Portada » Historia » España a Inicios del Siglo XX: De la Guerra Colonial a la Crisis de 1917
Durante el Sexenio, España se vio inmersa en conflictos tanto internos, como la Guerra Carlista, como externos, destacando la Guerra Colonial en Cuba. La isla, estrechamente vinculada a la economía estadounidense, experimentó tensiones que desembocaron en tres rebeliones en un mes, lideradas por Carlos Manuel de Céspedes. Inicialmente, la guerra buscaba la anexión a EE. UU., pero con la aparición de nuevos líderes cubanos como Máximo Gómez, Modesto Díaz y los hermanos Marcano, la lucha evolucionó hacia la búsqueda de la independencia. La zona oriental fue el principal escenario del conflicto, trasladándose posteriormente al oeste. La guerra persistió durante la Restauración hasta la Paz de Zanjón en 1878, que brindó una paz temporal.
La cuestión de la abolición de la esclavitud y la incapacidad de resolver la guerra durante el Sexenio y la Primera República influyeron en el surgimiento del nacionalismo cubano. La abolición parcial de la esclavitud en 1886 y las tensiones internas llevaron a una política insuficiente de los gobiernos españoles, resultando en un fracaso. La intervención de EE. UU. en la guerra hispano-cubana, iniciada en 1895, condujo a la guerra hispano-norteamericana en 1898. España sufrió derrotas navales y, tras el Tratado de París, perdió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam a favor de EE. UU.
La derrota generó un espíritu regeneracionista, con intentos de reforma, pero el sistema de la Restauración demostró su incapacidad para modernizarse. A pesar de movimientos regeneracionistas liderados por intelectuales como Joaquín Costa y la Generación del 98, el regeneracionismo perdió fuerza en la sociedad. Al ascender Alfonso XIII al trono en 1902, se cerraba una etapa política del siglo XIX, dejando numerosos problemas para el nuevo siglo.
A principios del siglo XX, el sistema político de la Restauración, basado en una monarquía liberal poco democrática según la Constitución de 1876, seguía en vigor. Aunque había funcionado con estabilidad gracias al pacto entre los partidos dinásticos para alternarse en el gobierno, a finales del siglo XIX surgía el regeneracionismo, una corriente que criticaba este sistema y proponía la modernización de España en diversos aspectos.
Al ascender Alfonso XIII al trono en 1902, los partidos dinásticos experimentaron crisis internas, y el sistema de turno se mantuvo, eligiendo nuevos líderes como Antonio Maura y José Canalejas. Maura intentó realizar reformas políticas y sociales, pero sus propuestas, como la Ley de Administración Local y la autonomía para Cataluña, enfrentaron oposición y no fueron aprobadas. La acción colonial de España se concentró en Marruecos, llevando a conflictos con tribus bereberes y generando tensiones, como la Semana Trágica de Barcelona en 1909, marcada por una revuelta contra la guerra en Marruecos. La gestión de Maura se vio afectada por la violencia y la represión durante la Semana Trágica.
El gobierno de Canalejas, posteriormente, buscó regenerar el sistema de la Restauración con medidas de modernización, como la separación de la Iglesia y el Estado, libertad religiosa y reformas sociales. Estas incluyeron regulaciones laborales, mejoras en las condiciones de vida y trabajo, y medidas de protección social, como la reducción de la jornada laboral y la ley de accidentes de trabajo. Además, se estableció el servicio militar obligatorio en tiempos de paz y se implementaron cambios en la enseñanza religiosa.
A principios del siglo XX, España enfrentó una creciente inestabilidad política y social. En el verano de 1917, la Restauración, afectada por conflictos militares, políticos y sociales, vivió una situación crítica.