Portada » Psicología y Sociología » Teorías del Aprendizaje Social y la Conducta Delictiva: Un Enfoque Sociológico
Las teorías del aprendizaje, inicialmente desarrolladas en la Escuela de Chicago, consideran el delito como un fenómeno social originado en contextos de desorganización social. Estas teorías incluyen las subculturales y las del conflicto, todas compartiendo la idea de que la delincuencia se gesta en entornos de organización diferencial. Estas teorías criminológicas tienen sus raíces en las leyes de la imitación de Tarde a finales del siglo XIX, que proponían que la delincuencia se transmite a través del aprendizaje, como cualquier fenómeno social. En los años 20, Edwin H. Sutherland, asociado con la Escuela de Chicago, desarrolló la teoría de la asociación diferencial, la primera manifestación criminológica de las teorías del aprendizaje.
Edwin H. Sutherland, graduado en Historia y profesor de latín y griego, ingresó en la Escuela de Sociología de Chicago, donde obtuvo su doctorado con una tesis sobre el desempleo. Influenciado por pensadores como Thorstein Veblen y Robert Hoxie, se interesó en temas sociales. En 1924, publicó «Criminology», una obra de gran impacto. Su teoría criminológica se desarrolló a lo largo de su carrera académica en varias universidades americanas. La teoría de la asociación diferencial, una de sus contribuciones más importantes, se delineó en la tercera edición de su «Principles of Criminology» en 1939 y se completó en la cuarta edición en 1947. Esta teoría sostiene que el comportamiento delictivo se aprende a través de la interacción social y que la delincuencia se transmite como cualquier otro comportamiento social.
En 1930, tras un viaje por prisiones de Europa y América, Sutherland publicó «La prisión como un laboratorio criminológico». En este artículo, criticó la investigación criminológica basada en prisiones por no representar a todos los delincuentes, señalando que muchos, especialmente los involucrados en el crimen organizado, no caen en manos de la justicia. También criticó estudiar a los delincuentes fuera de su entorno natural, comparándolo con estudiar a un león en una jaula. Valoró positivamente los estudios de historias de vida y otros enfoques que consideran los factores sociales de la delincuencia, alejándose de los estudios biológicos y psicológicos tradicionales.
En 1932, Sutherland comenzó a investigar la delincuencia profesional. La Universidad de Chicago financió su investigación con Broadway Jones, alias Chick Conwell, un ladrón profesional. Conwell le relató su vida criminal, y Sutherland plasmó esta información en «The Professional Thief» en 1937. Este trabajo despertó su interés por la delincuencia de cuello blanco y sentó las bases de su teoría de la asociación diferencial. Sutherland argumentó que el delincuente profesional llega a serlo al ser aceptado en un grupo de criminales profesionales que lo adoctrinan. Este aprendizaje incluye tanto las técnicas delictivas como la justificación de esas conductas, diferenciándose de la socialización convencional.
Sutherland también criticó la dependencia de los estudios criminológicos en estadísticas penales y penitenciarias, argumentando que no representan adecuadamente la realidad del crimen. Adoptó un enfoque sociológico para comprender y prevenir la delincuencia, enfatizando la importancia de la clase social y otros factores sociales. Estas ideas se reflejaron en sus trabajos posteriores y fueron especialmente destacadas en sus estudios sobre la delincuencia profesional y de cuello blanco. La teoría de la asociación diferencial y sus críticas a los enfoques tradicionales establecieron un nuevo paradigma en la criminología, centrado en el aprendizaje social y la influencia de los entornos sociales en la conducta delictiva.
La «Teoría de la Ocasión u Oportunidad Diferencial», concebida por Richard A. Cloward y Lloyd E. Ohlin a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, representa un hito en la criminología al abordar cómo ciertos entornos sociales propician la delincuencia. Presentada en su obra «Delinquency and Opportunity: A Theory of Delinquent Gangs», esta teoría se enmarca dentro de una perspectiva subcultural que integra las ideas de Robert K. Merton, el enfoque ecológico de la Escuela de Chicago y la teoría de la asociación diferencial de Edwin H. Sutherland.
Uno de los puntos clave de esta teoría es la noción de «estructura de oportunidades ilícitas». Esta estructura se refiere al contexto social en el que se gesta la delincuencia, caracterizado por definiciones favorables para delinquir, según la terminología de Sutherland. Cloward y Ohlin argumentan que cuando una subcultura se desarrolla en un medio social con esta estructura, surge una subcultura instrumental, principalmente criminal, dirigida a alcanzar el éxito económico a través de actividades ilícitas.
