Portada » Magisterio » Educación en la Posmodernidad: Fragmentación, Pluralidad y Diversidad
Los excesos de la modernidad desembocaron en una racionalidad fundamentalista. Esto ha hecho que la posmodernidad desconfíe de que la razón pueda legitimar una única visión o interpretación de la realidad. La heterogeneidad y cantidad de planteamientos ante un único pensamiento totalizador es uno de los logros de la crítica que se ha realizado desde los planteamientos posmodernistas a la modernidad racionalizadora. Así pues, en la sociedad posmodernista nos encontramos ante una avalancha de informaciones y significados que, por su cantidad y diversidad, hemos de considerar en sí misma enriquecedora.
Sin embargo, la alternativa ante un racionalismo uniformizador, en forma de sobreinformación caótica y anárquica, no puede calificarse como una alternativa a seguir sin más. En efecto, la pluralidad y saturación de información, unidas al síndrome de la impaciencia que padece nuestra sociedad actual, no dejan espacio ni tiempo para la reflexión personal y compartida, para pasar de la información al conocimiento.
En este aspecto es donde creo que reside el papel fundamental de la educación. Y es que las instituciones educativas, lejos de competir en la era de las nuevas tecnologías con otros agentes de difusión y propagación de información mucho más potentes, han de caracterizarse fundamentalmente por ser agentes que ayuden a los educandos a dar sentido, interpretar, contextualizar y criticar dicha información, más que ser primordialmente transmisores de información. Y es que los procesos de transmisión de información por sí mismos no se caracterizan por su componente crítico. En efecto, la esencia del proceso de aprendizaje no radica en la mera transmisión y reproducción de conocimientos estáticos e irrefutables, sino más bien, la capacidad de transitar y traspasar dichos contenidos.
Los significados culturales que se trabajan en la escuela son contenidos que deben ser reflexionados, no deben ser unos dogmas que se tengan que respetar escrupulosamente, pero tampoco deben convertirse en una avalancha de conocimiento que genere caos, desconcierto, perplejidad y sensación de desorientación.
Por eso, es necesario provocar la reconstrucción del conocimiento. Que el educando reconstruya, de modo relativamente autónomo, el conocimiento que le es dado. Un conocimiento que, bien sea ofrecido en forma de conocimiento objetivo y verdad revelada, o bien sea ofrecido como catarata de información fragmentada que nos inunda por su diversidad y abundancia, debe ser reinterpretado, reconstruido y organizado de manera crítica por parte del propio educando.
En conexión con el hecho de la fragmentación del que hasta ahora hemos estado hablando, el saber posmoderno afina nuestra sensibilidad ante las diferencias y el pluralismo.
Este hecho pensamos que ha traído algunas consecuencias positivas a la escuela. Así, la cultura posmoderna ha roto con las “recetas” y las “intervenciones universales” para todo contexto educativo por las que la modernidad apostaba. De esta manera, desechados los moldes, la posmodernidad se abre a una cultura plural, en la que la escuela ha de dar respuesta a una realidad multicultural y con fuertes desigualdades sociales. Ya no es suficiente con hacer universalizable y accesible la educación para todos, sino que la educación debe atender a la diversidad para ofrecer igualdad de oportunidades. Por eso, la tendencia que nos trae la posmodernidad a la escuela es la de apostar por la Atención a la Diversidad; por hacer flexibles y adaptables las estrategias de aprendizaje a las características de los educandos; por acercar el conocimiento a sus intereses y necesidades; por considerar cada aula –incluso dentro del mismo centro– como un lugar idiosincrásico y ecológico de aprendizaje. Por lo tanto, ha sido en este contexto posmoderno donde la escuela ha recibido su empuje final. Este proceso ha resultado positivo para la escuela por cuanto ha propiciado que no se dé por hecho que a todos los alumnos haya que ofrecerle una única respuesta, es decir, se ve la necesidad de atender a la diversidad.
Todo esto creemos que contribuye notablemente a reducir las desigualdades sociales, culturales,… siempre y cuando se pacten unos mínimos educativos que garanticen la no generación de mayores desigualdades, es decir, siempre que la Atención a la Diversidad se acompase con la Comprensividad. Así pues, hay que apostar para que desde la escuela se compagine la atención a la diversidad con la comprensividad. Es necesario combinar lo universal con lo particular; lo común con lo particular; un currículo que fortalezca lo común, lo propio que nos une como ciudadanos iguales, con otro que, específicamente, atienda a las diferencias y respete la libertad; el proyecto de la modernidad con las correcciones y consideraciones que el pensamiento posmoderno, que cuestiona con acierto algunos de los excesos de la modernidad, así como buena parte de sus carencias.