Portada » Ciencias sociales » Refutación de la Ley Biogenética de Haeckel: Evidencias y Críticas en la Embriología Evolutiva
Las páginas de Haeckel están salpicadas de esta táctica de «sentencias ex-cátedra» (Assmuth y Hull, p. 54). Un crítico explícito de Haeckel era J. Reinke, profesor de Botánica en la Universidad de Kiel. En un opúsculo titulado Lo último sobre el Haeckelismo (Heilbronn 1908) Reinke llena siete páginas con columnas paralelas, con una que contiene «lo que dice Haeckel», y la otra, «la verdad». Da veinticuatro ejemplos de falsificaciones perpetradas por Haeckel, y añade: «Estos son ejemplos tomados al azar. Sería posible multiplicarlos por muchas veces» (Assmuth y Hull, p. 31). En la actualidad muchos científicos creen que la eliminación de la «ley biogenética» fue un fenómeno que tuvo lugar entre mediados y finales del siglo XX, incluso en 1915 ya se podía mantener la siguiente declaración, totalmente explícita:
Difícilmente se puede encontrar en la actualidad a ningún científico destacado que acepte esta ley tal como se expone. La razón de ello, totalmente convincente, es que la investigación reciente ha demostrado con claridad que las excepciones a esta ley son mucho más frecuentes que sus materializaciones. La mayor parte de las etapas por las que pasan los embriones individuales de diferentes animales no se corresponden en su mayor parte con las gradaciones que, según la teoría de la evolución, constituyen la historia del desarrollo de la vida (Assmuth y Hull, p. 98).
Probablemente, Haeckel era conocedor de estas dificultades, porque distinguió los cambios embrionarios que conducían al progreso evolutivo («palingénesis») de otras desviaciones («cenogénesis»). Pero los llamados cambios cenogenéticos son tan numerosos que no sustentan la «ley», sino que la refutan. Muchos científicos pioneros, incluyendo el difunto biólogo canadiense, W. R. Thompson, que en 1956 escribió una «Introducción» para una reedición de El origen de las especies de Darwin, en la que observaba:
Cuando la «convergencia» de los embriones no resultó totalmente satisfactoria, Haeckel alteró las ilustraciones de las mismas para que concordasen con su teoría. Las alteraciones eran ligeras pero significativas. La «ley biogenética» como prueba de evolución carece de todo valor (pp. xv—xvi).
Haeckel toma la figura de «na» de Selenka de un embrión de macaco, elimina partes esenciales como los brazos, las piernas, el corazón, el ombligo, la membrana vitelina, para hacerlo tan semejante como pueda a un embrión de pez, y luego lo rotula como «embrión de un gibón en la etapa de pez». Haeckel se excusa luego pretendiendo que las partes que omite «no son esenciales». Comparar el embrión completo de un hombre, representado genuinamente por His, con la figura que Haeckel falseó. Haeckel omite partes tan esenciales como los brazos, las piernas, el corazón, a fin de hacerlo tan parecido como sea posible a un embrión de pez, y luego lo rotula: «Embrión de un hombre en la etapa de pez». Esto no es meramente una copia mutilada, sino una invención libre, y es totalmente diferente de la realidad tal como otros la han observado.
Sir Gavin de Beer (1899—1972) fue zoólogo y evolucionista británico, influyente en el campo de la embriología. Fue director de la división de Historia Natural del Museo Británico en 1950-1960. En 1930 publicó un libro, Embryology and Evolution, en el que rechazó el concepto de la recapitulación embriológica. Publicó versiones ampliadas de sus puntos de vista anti-haeckeliano en Embryos and Ancestors, con copyright en 1940, 1951 y 1958. Sir Gavin de Beer, 1958, se refirió a la teoría de Haeckel como caduca y como «una camisa de fuerza mental que ha tenido lamentables efectos sobre el progreso de la biología» (p. 172), y concluía en que «la evolución no explica la embriología» (p. 173). Esto queda ilustrado por Perry, 1952, que parece haber comprendido que la ley biogenética había quedado refutada, pero que cuando escribió su texto de zoología general parece haber sido bastante remiso en sus menciones acerca de la recapitulación. Sir Gavin de Beer empleó muchos ejemplos para exponer cómo los órganos llamados homólogos (estructuralmente semejantes) podían proceder de estructuras embrionarias muy diferentes entre diversos embriones. Asimismo, desveló que las estructuras homólogas no van determinadas por genes idénticos. Una evaluación de esta cuestión por Wells y Nelson, 1997, resalta esto:
Investigaciones posteriores han confirmado de forma abrumadora la corrección de la observación de Beer. La homología, tanto si se define morfológicamente como filogenéticamente, no puede atribuirse a vías de desarrollo semejantes, como tampoco puede atribuirse a genes semejantes. En otras palabras, órganos similares en los cuerpos de diferentes organismos no resultan de secuencias similares de nucleótidos en el ADN de los genes.