Portada » Lengua y literatura » Poetas de la Generación del 27: Evolución, Estilo y Legado
En los albores del siglo XX, una escuela vanguardista sobresale por su impacto en la literatura: el Surrealismo. Impulsado por André Breton, quien publica su Manifiesto en 1924, este movimiento presta especial atención al subconsciente, los sueños y el pensamiento no lógico. Para el Surrealismo, la obra de arte es el espacio donde debe aflorar todo aquello oculto en los seres humanos debido a la represión de las normas morales y sociales. Esta búsqueda de liberación se refleja en la literatura a través del flujo espontáneo y desinteresado del lenguaje. La gran aportación del Surrealismo radica en su énfasis en la rehumanización del arte.
La Generación del 27 es la denominación de un grupo de poetas que, entre los años veinte y treinta, se consolidan como el grupo literario más notable de la época. Entre sus miembros se encuentran Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. Dámaso Alonso, aunque acompaña a esta generación como crítico, desarrolla su labor poética tras la Guerra Civil. Miguel Hernández, más joven y con una obra más tardía, presenta paralelismos con la generación, siendo considerado su último exponente. La fecha que da nombre a la generación es el año en que se reunieron en Sevilla para homenajear a Góngora.
La relación entre los miembros del grupo es estrecha, debido a su similar procedencia social (la mayoría proviene de la burguesía acomodada), su formación universitaria, su dominio de idiomas y sus viajes. Además, comparten una vocación literaria, editando o realizando crítica de poesía, colaborando en revistas poéticas y conviviendo muchos de ellos en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Los poetas del 27 comparten rasgos poéticos que permiten hablar de ellos como generación:
A pesar de la diversidad de sus miembros, se puede trazar una evolución común hasta el final de la Guerra Civil, dividida en tres etapas:
El final de la Guerra Civil dispersa a los poetas de esta generación. Lorca es asesinado y el resto (excepto Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre) se exilian. Miguel Hernández fallece poco después en una cárcel franquista. Estos años marcan la búsqueda de un camino poético individual, marcado por la añoranza de la tierra perdida.
Entre los autores más destacados de la Generación del 27 se encuentran Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti y Miguel Hernández.
Pedro Salinas se dedicó a la docencia de la literatura en la Sorbona, Sevilla, Cambridge, Murcia y Madrid, así como en varias universidades norteamericanas tras su exilio. Además de su poesía, escribió obras teatrales después de 1936, dos libros de relatos breves y una novela de ficción científica, La bomba increíble (1950), que refleja su preocupación por una posible destrucción nuclear. En su obra crítica destacan sus estudios sobre Jorge Manrique y Rubén Darío.
La poesía de Salinas fusiona lo intelectual y lo sentimental, profundizando en las emociones desde una perspectiva intelectual. Aparece la ironía velada, el conceptismo que da lugar a paradojas, juegos de palabras y metáforas ingeniosas. Combina los recursos literarios tradicionales con la perspectiva de la poesía desnuda y de las vanguardias.
Jorge Guillén también se dedicó a la docencia en la Sorbona, Murcia, Sevilla, Oxford y, durante su exilio, en varias universidades norteamericanas. Regresó a España en 1977. En su obra poética destaca el cultivo de la poesía pura, con un alto nivel de exigencia estética, rigor compositivo y elaboración del lenguaje. A diferencia de Juan Ramón Jiménez, Guillén sí incluye contenido humano en su obra.
Concebía su obra como una unidad perfectamente estructurada, por lo que publicó los tres libros anteriores en un solo volumen en 1968, titulado Aire nuestro. En sus últimos años, publicó Y otros poemas (1973) y Final (1982), donde reflexiona sobre el instante fugaz de la vida y la vejez. Muestra un escepticismo irónico hacia la sociedad contemporánea, concebiendo la poesía como un triunfo sobre el paso inexorable del tiempo.
Rafael Alberti obtuvo el Premio Nacional de Literatura siendo muy joven. Miembro del Partido Comunista, se exilió tras la Guerra Civil. Regresó a España tras la muerte de Franco y recibió el Premio Cervantes en 1983. Aunque destaca por su labor poética, también escribió obras teatrales y libros en prosa.
Miguel Hernández, de formación autodidacta, conoció la obra de Góngora, por lo que sus primeros libros parten del gongorismo propio de la generación. Se unió al Partido Comunista en 1936 y fue condenado a muerte tras la Guerra Civil. En poco más de diez años, pasó de sus poemas juveniles a convertirse en uno de los líricos más importantes del siglo XX.