La subcultura instrumental está estrechamente relacionada con las clases sociales desfavorecidas. Los autores señalan que la existencia de una delincuencia adulta que sirve de modelo, estructuras de integración que facilitan la asociación diferencial, y la convivencia de la subcultura delincuente con elementos del mundo convencional, contribuyen a la formación de esta subcultura y al aprendizaje delictivo de los jóvenes.
Un aspecto destacable es que la teoría enfatiza que estas oportunidades diferenciales no solo surgen de la marginalidad social, sino que también dependen de la estructura y dinámica específica de cada comunidad. Así, sugiere que la neutralización de estas condiciones y la implementación de controles son fundamentales para prevenir la delincuencia. A pesar de su relevancia, la teoría ha sido objeto de críticas debido a la falta de verificación empírica sólida. Sin embargo, su enfoque subcultural y su énfasis en las condiciones sociales como determinantes de la delincuencia han influido en el desarrollo de políticas y programas de prevención del delito en todo el mundo.
Daniel Glaser, doctor en Sociología por la Universidad de Chicago, propone en 1956 su teoría de la identificación diferencial, detallada posteriormente en su trabajo «Differential Association and Criminological Prediction» cuatro años después. Glaser, influenciado por la teoría de los roles, el trabajo de Mead y el interaccionismo simbólico, sostiene que el aprendizaje de conductas delictivas ocurre cuando el individuo se identifica con modelos de comportamiento, sean estos personas reales o ficticias. Esta identificación no se limita al contacto directo con criminales, sino que se desarrolla a través de la asunción de un rol criminal, ya sea a través de influencias mediáticas o como reacción negativa hacia fuerzas de control como la policía.
El énfasis de Glaser radica en la interacción social que lleva a los individuos a actuar en función de roles asumidos, destacando dos elementos clave:
Esta perspectiva individualiza la teoría de la identificación, integrando condiciones anómalas, frustraciones previas, códigos morales adquiridos y otros elementos de la vida del individuo. Esto permite abordar las críticas previas a las teorías del aprendizaje y del comportamiento criminal. El enfoque de los roles propuesto por Glaser fue continuado por otros autores, como Goffman, quienes profundizaron en este aspecto en investigaciones posteriores.
La crítica principal a la teoría de la asociación diferencial era su falta de explicación sobre cómo se transmite el comportamiento delictivo. En respuesta, surgió en los años sesenta la Teoría del Aprendizaje Social, también llamada teoría del refuerzo diferencial o del condicionamiento operante. Desarrollada por Albert Bandura y Richard H. Walters, se basa en el modelo de aprendizaje imitativo, donde se aprenden conductas observando y reproduciendo el comportamiento de otros. Este modelo se organiza en tres etapas:
Robert L. Burgess y Ronald Akers establecieron en 1966 la teoría de la asociación-refuerzo diferencial, la cual Akers desarrollaría más a fondo a partir de 1973. Esta teoría se basa en la idea de que las conductas pueden ser reforzadas o inhibidas independientemente de la asociación interpersonal directa. Akers identificó cuatro conceptos fundamentales para su teoría, donde la asociación diferencial juega un papel crucial. Los modelos de conducta presentados por los grupos primarios y secundarios influencian el aprendizaje del individuo, siendo más relevantes aquellos que aparecen temprano y duran más tiempo en su vida.
La idea de que la delincuencia juvenil refleja una subcultura autónoma de la clase baja ha sido criticada, destacando que las bandas existen en todas las clases sociales, según Herbert Bloch. En este contexto se encuentra la teoría de la neutralización de Sykes y Matza. Sykes y Matza argumentan que los jóvenes pandilleros comparten los valores convencionales y sienten culpa al delinquir. Para manejar esta culpa, utilizan técnicas de neutralización:
Estas técnicas permiten a los delincuentes justificar sus acciones y preservar su autoimagen. Sykes y Matza sostienen que los jóvenes delincuentes no adquieren una moralidad opuesta a la cultura dominante, sino que aprenden a neutralizar los valores convencionales. Además, argumentan que el delito refleja valores secundarios de la cultura dominante, como la aventura y la búsqueda de dinero fácil, adoptados por los jóvenes delincuentes, lo que los convierte en un reflejo inquietante de la sociedad.