Portada » Geografía » Transformaciones Migratorias en España: De la Emigración a la Inmigración
En la década de los 60, más de un millón de españoles emigraron a países europeos con economías más desarrolladas, como Francia, Alemania y Suiza, para trabajar en empleos fijos. Estos emigrantes provenían principalmente de Andalucía, Galicia, Valencia, Castilla y Extremadura. Los emigrantes enviaban sus ahorros a España, lo que contribuyó a aumentar la liquidez de las familias españolas. Tras la crisis de los 70, muchos emigrantes volvieron al país debido a la reestructuración de las industrias europeas. La vuelta de los emigrantes provocó un aumento demográfico, sobre todo en Andalucía y Murcia.
La emigración ha sido el movimiento de población más destacado en Castilla y León. Las actuales características demográficas son, en gran medida, consecuencia de la fuerte emigración que tuvo lugar entre 1950 y 1975, afectando a más de un millón de personas. A partir de entonces, prácticamente se ha detenido, e incluso en la actualidad, se registra una corriente inmigratoria protagonizada por antiguos emigrantes retornados e inmigrantes extranjeros.
Este se inició ya en la primera mitad del siglo XX, debido a las crisis agrarias. En la posguerra, y sobre todo en el período 1960-1975, el éxodo rural se intensificó por la baja rentabilidad de la agricultura de secano, la mecanización y la atracción de las actividades urbanas. Primero emigraron los varones jóvenes, pero pronto afectó a familias completas y a las mujeres jóvenes. Su destino fueron las regiones españolas más industrializadas (Madrid, País Vasco, Barcelona y Asturias), Europa y también algunas ciudades de la propia comunidad (Valladolid, las demás capitales provinciales y algunas localidades como Ponferrada, Miranda de Ebro o Aranda de Duero). La elevada emigración tuvo graves repercusiones en la región:
Hoy, Castilla y León sigue siendo una región emisora de emigrantes. El principal problema es que una buena parte de estas salidas corresponden a jóvenes con una alta preparación académica (universitarios en gran medida, y de carreras técnicas), que no encuentran aquí una ocupación acorde con su cualificación. Sin embargo, la llegada de inmigrantes extranjeros -que no alcanza la importancia que adquiere en otras comunidades españolas- palia en parte esta sangría demográfica y compensa el crecimiento vegetativo negativo de esta comunidad. La razón de fondo que subyace es el escaso dinamismo económico de Castilla y León. Por ello, y a falta de un mayor desarrollo regional, la solución a los problemas demográficos parece venir de los aportes de la inmigración para obtener un crecimiento demográfico positivo.
Como consecuencia de la Guerra Civil, salieron de España 300.000 exiliados, que se dirigieron sobre todo a Francia, México y Rusia. La Segunda Guerra Mundial cortó la salida de emigrantes. Los destinos de la emigración desde 1946 fueron:
Se redujo mucho por las restricciones que pusieron los países americanos. Los emigrantes se dirigieron sobre todo a Argentina, Venezuela y Cuba. El momento cumbre fue en la primera mitad de los 50, pero después disminuyó, y son muchos los que retornan. Galicia, Asturias y Canarias son las comunidades de origen de la mayoría de estos emigrantes ultramarinos.
Hubo que esperar a los años 50 por el aislamiento al que estaba sometida España. Pero la reconstrucción de Europa, ayudada por el Plan Marshall, demandaba mano de obra, escasa por las bajas bélicas. La procedencia era de las zonas más deprimidas y con mayor crecimiento demográfico: Andalucía y Extremadura. En los países de destino ocupaban los puestos de trabajo más duros y peor remunerados.
Fue la época del boom de la emigración.
Muy reducida y comienzan a aumentar los destinos a EE.UU., Canadá y Australia. Cada vez emigran más obreros industriales especializados que se trasladan con toda la familia. A partir de los años 80 son profesionales de alta cualificación.
Desde 1960, el crecimiento fue espectacular, por la presión demográfica, la mecanización de las tareas agrícolas, las facilidades dadas por el gobierno franquista con el fin de obtener divisas y las consecuencias del Plan de Estabilización del 59, con la devaluación de un 100% de la peseta, con lo que era muy rentable emigrar al exterior. Esta salida de emigrantes fue una de las claves del éxito del propio Plan de Estabilización. Desde 1960 a 1975 salieron de España un millón de emigrantes de forma legal, y se calcula que otro millón salió de forma clandestina o como turista. Esta tendencia se cortó con la Crisis del 73, con lo que se produjo una gran corriente de retorno de emigrantes. La emigración afectó a todas las regiones, sobre todo a Galicia, Andalucía, Castilla y León, Valencia y Extremadura; y los países de destino habían sido Alemania, Francia y Suiza.
Sus características: Era sobre todo población masculina joven de origen rural. Su escasa preparación profesional les obligaba a ocupar puestos de peones mal pagados y a veces peligrosos. No se integraron socialmente y con la crisis, bastantes fueron obligados a retornar, incluso con ayudas de los gobiernos, prejubilando a muchos.
Los ingresos por remesas de emigrantes, junto con los del incipiente turismo fueron uno de los motores del desarrollo español y del equilibrio de la balanza de pagos. Muchos no retornaban a su lugar de origen, sino que preferían las capitales de sus provincias o las que se estaban desarrollando, con lo que se contribuyó al despoblamiento rural. Este regreso masivo de emigrantes acrecentó, a finales de los 70 el problema del desempleo en España.
Desde la entrada en la UE y sobre todo tras la firma del Tratado de Maastricht en 1992 hay libertad de movimientos en Europa y casi podríamos hablar de migraciones interiores, pues tienen las mismas características. Se hacen por razones profesionales entre población urbana.
La emigración casi ha desaparecido (2003: 26.000 personas). Han vuelto dos millones y medio de emigrantes, pero siguen residiendo fuera de España 1 millón, la mitad en América (Argentina, Venezuela, Brasil y EE.UU.), y la otra mitad en Europa (Francia, Alemania, Suiza, Reino Unido y Bélgica). No obstante, para casi todos los países el balance es favorable a España, pues hay más ciudadanos comunitarios residiendo en España que españoles en la UE.