Portada » Lengua y literatura » Novecentismo y Vanguardias: Autores y Obras Clave de la Generación del 14
Cuando se habla de Novecentismo nos referimos a la obra de un grupo de autores formado por personalidades procedentes de ámbitos culturales dispares (medicina, filosofía, literatura, etc.), que alcanza su momento de máximo esplendor a partir del año 1914, de ahí el término Generación del 14 que también se les aplica. Estos autores asisten en esta época a diversos acontecimientos de gran importancia como la Primera Guerra Mundial (1914) y el triunfo de la Revolución Soviética (1917).
Tanto la Generación del 98 como la del 14 comparten preocupaciones y convicciones frente al ochocientos y, más concretamente, frente a la Restauración (*). Pero después los novecentistas se desmarcan por completo de las ideas irracionalistas, existencialistas y vitales que tanto influyeron en los del 98 y optan por la intelectualidad, tanto en la investigación de la realidad del país como en la defensa del avance liberal.
También buscan estos autores, de una forma decidida, la solución en el acercamiento a Europa, acercamiento que sirve tanto para formar a los escritores (los del 98 eran autodidactas) como para influir en sus obras, entre las que destacarán los ensayos rigurosos que, impulsados por la modernización de la Universidad y el asentamiento de la industria editorial, se convertirán en el mejor vehículo para sus ideas.
José Ortega y Gasset, el guía indiscutible del grupo (“Generación de Ortega”, se le llegó a llamar), nació en Madrid, en el seno de una familia acomodada de periodistas, escritores y políticos. Funda en 1915 la revista España y, en 1923, la Revista de Occidente, en la que hallarán cabida las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los campos del pensamiento y de la creación. De entre su abundante producción ensayística debemos destacar, por su influencia sobre la literatura y el arte de la época, La deshumanización del arte, en la que el autor pretende acabar con la reproducción de la realidad para conseguir un arte puro, pulcro y sin sentimentalismos, en el que el hombre y el papel de su inteligencia sean seriamente revisados.
Por otro lado, la influencia de las corrientes vanguardistas es definitiva en la novela o la poesía de los escritores del 14, puesto que su objetivo era renovar la base de los códigos estéticos. El cubismo, el ultraísmo y creacionismo defendían la capacidad creadora de las imágenes y las metáforas; el dadaísmo ofrecía espontaneidad expresiva; y el expresionismo y surrealismo les permitía iniciar la rehumanización que recoge las emociones, la angustia y la rebeldía.
Podría decirse que toda la actividad poética de Juan Ramón Jiménez está guiada siempre por un mismo anhelo de perfección, de belleza y de totalidad. En su evolución poética, encontramos una primera época modernista que se caracteriza por la influencia de Bécquer y se refleja en sus poemas espirituales. La segunda época la dedica principalmente a la prosa poética. La obra Diario de un poeta recién casado supone ya la ruptura definitiva con el modernismo y el paso claro hacia una nueva sencillez y refleja su tercera época intelectiva. Durante su exilio en América, en esta cuarta época espiritual, Juan Ramón busca que su obra sea más exigente y ambiciosa.
Ramón Pérez de Ayala se le considera el más claro representante de la novela intelectual. Pérez de Ayala se esfuerza en sus novelas por conseguir una transcripción de su pensamiento, de sus paradojas, de su complejidad. En el terreno de la técnica, el perspectivismo (la realidad tiene dos visiones) es la principal aportación de Pérez de Ayala, y un reflejo de ello es su obra Belarmino y Apolonio (*). En cuanto a su estilo, destaca la mezcla de ironía y amenidad.
Gabriel Miró: Sus novelas pueden calificarse de líricas y presenta una gran sensibilidad y excepcional capacidad de captar sensaciones: luz, aromas, sonidos, colores.
Carlos Arniches, conocido por sus sainetes costumbristas ambientados en un Madrid pintoresco y popular, con personajes que expresan su habla castiza, también cultivó la tragedia grotesca en La señorita de Trevélez. Serafín y Joaquín Álvarez Quintero: todas sus obras –sainetes y comedias– no son más que cuadros de costumbres andaluzas.
Ramón Gómez de la Serna es el eslabón entre el novecentismo y los movimientos de vanguardia. Además de escribir peculiares novelas, ensayos y obras teatrales, destaca por sus greguerías, piezas breves que él mismo definió como una mezcla de humor más metáfora.