Portada » Geografía » El Clima y las Aguas en la Península Ibérica: Una Perspectiva Actual
España, debido a su ubicación en la zona templada entre dos continentes y a su diversidad geológica y geomorfológica, presenta una variedad de climas. Fundamentalmente, se puede hablar de clima oceánico y clima mediterráneo, aunque esta clasificación simplifica la realidad.
En el norte, el frente cantábrico, más débil que el frente atlántico, no penetra en el centro de la Península al no superar la Cordillera Cantábrica. La zona oeste, bajo la influencia del frente atlántico, es más húmeda, especialmente en Portugal, donde se registran mayores precipitaciones.
El sur recibe calor procedente del norte de África, con olas de calor ocasionalmente acompañadas de polvo del Sahara. Desde Europa, llegan olas de frío en forma de masas de aire. En algunas zonas de la costa mediterránea, se producen precipitaciones intensas, conocidas como «gota fría», que suelen causar inundaciones y lluvias torrenciales.
Tradicionalmente, se ha diferenciado entre una España seca y una húmeda (Hispania), aunque los expertos consideran esta clasificación una simplificación excesiva.
Factores:
Son situaciones anómalas, típicas de otoño e invierno, donde se altera el gradiente térmico altitudinal. En las zonas bajas se acumulan nieblas, mientras que las zonas elevadas presentan cielos despejados y temperaturas más altas.
Ola de frío, ola de calor, sequía, aridez… Son temas sobre los que se suele opinar sin tener en cuenta que la climatología es una disciplina científica con métodos y conceptos específicos. Se basa en el estudio estadístico de fenómenos atmosféricos, y para que los datos sean fiables, deben ser recogidos con una metodología rigurosa durante al menos 30 años consecutivos.
El profesor James Lovelock propuso la Teoría Gaia a finales de los años 60, sugiriendo que el planeta se comporta como un ente superior que se autorregula, similar a un ser vivo. Esta teoría, apoyada por Lynn Margulis, gana cada vez más apoyo científico. Un ejemplo es la influencia de un tipo de alga marina en la formación de nubes y la lluvia.
El agua, única sustancia natural presente en tres estados, es esencial para la vida. El ciclo hidrológico actual difiere de la concepción antigua, que consideraba el agua dulce procedente del interior de la tierra. Hoy se entiende el agua, tanto dulce como salada, como parte de un sistema unitario donde el agua pasa a la atmósfera, cae a la tierra y reinicia el proceso.
Las ciencias que estudian las aguas son la hidrología, la oceanografía y la limnología.
Se presenta en forma dulce y salada. El agua dulce, además de estar influenciada por fenómenos climáticos, se encuentra en ríos, afluentes, aguas subterráneas, humedales y glaciares.
Un río es una corriente de agua continua o discontinua que desemboca en el mar, una laguna u otro río, o se infiltra en el suelo. Según su alimentación, pueden ser nivales (nieve), pluviales (lluvia) o pluvio-nivales (mixtos). También pueden ser controlados por el subsuelo.
Desde el punto de vista del régimen, pueden ser estacionales o no estacionales. Según el origen de sus aguas, pueden ser alóctonos (aguas de lugares lejanos) o autóctonos.
Todos los ríos tienen un nacimiento, curso alto, curso medio y desembocadura. El nacimiento de un río puede ser cultural o histórico, o científico.
Son grandes concentraciones de agua subterránea con dinámica propia, circulando lentamente (10-20 m al año). En algunos casos, se trata de agua fósil. Se clasifican según un sistema decimal. El mayor problema de los acuíferos es la contaminación y la sobreexplotación.
Son zonas con agua permanente o intermitente, de diferente extensión, tipo de agua y tipología. Pueden ser de origen estructural, antrópico o climático. Presentan gran riqueza ecológica, pero se encuentran amenazados y en mal estado de conservación.
En España existen tres vertientes principales: la mediterránea, la atlántica y la cantábrica. En relación con el relieve, el sustrato, el clima y la vegetación, encontramos ríos cortos y caudalosos en el norte, cortos y estacionales en el mediterráneo (excepto algunos grandes como el Ebro) y ríos largos y caudalosos en la vertiente atlántica.
Los ríos españoles están regulados por presas y contaminados. Los humedales son numerosos, diversos y en mal estado de conservación.
Castilla-La Mancha cuenta con ocho cuencas hidrográficas, de las cuales una (el Duero) no suele representarse por su pequeña extensión (18 km²). Las cuencas más importantes son el Tajo y el Guadiana, seguidas del Júcar, Guadalquivir, Segura, Ebro y Turia.
El ser humano se ha asentado cerca de ríos y manantiales. Los ríos han sido fuente de beneficios y riesgos, utilizados como fuerza motriz, vías de comunicación y transporte. En España, proyectos de ingeniería para hacer navegable la península resultaron costosos e ineficientes.
En el siglo XX, los ríos se convirtieron en desagües contaminados o secos, con un elevado número de presas. La Ley de Aguas de 1985, considerando el ciclo del agua como unitario y de dominio público, supuso un avance.
En los años 90, surgió la Nueva Cultura del Agua, un movimiento de economistas, ecologistas y colectivos afectados por grandes obras, que formó la Coordinadora de Afectados por Grandes Embalses y Trasvases (COAGRET).
La gestión del agua recae en las Confederaciones Hidrográficas. La Ley de Aguas propone la cuenca hidrográfica como unidad de gestión y la elaboración de un Plan Hidrológico Nacional (PHN), que generó controversia por las propuestas de presas y trasvases.
Consideradas inicialmente positivas, las presas presentan altos impactos ambientales y sociales, y beneficios discutibles. El análisis coste-beneficio las considera infraestructuras no rentables.