Portada » Historia » Ascenso y Caída de Primo de Rivera: El Camino a la Segunda República
El golpe de Estado de Primo de Rivera se produjo solo un año después del acceso de Mussolini al poder en Italia, y precedió a otras dictaduras que se implantaron en el sur y el este de Europa pasados pocos años.
En el Manifiesto que precedió al golpe de Estado, Primo de Rivera invocaba la salvación de la patria y daba a conocer su propósito de formar una dictadura militar. La población se mostró favorable al golpe de Estado, que también contó con el apoyo incondicional del ejército, de la Iglesia, la burguesía, los terratenientes y todos los que deseaban y necesitaban el orden social existente. Sin embargo, se situaron en contra los republicanos, los socialistas, los comunistas y los anarquistas, que mostraron su oposición a una dictadura militar.
El rey aceptó con satisfacción los hechos y optó por entregar el poder al general. El asentimiento del monarca hizo que el golpe militar fuera incruento y encontrara poca resistencia.
El 15 de septiembre de 1923, Primo de Rivera fue nombrado jefe del Gobierno.
Uno de los problemas más urgentes fue el restablecimiento del orden público. Para conseguirlo, se declaró el estado de guerra y se abolieron las libertades. Se intensificaron las actuaciones represivas contra el movimiento obrero, se creó una milicia nacional que fue puesta al servicio del régimen, se practicó una dura política contra los nacionalismos y se prohibió la Mancomunidad Catalana y el uso del catalán.
El dictador presidió dos gobiernos: un Directorio Militar (1923-1925) y un Directorio Civil (1925-1930).
Si los logros económicos y sociales de la dictadura contaron con cierto reconocimiento popular, no se consiguió, en cambio, la reconstrucción política, de forma que pudiera superarse el régimen transitorio que se pretendía que fuera la dictadura.
Durante el Directorio Militar (1923-1925), gobierno formado exclusivamente por generales, se suspendieron las garantías constitucionales y el funcionamiento de la Administración quedó en manos del Ejército. Se intentó organizar políticamente el Estado sobre la base de un partido único y nacional, la Unión Patriótica Española, fundada en 1924 a imitación del fascismo italiano, compuesta por conservadores, burgueses, católicos y grandes terratenientes.
La acción más relevante de este periodo de gobierno fue la resolución del problema de Marruecos, gracias a la ofensiva conjunta hispano-francesa.
En el Directorio Civil (1925-1930), abandonando la idea de transitoriedad, se nombró un Gobierno civil.
En la época del Directorio Civil, la acción política se centró en el desarrollo de corporaciones de carácter laboral que sustituirían a los partidos políticos y en lograr su institucionalización con la creación de la Asamblea Nacional Constitutiva, elegida democráticamente por voto corporativo, es decir, de los representantes municipales y de un censo oficial de asociaciones con derecho a voto. Los miembros de esta Asamblea provenían de oligarquías agrarias.
El Directorio Civil inició una política social y económica intervencionista que logró éxito debido a la buena situación económica internacional. Esta favorable coyuntura económica mantuvo el régimen hasta 1930. El Gobierno aprovechó ese clima para realizar una política de intervención de carácter populista, pero sin proponerse en ningún momento cambios de fondo en la estructura de la propiedad ni en la situación social de la producción.
El Gobierno se preocupó de la política educativa creando escuelas primarias y escuelas de trabajo industrial. También se prepararon proyectos de carreteras, se amplió el ferrocarril, la construcción de embalses y canales, y el aumento de obras públicas aminoró el paro, aunque aumentó la deuda pública. Se potenció desde el Estado la creación de monopolios (Fosforera, CAMPSA, Telefónica) en sectores básicos de la economía.
Además de la creciente oposición al régimen, en la caída de Primo de Rivera resultaron decisivos sus enfrentamientos con el estamento militar. La hostilidad hacia el catalanismo y la concesión de privilegios a la Iglesia en la enseñanza universitaria provocaron respuestas sociales importantes. Otra razón que explica el final de la dictadura fue la crisis económica de 1929, que provocó la devaluación de la peseta y un déficit progresivo en la balanza comercial.
La oposición generalizada a su Gobierno hizo que en 1930 Primo de Rivera consultara a los mandos militares qué decisión debía tomar. Ante la falta de apoyos explícitos, el dictador dimitió el 28 de enero y se exilió en París, donde murió dos meses más tarde.
Para sustituir a Primo de Rivera, el rey encargó al general Berenguer la formación de un nuevo Gobierno.
En agosto de 1930 se reunieron los representantes de los principales partidos republicanos y regionalistas, y se produjo el acuerdo: el Pacto de San Sebastián significó la formación de un frente unido contra la monarquía. La cúpula socialista se sumó al Pacto en octubre, y también la CNT decidió apoyar la conspiración, pero sin participar directamente en ella. El frente de oposición estaba cerrado, y el Comité Revolucionario empezó a formar el Gobierno provisional de la República.
Berenguer fue sustituido en febrero de 1931 por el almirante Aznar, que convocó elecciones municipales, provinciales y generales inmediatamente. Todos los partidos pudieron presentar candidaturas a las votaciones. Las elecciones municipales del 12 de abril dieron un triunfo rotundo en las ciudades a los republicanos y socialistas. Estos resultados demostraron el rechazo ciudadano a Alfonso XIII y, por tanto, al sistema monárquico. El 13 de abril, el rey aceptó la voluntad de la ciudadanía, suspendió el ejercicio del poder real y abandonó España. El 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República.
Entre 1898 y 1931, España era un país de base agrícola, aunque la situación del campo español no era homogénea a pesar de la lentitud de los cambios. Disminuyó la población activa en agricultura y aumentaron las superficies cultivadas y la productividad, sobre todo desde 1914.
A principios de siglo había tres modalidades de propiedad de la tierra:
Existían oligarquías de terratenientes, arrendatarios, aparceros y jornaleros, muchos de ellos temporeros y viviendo al nivel de subsistencia. El clima de agitación social fue permanente en el campo andaluz, y los conflictos más violentos se desataron entre 1917 y 1920.
En la industria española se produjeron durante este periodo tres cambios fundamentales: la introducción de la electricidad como forma de energía, la concentración de la industria pesada en el País Vasco y la diversificación de los sectores. Se desarrollaron legislaciones proteccionistas. La pérdida de las colonias había afectado sobre todo al sector textil catalán, pero trajo consigo la repatriación de capitales que apoyaron la creación de numerosos bancos.
El movimiento obrero español estaba dividido en dos grandes corrientes ideológicas:
Ambos sindicatos ampliaron el número de afiliados desde principios de siglo hasta 1939.