Portada » Español » Evolución del español: Orígenes y consolidación histórica
En España conviven varias lenguas con otras variedades lingüísticas (dialectos). El español es el idioma oficial en todo el país y comparte la cooficialidad con el gallego, el vasco y el catalán. De nuestras lenguas, tres (gallego, catalán y español) son románicas o romances (de origen latino), y la otra, el vasco, es anterior a la dominación romana.
La situación lingüística en la península ibérica antes de la dominación romana consistía en la coexistencia de varias lenguas. Las más extendidas eran las íberas, de origen africano; las célticas, de origen indoeuropeo; y el vasco, de origen desconocido. Estas lenguas desaparecieron con la romanización (excepto el vasco), pero han dejado algunos términos como “cereza”, etc. La influencia de estas lenguas también puede observarse en la desaparición de la f inicial latina o en un sistema de cinco vocales, a diferencia del resto de lenguas románticas o romances.
En el año 218 a.C., las tropas romanas toman la península ibérica casi en su totalidad. Los pueblos aborígenes, por distintas causas, van dejando sus lenguas y adoptando la del dominador. Sin embargo, desde un primer momento, debido al sustrato prerromano y a la distinta procedencia de los colonizadores romanos, el latín impuesto en la península se va diferenciando por zonas: empieza a no ser idéntico el latín, por ejemplo, de la zona nororiental al de la suroccidental. La unidad de la lengua latina es bastante fuerte en estas épocas. El latín impuesto en la península no es el latín clásico, sino el vulgar, el hablado por el pueblo.
El latín, en su variante vulgar (popular), se impone en la península por encima de las lenguas prerromanas (excepción hecha del vasco). Los visigodos se quedan en esta tierra y adoptan el latín como lengua, pero la modifican, sobre todo en el léxico, con la introducción de germanismos que penetran en el latín vulgar de esta época, como «ropa», «robar», etc. Antropónimos como «Alfonso» o «Fernando» también son de procedencia germánica, así como el sufijo «-ez» con el significado de «hijo de».
En el siglo VIII tiene lugar la invasión árabe. Su lengua ocupará la península e influirá mucho en la lengua que hablaba el vulgo: el latín vulgar se ve arabizado, lo que da lugar a un dialecto latino llamado mozárabe, que se utilizaría en casi toda la península. Los cristianos que podían costeárselo y los que allí vivían se hacen fuertes en puntos concretos del norte hablando el latín vulgar que traían de su zona. Dado que estos núcleos evolucionan de manera diferente, dan lugar a varios dialectos del latín, que son: gallego, leonés, castellano, aragonés y catalán, convirtiendo a este dialecto en el más importante de la época.
Más o menos durante el siglo X, la situación ya ha cambiado visiblemente. El dialecto mozárabe va perdiendo terreno en beneficio de los otros dialectos. En esta época, el poderío económico y político pertenece al dominio del leonés. Durante toda la Reconquista y hasta el siglo XV, los dialectos van ganando más y más terreno. Castilla se hace fuerte y su modalidad lingüística se impone en una zona mayor que las demás. La importancia del castellano va unida al poderío político del Reino de Castilla.
El castellano se usa como elemento de comunicación entre los habitantes de las distintas zonas. En el siglo XV, el castellano alcanza el reconocimiento de los otros dialectos como vehículo de cultura y lengua de comercio. Empieza a convertirse en lengua de comunicación universal entre las gentes peninsulares. Finalmente, absorbe al leonés y al aragonés, y casi solapa al catalán y al gallego. El castellano se convierte en lengua de la nueva nación (España, tras la unificación llevada a cabo por los Reyes Católicos).
A partir de esta época, el español sale de nuestras fronteras (Canarias, América, Filipinas) y se convertirá durante los siglos XVI y XVII en lengua internacional de cultura (lo que es ahora el inglés), alcanzando su máximo esplendor literario y gozando de gran influencia en otras lenguas. A la vez, dentro de la península, comienzan a aparecer zonas dialectales del español. Las conquistas lo difunden por América, Asia y África. Los judíos expulsados se lo llevan consigo y aún se conserva con rasgos propios del siglo XV en algunas zonas de Israel, Bulgaria y Rumanía, pero con un uso limitado (se utilizó en el seno familiar este dialecto, llamado judeoespañol o sefardí).
En el siglo XVIII, Francia se impone culturalmente en Europa. En España surge la imitación por lo francés, lo que lleva a la creación de una Academia de la Lengua que se empeñó en la tarea de codificar el español. Para ello, se publicó un Diccionario de la Lengua Castellana, después la Ortografía y, por último, la Gramática. Desde entonces y hasta ahora, el español se ha mantenido bastante estable.
De manera simplificada, diremos que son características del castellano la pérdida de la f inicial latina ante vocal, el paso de los grupos iniciales pl, fl, cl a ll o tener un sistema vocálico de cinco elementos.