Portada » Español » Poesía Cancioneril y la Obra del Marqués de Santillana: Un Estudio Literario
La poesía cancioneril es un tipo de poesía culta transmitida habitualmente en compilaciones colectivas y, con menor frecuencia, individuales, que denominamos «cancionero». Esta poesía se desarrolla en los reinos hispánicos, sobre todo en Castilla, desde el último tercio del siglo XIV hasta el fin del reinado de los Reyes Católicos.
Los autores pertenecen a todas las clases sociales; hay obras anónimas y de autoría dudosa. Los temas de esta poesía se expresan en distintos géneros y combinaciones métricas con numerosos recursos.
La lengua utilizada es la castellana, aunque algunos de sus más antiguos cultivadores utilizaron también el gallego, en ocasiones combinado con el castellano, y algunos utilizan ambas lenguas indistintamente.
El término “cancionero” es impuesto y es un término impropio porque algunos cancioneros contienen canciones en prosa, romances y, también, fragmentos de poemas en catalán e italiano.
La labor de algunos poetas cancioneriles se ha reunido en compilaciones individuales, aunque nunca un cancionero individual nos ofrece la producción completa del autor.
La historia de las compilaciones individuales es menor a la de las colectivas y, por lo común, incluyen, además de las composiciones del autor en cuestión, otras de poetas amigos que suelen consistir en preguntas, respuestas, glosas o comentarios con relación a las obras del escritor que sirven de base a la antología. Ejemplos:
Este cancionero es un ejemplo de cancionero individual que acoge también composiciones de otros poetas, lo que disuelve el carácter estrictamente individual de la antología.
Es más importante hablar de aquellos casos en que las compilaciones individuales fueron supervisadas por los propios poetas. Son los cancioneros de autor que, por contar con el visto bueno del propio escritor, ofrecen una mayor fiabilidad en lo que atañe a la “lectione”, lecturas (con otras fuentes) que son más fiables que otras fuentes. Es un producto para amigos y familiares.
El Marqués de Santillana envió copias de alguna de sus obras a distintas personas; así, en mayo de 1443 o 1444, Don Íñigo fecha una carta que dirige a Doña Violante de Prados con especificaciones importantes sobre aspectos de su labor literaria y le remite algunos poemas entre los que se encontraba Comedieta de Ponça. El original que supervisó Don Íñigo no lo conservamos, pero la traducción textual de lo que era la compilación la recogen tres manuscritos conservados en París.
Hacia 1456, Don Íñigo envió otro cancionero a su sobrino Diego Manrique y se corresponde con toda seguridad a uno que está conservado en Salamanca. Lo prueba la presencia del mote utilizado por el Marqués en la orla y por las iniciales en miniatura que presentan los colores heráldicos del Marqués.
Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398-1458), estuvo relacionado a lo largo de su vida con autores más jóvenes y fue influenciado por Villena e Imperial. Mantuvo contactos amistosos con Juan de Mena a pesar de sus opuestas posturas políticas en la Castilla del rey Juan II y de Álvaro de Luna (el Marqués era enemigo de Luna).
Santillana compuso unas piezas en alabanza a unos poetas y escribe la famosa Carta o proemio que introducía una antología de sus creaciones que envió al Condestable de Portugal, Don Pedro.
Estas relaciones afirman que se trata de una sociedad que valora el ejercicio de las letras en el ámbito de élite minoritaria, y de una época en que los poetas tienen mutua noticia de sus actividades: Santillana intercambió poemas con Mena, y Mena con Don Pedro. La novedad de la carta reside en la crítica descriptiva dentro del contexto español que adopta cuando trata de dar cuenta de las cualidades y defectos capitales de los principales poetas a que alude. Para ello, Santillana contaba con poquísimo material que sirviera de guía. En ella, además, el poeta recuerda al Condestable: “El poder de mi abuela, Doña Mencía de Cisneros, es, entre otros libros, haber visto uno libro de `Cántigas, serranas y dezires portugueses y gallegos’ de los que gran parte eran del Rey Don Dionís de Portugal”.
Se trata de un recuerdo preciso y concreto que hace un autor bibliográfico y lector que implica que desde la infancia había accedido al conocimiento de un género poético que le llamó la atención suficientemente para recordarlo y destacarlo en 1448.
Esos poemas gallego-portugueses a los que se refiere como «serranas» eran una importación de las “pastorella” provenzales y franceses, y constituyeron en el caso de la poesía galaico-portuguesa un género tardío.
Las serranas son un género tardío, ya que los más tempranos paradigmas en la Romania de este tipo de poemas corresponderían a la “Pastorella” provenzal, un género que se inicia antes de la segunda mitad del siglo XII. El primer ejemplo que conocemos es un poema de Marcabrú, un autor documentado a partir de 1130 y que muere en 1149.
El poema empieza con “L’Autrier Jasz’ y a partir de este comienzo, el género goza de una relativa expansión de la que nos queda como muestra unas 25 composiciones en provenzal.
El tema de la pastorella provenzal recoge el encuentro en el campo -localización geográfica precisa-, entre un caballero, habitualmente narrador en primera persona, y una pastora a la que requiere de amores, a veces con promesa de regalos. Tras un diálogo vivo entre los dos, la mujer acepta o rechaza las pretensiones del caballero, aunque hay casos en que la solución queda imprecisa.
Se adentró enseguida en Francia desde fines del siglo XII, allí se cultivó más y esto explica que ya, a principios del siglo XIII, un poeta como Ramón Vidal de Besalú, en un tratado poético provenzal, dirá que la lengua francesa vale más que el provenzal para escribir novela en verso, la pastorella.