Portada » Filosofía » La Crítica de la Razón Teórica en Kant: Fundamentos del Conocimiento Científico
Kant consideró oportuno realizar una crítica de la razón teórica para demostrar que no se podía conocer nada excepto la naturaleza. Kant descubre que la naturaleza del conocimiento científico consiste en ser una síntesis “a priori”. Si se consigue establecer cuál es la naturaleza de la síntesis a priori, podrá solucionarse el problema de por qué son posibles como ciencias la matemática y la física. El conocimiento científico consta de juicios universales y necesarios que aumentan el conocimiento. Así pues, hay juicios en los que se establece una relación entre un sujeto y un predicado, que pueden ser:
Kant explica que el juicio científico es el juicio sintético “a priori”, porque cumple las dos condiciones (aporta información y es universal y necesario). Si podemos construir juicios sintéticos a priori es porque no todo nuestro conocimiento procede de la experiencia, aunque todo nuestro conocimiento comienza en la experiencia.
Todo nuestro conocimiento comienza con los sentidos, pero no todo él se origina de ellos. Por los sentidos nos son dados los objetos. El producto de los sentidos son las intuiciones, y todas ellas son sensibles y nunca traspasan la barrera de la sensibilidad. Para Kant, no existe la intuición intelectual. Dichas intuiciones pueden ser:
Las puras están en nuestra sensibilidad y gracias a ellas son posibles las intuiciones de objetos que están fuera de nosotros. El espacio no es un concepto, porque un concepto es un producto de nuestro entendimiento, válido para muchos objetos de la realidad (coche, casa…). En cambio, el espacio no hay más que uno y no existe si no existe un sujeto que coloca en él todo lo que influye a la experiencia externa. Su propiedad es la simultaneidad, que permite colocar multitud de objetos en el mismo tiempo. Por ello, es posible la geometría como ciencia, ya que no tomamos nada de la realidad, sino que lo ponemos nosotros. Otra intuición pura es el tiempo, cuya propiedad es la sucesión. Es condición de toda nuestra experiencia interna. El tiempo tampoco es un concepto; si lo fuera, sería aplicable a muchos, y solo hay uno. De estas dos intuiciones puras “a priori”, el tiempo se pone firme porque es condición de la posibilidad de toda la experiencia, tanto interna como externa. Por ello, la aritmética es posible como ciencia, porque el cálculo supone una abstracción lógica del tiempo.
Las intuiciones son condición necesaria, pero no suficiente para el conocimiento. No basta con ellas para conocer. Tenemos que subir a otra facultad de conocimiento que es el entendimiento. De la misma manera que la sensibilidad producía intuiciones, el entendimiento produce los conceptos y los juicios. Al igual que las intuiciones de la sensibilidad, los conceptos del entendimiento pueden ser:
Cuando unimos las intuiciones y conceptos puros, obtenemos un conocimiento puro que expresamos en juicios sintéticos “a priori”. La física es posible como ciencia porque formula juicios sintéticos “a priori”: sintéticos porque hacen referencia al mundo fenoménico de la experiencia y “a priori” porque están sustentados por las categorías de causa-efecto. Las categorías se pueden aplicar solo a los fenómenos, es decir, objetos que se dan en la experiencia. Las ideas trascendentales (alma, mundo y Dios) sobrepasan los límites de la experiencia; por tanto, son noúmenos, es decir, aquello que solo se puede pensar y no conocer.
Kant ha sido considerado como el mayor filósofo ilustrado. A pesar de las duras críticas y excesos que soportaba la Ilustración, el pensamiento del filósofo alemán siguió fiel a los valores ilustrados. La Ilustración fue un movimiento intelectual que nació en el siglo XVII en Inglaterra y se desarrolló en la Francia y Alemania del XVIII, aunque se extendió por toda Europa. Kant la definió como la “salida del hombre de su minoría de edad”, contrastando esta época con las anteriores en las que el ser humano había renunciado al uso de su razón.
Para la Ilustración, el hombre es un ser racional y bueno por naturaleza. La razón es el rasgo central del ser humano en detrimento de los sentimientos; la ideología ilustrada no reconoce a la tradición o la autoridad, sino que lucha contra los prejuicios y los particularismos nacionales. El concepto ilustrado de humanidad es universal, ya que todos los hombres son iguales y libres. Además, el mal del hombre es accidental y no es un rasgo radical de su naturaleza, lo que permite al filósofo asumir la historia humana como un progresivo perfeccionamiento moral y material.
Los ilustrados solían ser críticos con la religión, decantándose muchos por posiciones deístas o sencillamente ateas. La ciencia también tiene un papel importante en el pensamiento ilustrado, que deposita una confianza plena en la fuerza de la técnica científica para mejorar las condiciones materiales del hombre. A nivel político, la Ilustración pasó de promulgar una reforma humanizadora del poder absolutista de los reyes con el “despotismo ilustrado” a defender la revolución contra los poderes establecidos y apoyar a la república sufragista como modo de gobierno mejor (revoluciones norteamericana y francesa). Los excesos revolucionarios fueron un golpe al proyecto ilustrado de fraternidad y libertad entre los hombres: el sueño de la razón produce monstruos.