Portada » Geología » Ciclo de Wilson: Fases, Formación de Océanos y Continentes
La distribución de las placas y, por tanto, de los continentes, ha cambiado a lo largo del tiempo, ya que pueden fragmentarse y unirse unos con otros. El Ciclo de Wilson nos explica de forma ordenada el proceso de apertura y cierre de los océanos, y la fragmentación y posterior unión de los continentes, que provoca la formación de cordilleras, y resume todo lo que sucede en los bordes constructivos y destructivos sobre la litosfera. En el ciclo se pueden distinguir las siguientes fases:
El continente se fragmenta por acción de puntos calientes que abomban y adelgazan la corteza hasta romperla, originándose un rift continental.
En la línea de fragmentación se empieza a formar litosfera oceánica (borde constructivo) que separa los fragmentos continentales. Si continúa la separación, el rift es invadido por el mar y se va transformando en una dorsal oceánica. Los continentes quedan separados por una pequeña cuenca oceánica.
El proceso continúa y los continentes se separan progresivamente. Extensión y generación de litosfera oceánica. Entre ellos aparece una cuenca oceánica ancha, con una dorsal bien desarrollada.
Continúa la subducción. Cuando la cuenca oceánica alcanza un tamaño y es suficientemente antigua, los bordes de contacto se vuelven fríos y densos y comienzan a hundirse debajo de los continentes, generándose un borde de destrucción. En esta zona se origina una cadena montañosa que va bordeando al continente. La corteza oceánica se desplaza desde el borde constructivo al de destrucción como una cinta transportadora, por lo que la cuenca oceánica deja de crecer.
Subducción y desaparición de la litosfera oceánica entre las placas A y B. Dada la forma esférica de la Tierra, otros bordes constructivos pueden empujar a los fragmentos continentales en sentido contrario, con lo que la cuenca oceánica se va estrechando.
Finalmente, al desaparecer completamente la cuenca oceánica, las dos masas continentales chocan (obducción) y se origina un continente único (supercontinente), y sobre la sutura que cierra el océano se forma una cordillera intercontinental.
El desplazamiento de las placas se realiza sobre una superficie esférica, por lo que los continentes terminan por chocar y soldarse, formándose una gran masa continental, un supercontinente. Esto ha ocurrido varias veces a lo largo de la historia de la Tierra. El supercontinente impide la liberación del calor interno, por lo que se fractura y comienza un nuevo ciclo. Así pues, las masas continentales permanecen, se unen y fragmentan en cada ciclo, mientras que las cuencas oceánicas se crean y destruyen.
Hace 200 millones de años, la Tierra estaba formada por un gran continente denominado Pangea. Se comprobó que la expansión del fondo oceánico provocaba la deriva continental. La tectónica de placas es la síntesis de la deriva continental y la expansión oceánica.
La superficie terrestre, la litosfera, está dividida en placas que se mueven a razón de unos 2 a 20 cm por año, impulsadas por corrientes de convección que tienen lugar bajo ella. La teoría de la tectónica de placas justifica la existencia de placas continentales que forman la superficie terrestre y explica sus desplazamientos por el manto. Los cambios de posición de los continentes son procesos que tienen lugar muy lentamente y conllevan otros fenómenos. En los límites de las placas tectónicas se localiza la mayor parte de los fenómenos geológicos que implican la liberación de energía generada en el interior del planeta: creación de montañas y fosas marinas, vulcanismo, terremotos…
La tectónica de placas se puede resumir de la siguiente manera:
Esta dinámica litosférica produce roces y empujes entre placas que son los causantes de procesos geológicos de origen interno e influyen en los externos.