Portada » Educación Artística » La Fundación de Buero Vallejo: Realidad, Ficción y Libertad
La Fundación se estrenó en Madrid en 1974 y es considerada una de las grandes creaciones de Buero Vallejo. Se presenta como una fábula en dos partes y plantea el problema entre la realidad y la ficción. El enfrentamiento entre estos, y la reducción paulatina de la última en beneficio de la verdad, es la clave de este drama.
La obra comienza in medias res. El pasado se va conociendo a través de las referencias de los protagonistas. En conjunto, el drama tiene una estructura circular. Se divide en dos partes, cada una en dos cuadros. El público ve la realidad a través de los ojos de Tomás. La obra se entiende como un proceso de acercamiento desde la locura a la realidad. La acción se centra en revelar realmente lo que sucede y dónde se encuentra Tomás. En el primer cuadro, el espectador ve lo que ve la mente de Tomás, por eso al principio hay algunas incongruencias. Durante la primera parte y casi el primer cuadro de la segunda, el centro de atención está constituido por el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás. En la segunda parte la acción se desdobla. El interés por la vuelta de Tomás a la lucidez no desaparece (no llega a ser total hasta el último cuadro), ahora la atención se centra en la fuga: la inexplicable falta de sanción ante el descubrimiento del cadáver y desvelar quién es el espía (último cuadro). En resumen, la intriga se mantiene hasta el final porque a Tomás no se le puede hablar claro porque el plan de fuga es secreto. La concentración dramática tiene lugar en el último cuadro.
Primera parte:
Segunda parte:
Este es el tiempo de la acción dramática, pero la historia abarca un tiempo más amplio.
La historia es suministrada al espectador con la misma lentitud con la que la conoce el protagonista. Se trata de un drama de situación. Toda la primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda parte se centran en el progresivo desmoronamiento del mundo inventado. Tensión: descubrimiento del cadáver, salida de Tulio para su ejecución. Hay otro nudo que apenas se alude y toma fuerza en la segunda parte: el proyecto de evasión a través de un túnel que se podría acabar a partir de algunas de las celdas de castigo en los sótanos. Como el traslado no se produce, sospechan de Tomás, pero el soplón es Max. En la segunda parte el centro de atención se desdobla: el proyecto, la falta de sanción y el espía. Asel se suicida. Lino tira a Max por la barandilla. Tomás finge locura.
Hay otros personajes que representan la solidaridad humana: los “compañeros a toda prueba” (pasan las herramientas para que puedan cavar un túnel), los “barrenderos de la galería” (esparcen la tierra sacada del túnel), el “cojo de la celda de enfrente” (descubre a Max) y un “coro de voces” de prisioneros que gritan asesinos.