Diputados, los ultrarrealistas y los liberales. Le sucedió su hermano Carlos X, líder de los ultrarrealistas, de los que se rodeó en el Gobierno, lo que le restó apoyo de los liberales monárquicos y generó malestar entre la población, que acabó sublevándose en 1830.
La revolución de 1830 trajo consigo una Constitución que reconocía la soberanía nacional. El Rey ya no lo es de Francia, por derecho divino, sino de los franceses por la voluntad de los mismos. El Rey, Luis Felipe I de Orleans, era el jefe del ejecutivo y compartía la iniciativa legislativa con las Cámaras. Los ministros eran responsables ante él y las Cámaras. La Cámara de los Pares dejó de ser hereditaria y perdió influencia frente a la de los Diputados, que se vio ampliada en número. Hubo un gran crecimiento económico e industrial, que favoreció a la alta burguesía. Se implantó un sistema educativo público con base municipal. Las transformaciones sociales supusieron alzamientos y, en 1848, una revuelta en París acabó en una revolución que derrocó a la monarquía.
Se constituyó una República de tipo presidencialista, con una amplia declaración de derechos heredada de la de 1793 y que recupera e instaura definitivamente el sufragio universal directo masculino. Separación rígida de los poderes ejecutivo y legislativo. Tanto el Presidente como la Asamblea Nacional eran elegidos directamente por el cuerpo electoral. La iniciativa legislativa podía ser ejercida por ambos. El Gobierno no era responsable ante la Asamblea y tampoco podía convocarla o disolverla. Tras la promulgación de la Constitución, los monárquicos obtuvieron la mayoría en los primeros comicios parlamentarios, mientras que fue elegido Presidente Luis Napoleón Bonaparte, quien en 1851 dio un golpe de Estado e implantó un Imperio que se pretendía heredero del emperador Napoleón I.
Esta nueva Constitución mantuvo las formas republicanas al inicio; no tenía declaración de derechos formal, pero reconocía los grandes principios democráticos proclamados en 1789 como base del derecho público. El Presidente era elegido por un periodo de 10 años, los ministros sólo eran responsables ante él. Un Consejo de Estado, nombrado por el Presidente, elaboraba y defendía ante el poder legislativo los proyectos de ley.