Portada » Lengua y literatura » Simbolismo y Temas Recurrentes en la Poesía de Lorca
Lorca utiliza frecuentemente símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte, aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en Lorca:
Es, sin duda, Lorca el poeta de la lucha diaria y cotidiana con la muerte, que aparece trágica e implacable. La vida se ve entonces impotente ante las garras de la nada, del vacío. Habitualmente se suelen hallar los temas entrelazados entre sí, aunque haya uno que sea más sobresaliente en el poema. Muchas veces los temas están inmersos en imágenes, en símbolos. De entre todos, los temas más significativos son:
La ruptura experimentada por el teatro español de posguerra con el anterior a la contienda civil fue solo parcial o relativa. Junto con la comedia de Benavente, perviven géneros tradicionales como el melodrama, la comedia humorística y la zarzuela, caracterizados por la escasa ambición literaria en los textos, la búsqueda de la risa fácil y evasión de la realidad. La renovación del teatro vendrá de la mano de Jardiel Poncela y Miguel Mihura. La comedia burguesa, al estilo de Benavente, se caracteriza por desarrollarse en espacios lujosos, personajes pertenecientes a la burguesía o clase media, conflictos personales relacionados con el adulterio, la soltería. La resolución de tales conflictos desemboca siempre en un final feliz. El mérito de este teatro reside en el cuidado de la forma y lenguaje. Los seguidores de Benavente vieron representadas sus obras en la dictadura y gozaron del favor de los empresarios y público. Los más destacados son, además de Benavente:
Constituye una de las manifestaciones más interesantes de la época por su carácter innovador. Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura son los dramaturgos más importantes de esta tendencia teatral.
Hacia 1951 la literatura española dio un giro y empezó la senda del realismo objetivo, dirá Cela. Los años cincuenta suponen el renacer de la novela española: aparece una nueva generación de escritores, que, junto a la generación de posguerra (generación del 36), desarrollarán una narrativa comprometida, denominada novela social. Esta novela social y neorrealista refleja la realidad española y sirve de denuncia de las injusticias sociales.
Es habitual distinguir dos tendencias dentro del realismo social de los cincuenta, si bien no se puede establecer una división tajante entre ambas:
Camilo José Cela toma de nuevo la delantera con La colmena, germen de una actitud crítica que luego desarrollarán muchos novelistas. Prohibida por la censura, se trata de una novela de protagonista colectivo, cuya unidad proviene del ambiente de miseria en que viven los personajes. Es un ejemplo de relato objetivista, pues el autor se limita a presentar desde fuera lo que sucede, el tiempo queda reducido a tres días, y el espacio limitado a una zona de Madrid, que simboliza a toda España. El espacio se circunscribe a Madrid y al café de doña Rosa, punto de encuentro de muchos personajes de la novela. El café representa la sociedad española del momento. Se estructura en seis capítulos y un final. Los capítulos se dividen en secuencias simultáneas, narran múltiples historias que describen una problemática colectiva. Juan Goytisolo se considera el autor más importante. Representante del realismo crítico: Juegos de manos. La novela que recibió el Premio Nadal en el 55 y que tuvo gran repercusión es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. El Jarama presenta un argumento sencillo: un grupo de jóvenes va a pasar un domingo de verano al río Jarama. A lo largo del día entablan conversaciones triviales que ponen de manifiesto el carácter de su existencia, hasta que, al final de la novela, se produce un acontecimiento trágico: la muerte de Luci, una de las jóvenes del grupo. En esta novela se manifiestan las características de la novela social objetivista:
La producción durante la Guerra Civil es escasa y tendenciosa, al servicio de los intereses de cada bando. Son obras de escasa calidad. La contienda provoca un corte muy profundo con la tradición anterior. Al acabar la guerra, buena parte de los intelectuales españoles marchan al exilio o han muerto. Los novelistas jóvenes, al inicio de los 40, se encontraron con un ambiente empobrecido. No hay que olvidar la censura, no solo para los jóvenes creadores, sino para cualquier otra obra del pasado o presente. En estas circunstancias, se desenvuelven los primeros novelistas de la posguerra.
La obra que más sobresale es La familia de Pascual Duarte, en la que Cela desarrolla la autobiografía de Pascual, un campesino violento y analfabeto que, desde la cárcel, relata su vida poco antes de ser ajusticiado por el asesinato de su madre.
Nada es la primera novela que presenta el ambiente real de la inmediata posguerra. En primera persona, cuenta la historia de una muchacha que ha ido a estudiar a Barcelona, donde vive con sus familiares en un ambiente de ilusiones fracasadas. Se constata, a través de la protagonista, un estado de miseria, material y moral, con un tono triste.
Se trata de un texto humanístico, concretamente de un fragmento del ensayo El viaje al poder de la mente, escrito por Eduard Punset, publicado el año 2010 y que pertenece al campo de la psicología.
Presenta un esquema expositivo-argumentativo, ya que trata el tema del altruismo como un sentimiento únicamente humano o que también se pueda dar en el resto de animales, y se apoya en argumentos como los ejemplos que defienden que sea un sentimiento compartido (la cooperación) o los que muestran lo contrario (la falta de control de la impulsividad en los animales), así como el ejemplo final de la cita de Hauser.
Las funciones del lenguaje que aparecen son: la representativa (ya que se transmite un mensaje), la emotiva (que vemos en el uso de 1ª persona: tenemos) y la apelativa (ya que se usa la 2ª persona: tú me lo devuelvas).
Como rasgos lingüísticos, debemos señalar:
La subjetividad se ve en el uso de la 1ª persona del singular (te doy, tengo), plural de modestia (tenemos, vemos), pronombres personales (nosotros, yo) y adjetivos valorativos (magnífico, sentimiento compartido, confortable sillón, comportamiento culpable). Aparece la apelación al receptor mediante el uso de verbos en 2ª persona (tú me lo devuelvas) y oraciones interrogativas (¿Empatizar con el dolor?).
La objetividad se ve en el uso de la tercera persona, presente de indicativo y oraciones enunciativas (afecta, ocurre, parecen, se abrazan…) y en las formas no personales (poder, ser, cooperar, capturar, saber…).
El texto está escrito en un registro estándar del castellano, en un nivel formal, y como muestra de ello, aparece un vocabulario abstracto (altruismo, sentimiento, cooperación). Además, se emplean términos propios de la disciplina que trata el texto, la psicología (humanos, altruismo, pacientes, estrés, impulsividad, empatizar…).