Portada » Lengua y literatura » Novecentismo, Vanguardias y Generación del 27: Tres Pilares de la Literatura Española
El Novecentismo fue un movimiento literario que propuso una estética intelectual y racional, lo que supuso un cambio importante en la manera de entender el arte, rechazando el mundo de los sentimientos. La Generación de 1914 agrupó a un conjunto de autores, principalmente ensayistas, posteriores a la Generación del 98. El nombre del grupo indica ya su voluntad de superar el modo de entender el arte en el siglo anterior. Sus miembros principales son Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala o Gabriel Miró.
La poesía novecentista se suele identificar con la poesía pura, que anhela la perfección formal, que depura el sentimentalismo romántico, la subjetividad impresionista y la ornamentación modernista.
El mayor representante de la poesía pura fue Juan Ramón Jiménez que, en su etapa intelectual, se aleja del sentimentalismo y anuncia algunas características poéticas que recogerán las vanguardias.
Las Vanguardias son un conjunto de movimientos artísticos y culturales que se dan y se suceden en Europa en el período de entreguerras, y que rompen con la ideología y la estética anteriores. En España el impulsor fue Ramón Gómez de la Serna.
Ahora los intelectuales y artistas rompen con una realidad que no encuentra soluciones para los problemas del hombre y buscan, a través de grupos y manifiestos, nuevos marcos que corten con el pasado artístico. Se suceden rápidamente los llamados “ismos” en Europa, que se suceden unos a otros: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, con características como que dan prioridad a la originalidad y la innovación, llegando a lo irracional, rompiendo la sintaxis y abarcando nuevos campos como el tema de la técnica, los caligramas en la forma expresiva, o el subconsciente como exploración, practican el arte por el arte.
El origen del grupo se sitúa en el Ateneo de Sevilla, en un acto de homenaje a Góngora en 1927, pues los asistentes compartían relaciones personales, participaban en los mismos actos colectivos y tenían una formación académica semejante.
Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
Sus temas son los propios de la lírica pero tratados de forma vanguardista: la ciudad es símbolo problemático del universo; la naturaleza desaparece como paisaje pero se hace simbólica y evocadora.
Poeta de extraordinaria sensibilidad, empezó a los 17 años con influencia de Rubén Darío. En 1916 se casó en Estados Unidos con Zenobia Camprubí, que fue el pilar más importante de su vida. Se exilió a Cuba, donde obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Poco después, murió su esposa, y dos años más tarde, el poeta.
Juan Ramón creía en la unidad de lo que él llamaba su OBRA; es decir, que concebía sus escritos como un todo orientado hacia la perfección. No obstante, por razones metodológicas, la crítica divide su obra en tres etapas:
Está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. Dominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta para captar la belleza del mundo, los parques otoñales y los jardines al atardecer, los sentimientos vagos, la tristeza, la melancolía, la música y el color. Es una poesía emotiva y sentimental, con una estructura formal perfecta.
Obras: Arias tristes, Jardines lejanos, La soledad sonora.
Su viaje a EEUU marca esta etapa. Se inicia una evolución espiritual: en su deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Suprime la musicalidad y la aparatosidad ornamental, para adentrarse en lo puro y esencial. Por lo que adopta el verso libre, los poemas serán más breves, y su ideal es hacer una poesía pura.
Obras: Diario de un poeta recién casado, titulado posteriormente Diario de un poeta y el mar.
Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia por la trascendencia lo lleva a identificarse con Dios.
De esta etapa son: Animal de fondo y Dios deseado y deseante.
El poeta llega a identificarse con ese dios que tanto ha buscado, un dios que ahora existe dentro y fuera de él.