Portada » Historia » El Reinado de Isabel II: Etapas, Reformas y Contexto Político (1843-1868)
El 10 de noviembre de 1843, Isabel II fue coronada reina de España con tan solo 13 años. Su reinado se puede dividir en tres etapas principales:
Durante esta etapa, la preocupación principal de los moderados era conciliar los conceptos de orden y libertad. Para ello, implementaron una serie de reformas destinadas a limitar las libertades promovidas por los progresistas:
Dentro del programa de reformas de los moderados, se encontraba la reorganización de la administración. Los objetivos eran tres:
La Constitución de 1845 reflejaba la ideología y el orden de los moderados. En su preámbulo, se establecía la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Se instauró un sistema bicameral:
El rey tenía poder legislativo, nombraba al jefe del Gobierno y a los miembros del Senado. Los alcaldes eran elegidos por el rey. Se reconocía el carácter oficial de la religión católica. La Constitución de 1845 sirvió de modelo para la Constitución de 1876.
Las desamortizaciones de Mendizábal habían provocado una ruptura con la Iglesia Católica. La llegada de los moderados al poder, frenando las desamortizaciones y reconociendo la religión católica como oficial, permitió que las relaciones se normalizaran. Fruto de este nuevo clima fue el Concordato de 1851, que constituyó la base jurídica de las relaciones entre España y el Vaticano.
El Concordato establecía:
A cambio, el Gobierno consiguió que la Iglesia renunciara a los bienes ya desamortizados.
Tras un periodo de crisis política y social, se generó un clima de tensión que desembocó en la Revolución de 1854. En julio de 1854, una facción del ejército encabezada por el general moderado O’Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a las tropas del Gobierno. El resultado fue incierto y O’Donnell se retiró a Andalucía. En Manzanares se le unió el general Serrano, y ambos lanzaron el Manifiesto al País con promesas de reformas. Al movimiento militar se le unió la insurrección popular. Ante estos acontecimientos, la reina llamó a formar gobierno a Espartero, dando comienzo al Bienio Progresista.
Las reformas llevadas a cabo durante el Bienio Progresista tuvieron gran importancia desde el punto de vista económico:
Esta constitución establecía:
La tolerancia de Espartero y de los gobernadores provinciales ante las reivindicaciones obreras (mejora de salarios, derechos de asociación) generó el descontento de los empresarios. La situación política se hizo cada vez más inestable y, en julio de 1856, O’Donnell dio un golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria, desplazando del poder a Espartero y al Partido Progresista.
Se inauguró una etapa de moderantismo en la que se alternaron en el poder Narváez (moderados) y O’Donnell (Unión Liberal). Sus características fueron:
Esta etapa coincidió con una buena coyuntura económica que posibilitó la continuación del proceso de industrialización.
La última etapa del periodo moderado de Narváez se caracterizó por una política muy autoritaria que no permitía la participación política de los progresistas (liderados por Prim) y reprimía al recién nacido movimiento obrero. La situación política se fue deteriorando progresivamente, a la vez que tenía lugar una crisis económica. Ambos hechos provocaron el estallido de la Revolución de 1868, que pondría fin al reinado de Isabel II.