Portada » Historia » Consolidación y Expansión de los Reinos Peninsulares: Siglos XII al XV
A lo largo de los siglos XII y XIII se consolidaron los cuatro reinos de la Península Ibérica: Portugal, Castilla y León, Navarra y la Corona de Aragón. La expansión militar fortaleció a los dos grandes Estados de la Península: el reino de Castilla y la Corona de Aragón. En la segunda mitad del siglo XIV, una crisis económica y social que afectó a toda Europa alcanzó también a los reinos hispánicos.
En la Edad Media, los monarcas se creían elegidos por Dios para gobernar sus reinos según los deseos divinos. El reino era considerado un patrimonio del rey, que podía dividir o unir territorios según sus intereses. Así, era frecuente que el rey dividiese el reino entre sus herederos o que se uniesen Estados diferentes mediante matrimonios.
Fernando I unió su reino al de León (1038), con lo que logró la primera unificación (Castilla y León) de ambos reinos. A finales del siglo XI, el Estado más extenso de la Península era el reino de Castilla y León. Pero este reino se unió y se dividió varias veces a lo largo del siglo XII por motivos hereditarios o matrimoniales. La reunificación definitiva se realizó en el año 1230, cuando el rey Fernando III heredó de su madre el reino de Castilla, y de su padre, el de León. De esta manera nació la Corona de Castilla.
El Reino de Portugal formó parte del reino de Castilla y León hasta principios del siglo XII, cuando por herencia pasó a ser un condado, aunque dependiente de este reino. La independencia de Portugal se produjo en 1128, al proclamarse rey el conde Alfonso Enríquez. A partir de este momento, el reino quedó definitivamente desvinculado del de León y siguió su avance hacia el sur de forma independiente.
En el año 1134, a la muerte del rey Alfonso I de Aragón, los pamploneses se separaron de Aragón y volvieron a organizar el Reino de Pamplona como Estado independiente. Tras la separación, las fronteras de Pamplona quedaron fijadas y el reino quedó sin posibilidad de expansión, al no tener frontera con los territorios musulmanes. En la segunda mitad del siglo XII, el rey Sancho VI el Sabio cambió el nombre del reino de Pamplona por el de reino de Navarra.
En el año 1137, la boda entre Petronila, hija del rey aragonés, y el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, consumó la unión entre ambos territorios. Su hijo, Alfonso II de Aragón, fue el primer rey de la Corona de Aragón, el Estado surgido de la unión del reino de Aragón y del condado de Barcelona.
En la segunda mitad del siglo XII, los reinos cristianos se enfrentaron a los almohades. Durante muchos años, el reino de Castilla y León se enfrentó a los almohades por el control de las tierras situadas entre el río Tajo y Sierra Morena. La victoria definitiva tuvo lugar en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que lucharon conjuntamente los reyes de Castilla, Navarra y Aragón.
Tras la victoria sobre los almohades, los reyes cristianos emprendieron el avance hacia el Sur:
En los siglos XII y XIII se ocuparon territorios densamente poblados, con importantes ciudades y con una gran actividad económica. En las tierras ocupadas por Castilla, la mayoría de musulmanes huyeron o fueron expulsados hacia Granada y el Norte de África. En las zonas ocupadas por el rey de Aragón, la mayoría de musulmanes permanecieron en dichos territorios (mudéjares) y pudieron conservar su religión y sus leyes. Los repobladores que ocuparon las Baleares fueron preferentemente catalanes.
En Castilla, la monarquía gozaba de poderes más extensos que en otros reinos hispánicos. Pero a partir del siglo XIII, los nobles castellanos se enfrentaron a la autoridad del monarca. En la Corona de Aragón, el monarca seguía una tradición pactista, según la cual la autoridad real se fundamentaba en el consentimiento de los gobernados. Así, el rey debía comprometerse a respetar las instituciones, leyes y costumbres de los tres Estados asociados.
En el reino de Castilla, las Cortes fueron un órgano con funciones consultivas, que nunca tuvo capacidad para legislar. En Navarra y en la Corona de Aragón la monarquía debía contar con las Cortes para gobernar (pactismo). El rey no podía establecer nuevos impuestos ni nuevas leyes sin su aprobación, y debía tener en cuenta sus peticiones y protestas.
Los municipios disfrutaban de una cierta autonomía y jurisdicción propia. En Castilla, los concejos abiertos a toda la población fueron sustituidos por una representación de éstos: los cabildos. Que acabaron dominados por la nobleza. En la Corona de Aragón, el desarrollo comercial y artesano dio un mayor poder a la burguesía.
La mayoría de las tierras se dedicaban al cultivo de cereales y productos para la exportación. Pero la base de la economía era la ganadería ovina, que producía abundante lana de gran calidad, destinada a la exportación. Esta ganadería pertenecía mayoritariamente a la nobleza castellana que, para defender sus intereses, fundó el Honrado Concejo de la Mesta (1237).
