Portada » Religión » Descubriendo a Dios: Revelación, Iglesia y Vida Interior
El hombre busca a Dios con su razón de tres maneras:
La Revelación de Dios llega a su plenitud con la Encarnación de Jesucristo, que nos revela quién es Dios. Jesús nos revela que el Amor de Dios por el hombre no tiene límites, porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación. Y este mensaje de salvación se dirige a todos los hombres.
Encontramos en él dos enseñanzas:
Jesús quiso que los que se unieran a Él formaran una comunidad visible y organizada: la Iglesia. Con Jesús se inaugura el Reino de los Cielos en la tierra, comenzando su vida pública y anunciando la Buena Nueva. Jesús eligió a los Doce Apóstoles para que estuvieran con Él y para predicar el Evangelio. A estos les dio poderes especiales y les transmitió su misión. Así, les dio el poder de celebrar la Eucaristía y de perdonar los pecados. Jesús escogió a Pedro como cabeza de los apóstoles y pastor de su Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Muriendo en la cruz y resucitando, Jesús realizó la Redención. Después, envió el Espíritu Santo en Pentecostés y la Iglesia comenzó su expansión, obedeciendo el mandato de Jesús de predicar por el mundo entero.
La Iglesia continúa la obra de Cristo: propagar el Reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, hacer partícipes a todos los hombres de la Redención y ordenar todo el universo a Cristo. Hay una triple finalidad:
La Iglesia es el sacramento universal de salvación. Así, la Iglesia es humana y divina a la vez. Su fin primordial es la salvación de todos los hombres. La Iglesia tiene órganos jerárquicos, pero es también una unidad indisoluble de todos sus miembros en Cristo. Es un cuerpo cuya cabeza es Cristo. Cristo se comprometió a no abandonar nunca a su Iglesia. La misión salvadora de Cristo se manifiesta y actúa en los sacramentos de su Iglesia.
La historia de Jesús no acabó con la muerte, porque resucitó al tercer día de entre los muertos por su entrega y su obediencia. La Resurrección de Jesús presenta tres aspectos:
La adolescencia es una importante etapa de profundización en el propio mundo interior. La interioridad es una dimensión constitutiva de toda persona y el fundamento de una vida humana dotada de sentido. Es la capacidad del hombre para dar razón de sus actos y opciones vitales, y llena de contenido la vida en su conjunto. La interioridad se opone a la superficialidad, a la vida inconsistente y vacía. La interioridad está en la raíz de la religiosidad humana. Para el cristianismo, es en el ámbito de la interioridad donde acontece el encuentro personal con Dios. El Espíritu Santo se hace presente en ese fondo del alma y hace posible el encuentro con Cristo, que nos hace hijos de Dios. En ese lugar surge la oración cristiana y arraiga la vida espiritual. El drama de la cultura actual es la falta de interioridad.
El Amor verdadero consiste en la entrega mutua de los cónyuges, que supera el puro deseo de satisfacción egoísta y busca el bien de la otra persona y la apertura al don de la vida.
María es la Madre de Dios porque María es Madre de Jesús y Jesús es Dios, por lo tanto, María es Madre de Dios. María es la Inmaculada porque nunca tuvo pecado: ni pecado original, ni pecado personal.