Portada » Historia » Evolución Política y Económica de España: Segunda República y Franquismo
El nuevo régimen republicano se mostraba como una oportunidad para democratizar y modernizar el Estado mediante reformas económicas y sociales. Sin embargo, la República nació en circunstancias difíciles en el ámbito nacional. La falta de tradición democrática en España, la conflictividad social, la lentitud de las reformas y la oposición de los grupos conservadores condujeron a la inestabilidad política. Tanto el gobierno republicano como el siguiente, de derechas, tuvieron que adelantar las elecciones. El triunfo del Frente Popular de izquierdas en febrero del 36 fue el pretexto para que los enemigos de la República decidieran alzarse en armas contra ella.
Esta etapa empieza con la monarquía de Alfonso XIII. Cuando dimitió Primo de Rivera, se nombró un nuevo gobierno con dos objetivos: volver a la legalidad constitucional de 1876 y eximir al Rey de la responsabilidad del golpe de Estado, para salvar a la monarquía. Después se llevaron a cabo distintas acciones, como el nombramiento de un nuevo gobierno que convocaría elecciones municipales y a Cortes Constituyentes.
Después del resultado de las elecciones municipales, un comité revolucionario formado por republicanos de derechas, de izquierdas, radicales, socialistas y galleguistas formó un gobierno provisional. Según el Pacto de San Sebastián, el Gobierno convocó elecciones constituyentes para el 28 de junio y, a la vez, puso en marcha decretos urgentes, principalmente un proyecto de reforma agraria con mejoras de todo tipo, así como reformas militares y educativas. Esta actuación agresiva del Gobierno provocó algunos problemas, tanto sociales, derivados de la actuación de la CNT, como religiosos, cuando el cardenal Segura lanzó una pastoral que no gustó a los republicanos, lo que les hizo provocar tumultos.
Las elecciones del 28 de junio dieron la mayoría a una coalición republicano-socialista. Con esto se abrió una nueva etapa política, con el Parlamento como centro, y las nuevas Cortes nombraron una comisión constitucional. Características de la Constitución:
El problema de esta Constitución fue que no la aprobó todo el mundo, por lo que hubo muchas discrepancias por las autonomías y por la cuestión religiosa: la aconfesionalidad del Estado y la prohibición de las actividades educativas provocaron la dimisión de Alcalá Zamora y su sustitución por Azaña como presidente del gobierno provisional. Cuando se aprobó la Constitución, se configuró un Gobierno presidido por Azaña y, como Presidente de la República, Alcalá Zamora.
La crisis del 29 incidió poco en España debido a la debilidad del sistema económico español. Se notó su influencia en las exportaciones, que se redujeron debido a la devaluación de la peseta. Esta etapa fue muy problemática por la llegada del nuevo régimen, que era vista como una oportunidad para cambiar la distribución de la renta y la riqueza. Además, los problemas sociales producidos por las medidas drásticas del gobierno se agravaron, especialmente en el 33, con el conflicto entre la CNT y el PSOE, que provocó un empeoramiento de la situación política. La evolución económica se diferencia en tres etapas:
La destrucción material tras la Guerra Civil y la política económica autárquica e intervencionista practicada por el gobierno fueron los dos factores que provocaron el estancamiento económico durante la década de 1940. Con las medidas autárquicas adoptadas se pretendía alcanzar el mayor grado de autoabastecimiento y autosuficiencia sin depender del exterior, prescindiendo de artículos importados susceptibles de ser producidos en España. Para conseguirlo, se estableció, como hiciera años antes el dictador Primo de Rivera, una fuerte intervención del Estado en la economía. El conjunto de las actividades productivas pasó a ser controlado por el gobierno, que, mediante decretos y leyes, tomaba las principales decisiones sobre distribución, consumo, salarios, precios, comercio e inversión.
Se obligaba a los productores a vender la producción a un organismo que fijaba los precios de compra. Tras la comercialización de los productos agrarios, llevada a cabo por el Servicio Nacional del Trigo y la Comisaría de Abastecimiento y Transportes, como la fijación de los precios de venta se hacía por debajo de su valor comercial, muchos productores escondían parte de sus producciones y las vendían en el mercado negro, donde los precios se duplicaban o triplicaban: el estraperlo. Esto condujo al desabastecimiento de alimentos y a la generalización de las colas, lo que trajo la implantación de un sistema de racionamiento de los productos de consumo de primera necesidad para evitar el hambre y garantizar el abastecimiento mínimo de alimentos.
Debido a la falta de impuestos y de divisas, el Estado financiaba esto a través de Deuda Pública, lo que originó una subida de precios. Además, los salarios permanecieron muy bajos, lo que originó una renta per cápita muy débil. Conclusión: la autarquía fue un fracaso, ya que no satisfacía las necesidades básicas de la población, derrochaba recursos y solo beneficiaba a una minoría que tenía mucha fortuna a costa de la miseria y el hambre de la mayoría. En 1947, la situación internacional cambió al salir España de su aislamiento y, en 1953, tras el acercamiento a EE. UU., se firmaron acuerdos para concedernos ayudas económicas y armamento. Esto, junto al agotamiento de la autarquía y el descontento social, desembocó en la liberación económica de España. Pero la economía seguía estancada y había muchas protestas por el elevado coste de la vida, por lo que Franco cambió la política económica, impulsado por los tecnócratas ligados al Opus Dei, que condujo al Plan de Estabilización de 1959, que liberalizó la economía para atraer capital extranjero.
El nuevo gobierno cambió la política económica radicalmente con la entrada de dos miembros tecnócratas, Ullastres y Navarro. Con ellos empiezan a adoptarse una serie de medidas liberalizadoras que prepararán el Plan de Estabilización de 1959.
La estabilización de 1959, apoyada por el FMI y la OECE, permitió establecer las bases para desarrollarse económicamente de una forma equilibrada. Habría que alcanzar el equilibrio interno (medidas fiscales y monetarias) y externo (liberalización del comercio exterior). Los efectos del plan fueron inmediatos y positivos: la reducción de la demanda interna y de la subida de precios, y la estabilidad de precios.
Luego llegaron los Planes de Desarrollo, los cuales coordinaban el crecimiento económico del país. Estos fomentaron la implantación industrial con ayudas e inversiones estatales en infraestructuras en zonas atrasadas pero con posibilidades económicas. Desde 1959, la industria y los servicios se consolidaron como las actividades fundamentales de la economía española, lo que trajo un aumento de la renta per cápita y mejoró la productividad, alterando la estructura de consumo: se pasó de consumir solo alimentos a obtener coches, electrodomésticos… España se convirtió en la décima potencia mundial, lo que se produjo en parte gracias a la migración de la población desde el campo a la ciudad, industrializando intensamente.
Todo esto provocó la reconversión de la agricultura, ahora modernizada, y un cambio de la dieta tradicional a productos superiores y más beneficiosos. El exterior era muy importante: las inversiones extranjeras eran vitales para la subsistencia de este estado de prosperidad, así como las divisas que enviaban los emigrantes y los ingresos de los turistas. Las inversiones extranjeras suplieron la carencia de capital, pero nos generaron dependencia de otros países desarrollados. El boom convirtió a España en el segundo destino turístico de Europa en 1973. Sin todo lo dicho, no se habría producido el «milagro español». El desarrollo económico quedó estancado a partir de la crisis general de la economía capitalista en 1973.