La mayor parte de la lana producida en Castilla se exportaba a las ciudades textiles de los Países Bajos, donde se hilaba, se tejía y se confeccionaba. El comercio de la lana se concentraba en Burgos, y desde allí se transportaba a los puertos del mar Cantábrico para dirigirse hacia Flandes por vía marítima. Los marineros vascos y cántabros eran los encargados de realizar el transporte de la lana, que partía de los puertos cántabros y vascos. En los siglos XIII se fundó la Hermandad de la Marina de Castilla para defenderse de la competencia de los marineros ingleses y franceses.
El avance de la Reconquista comportó que los reyes concedieran enormes extensiones de tierra a los nobles, con la que crearon grandes señoríos. Las grandes familias nobles tuvieron un papel muy destacado en el gobierno y muchas veces lograron imponerse al poder del rey. En Castilla no se desarrolló una burguesía que se enriqueciese con la manufactura y el comercio y cuya influencia fuese un contrapeso al poder de la nobleza.
La economía de la Corona de Aragón se basaba en la agricultura y la ganadería. En las tierras aragonesas tenía un importante papel la ganadería ovina, y en las ricas huertas valencianas la agricultura de regadío era muy próspera. En muchas ciudades se desarrollaron actividades artesanales y manufactureras estimuladas por el comercio marítimo.
Desde el siglo XIII al XV, la Corona de Aragón desarrolló un comercio floreciente en el mar Mediterráneo y, en menor escala, con Flandes. Las rutas más frecuentadas se dirigían hacia Cerdeña y Sicilia, para alcanzar el mar Egeo, el imperio bizantino y el Norte de África. Los barcos salían cargados con aceite, e instrumentos o armas de hierro. Para defender los intereses de los comerciantes de la Corona de Aragón, en los puertos principales del Mediterráneo se crearon los Consulados del Mar.
El importante desarrollo comercial de la Corona de Aragón empujó a sus monarcas a protegerlo mediante una política de conquistas militares. Estas conquistas se iniciaron a finales del siglo XIII, cuando se ocupó Sicilia, y a principios del siglo XIV, cuando se ocupó Cerdeña. Los almogávares, una expedición de mercenarios, controlaron Atenas y Neopatria hasta finales del siglo XIV. En el siglo XV, el rey Alfonso el Magnánimo conquistó Nápoles e incorporó sus territorios a la corona.
La nobleza y el clero eran los grandes propietarios de tierras y vivían de las rentas que les proporcionaba el trabajo de los campesinos. Sin embargo, en la Corona de Aragón, la prosperidad comercial favoreció el desarrollo de una vigorosa burguesía que acumuló riqueza y poder. Esta burguesía apoyó la expansión mediterránea llevada a cabo por los monarcas, facilitándoles recursos monetarios, naves y pertrechos.
La llegada de la Peste Negra en el siglo XIV inauguró una etapa de crisis económica y social. El descenso de la población tuvo efectos importantes en la agricultura.
Como consecuencia del despoblamiento de los campos, los nobles vieron disminuir sus rentas señoriales y reaccionaron en dos direcciones:
Ante esta situación, se produjeron revueltas de campesinos.
La crisis del siglo XIV afectó a los reinos peninsulares de manera desigual y alteró el equilibrio peninsular en beneficio del reino de Castilla. En el siglo XV, la Corona de Castilla había superado la crisis, con la recuperación de su crecimiento demográfico, la puesta en cultivo de nuevas tierras y el reinicio de su actividad comercial. En la Corona de Aragón, Cataluña fue el territorio peninsular más golpeado por la crisis: gran descenso demográfico, disminución de su actividad manufacturera y crisis política.
En el reino de Castilla, la depresión agrícola benefició a la nobleza ganadera, que incrementó sus tierras y fortaleció el predominio de la ganadería lanar. El rey Pedro I de Castilla quiso dominar a los nobles y hacerse obedecer. Se apoyó en la burguesía urbana. La alta nobleza y la Iglesia se opusieron al monarca y apoyaron como rey a su hermano bastardo Enrique de Trastámara. Tras años de guerra civil, el bando nobiliario venció y proclamó rey a Enrique II. Con este monarca se inició la dinastía Trastámara.
Los Trastámara también se introdujeron en la Corona de Aragón tras la muerte sin descendencia del rey Martín el Humano (1410). Para elegir a un nuevo rey se reunieron en Caspe representantes de Aragón, Cataluña y Valencia y eligieron como sucesor al pretendiente castellano Fernando de Antequera. A mediados del siglo XV, se introdujeron conflictos en Cataluña, durante el reinado de Juan II. Los campesinos endurecieron las condiciones de la servidumbre.
En la arquitectura se distinguen dos modelos arquitectónicos:
En el estilo gótico se construyen edificios fundamentalmente religiosos, como palacios, lonjas, etc.
Destacan las portadas de León y Burgos. En el siglo XIV y XV aumenta la decoración flamígera. Autores como Gil de Siloé.
En el siglo XIII destacan las pinturas miniadas de los libros sobre tablas.