Portada » Español » Desarrollo de la lectoescritura en preescolar: Estrategias para el aprendizaje
Primer Nivel: Los niños reconocen que la escritura es distinta al dibujo. Aunque no entienden aún las letras, sus producciones son lineales y usan símbolos arbitrarios, reflejando la organización y disposición visual de la escritura.
Segundo Nivel: Desarrollan criterios sobre la cantidad y variedad de letras en las palabras. Aunque no analizan aún los sonidos individuales, comienzan a usar distintas grafías y exigen que cada palabra se vea diferente, aunque no correspondan al sonido exacto.
Tercer Nivel: Avanzan hacia la hipótesis silábica (representar una sílaba con una letra), la silábico-alfabética (combinan sílabas y sonidos individuales) y finalmente la alfabética (cada letra representa un sonido específico). Este proceso muestra una evolución de la escritura aproximada a la convencional.
Estos niveles no dependen solo de la edad, sino de la exposición a la escritura en su entorno. A medida que interactúan con el sistema escrito, ajustan sus producciones. Es importante que los maestros valoren estas etapas como parte del aprendizaje, permitiéndoles “escribir a su manera”.
Emilia Ferreiro señala que el nombre propio tiene una carga emocional particular, siendo parte de la identidad del niño y una herramienta clave en la enseñanza de la escritura. Al escribir su nombre y el de sus compañeros, comienzan a entender que las letras tienen un orden y un sonido específico, lo que les ayuda a comprender el sistema de escritura.
El docente juega un papel esencial al guiar a los niños para que copien y reconozcan sus nombres en actividades diarias, como registrar la asistencia o identificar pertenencias. Se recomienda usar carteles con nombres en mayúsculas y sin ilustraciones, para que enfoquen su atención en las letras. Esto les permite practicar la lectura y escritura de forma significativa.
Las actividades de escritura de nombres no deben ser un simple ejercicio de copiar; deben ayudar a los niños a pensar en el orden de las letras y las razones de su secuencia. El docente puede plantear actividades en pequeños grupos, promover el trabajo colaborativo y fomentar el intercambio de ideas, facilitando el aprendizaje de las bases del sistema alfabético.
Que los niños escriban su nombre para “firmar” sus trabajos y practicar la escritura. Además, se busca que aprendan a revisar sus escritos y compararlos con modelos (como carteles) para verificar si falta o sobra alguna letra y si están en el orden correcto.
Individualmente, en parejas o en grupos pequeños. Frecuencia: cuando la actividad lo requiera.
La maestra guía, motiva y ayuda a los niños a identificar y copiar las letras de sus nombres. Esto incluye:
Este proceso permite que los niños desarrollen su escritura al analizar las letras y la secuencia, comprendiendo el sistema alfabético. La revisión les permite observar el trabajo desde otra perspectiva, promoviendo un aprendizaje más profundo y colaborativo.
Las listas son textos sencillos y frecuentes en el aula. A través de ellas, los niños practican la escritura en actividades como proyectos o tareas cotidianas. Un ejemplo es pedirles que hagan una lista de materiales para traer a clase.
El cuaderno agenda se introduce como herramienta para anotar, recordar y comunicar información. Los niños pueden usarlo para escribir listas de materiales, anotar actividades especiales, registrar ingredientes de recetas y dibujar objetos observados. Se busca que el uso del cuaderno tenga un propósito claro y esté ligado a situaciones reales.
El texto trata sobre un cambio en la enseñanza de la lectoescritura, iniciado en los años 70 por investigadoras como Emilia Ferreiro y Ana Teberosky. Este cambio, conocido como “psicogénesis de la lengua escrita”, parte de entender que los niños construyen su conocimiento sobre la escritura de forma activa.
En lugar de enseñarles a leer y escribir como un simple proceso de reconocimiento de letras y sonidos, esta perspectiva se centra en el desarrollo cognitivo del niño. A medida que avanzan, dejan de ver la escritura como un dibujo y empiezan a entender su estructura y su relación con el lenguaje hablado. Esto cambia la forma en que los docentes abordan la enseñanza: se da más importancia a que los niños comprendan la lógica de la escritura.
La simple disponibilidad de libros no es suficiente; lo crucial es cómo el maestro interactúa con los alumnos durante las actividades de lectura.
Es importante el acceso a variedad de textos y que puedan leer en voz alta y en silencio, individualmente o en grupo.