Portada » Lengua y literatura » Pedro Lezcano: Compromiso Social y Estilo Teatral en ‘La Chabola’
Aunque nació en Madrid, su vida se vinculó al archipiélago canario, concretamente a Gran Canaria. Contó con la compañía y la amistad de otros poetas con los que compartió estilo y tendencia, como Agustín Millares Sall. Además, adquirió una formación universitaria que, sin duda, repercutió en su dominio de la escritura. Como sus contemporáneos, las revistas pronto serán el primer marco de sus producciones, destacando Garcilaso y Espadaña, entre otras, donde Lezcano consolidará su voz poética y adquirirá cierta fama.
Su vida estuvo caracterizada por el bullicio de las revistas, los recitales y tertulias en el Café Gijón y bajo los influjos poéticos del renacentista Garcilaso y los modernos Lorca y Miguel Hernández.
De su dilatada dedicación al teatro hemos de mencionar la creación y dirección por su parte del Teatro Insular de Cámara, compañía de la que fue asimismo actor y con la que representó a autores, tanto clásicos como modernos, españoles y extranjeros.
Podríamos considerar que el tema esencial de este pequeño cuento llamado La Chabola, que forma parte del libro de relatos Cuentos sin geografía y otras narraciones (1968), es el retrato, casi la fotografía cotidiana de la pobreza particular de una familia de la clase trabajadora. A nivel formal, diríamos además que el relato se acerca a la pintura de costumbres. Y por su planteamiento y el modo peculiar de presentar tanto el ambiente como los personajes, el cuento se acerca a una verdadera escena teatral.
En Lezcano, y particularmente a medida que su obra fue avanzando en el tiempo, el compromiso con lo social fue ganando terreno.
El autor nos invita a compartir la cena en la infravivienda de la familia de Juan, al parecer un pescador del arte del chinchorro (tipo de red que da nombre a un tipo de pesca) y nos ofrece con ello un sobrio testimonio del que se sospecha sea el día a día de esta familia trabajadora.
Este breve relato suyo presenta una disposición y un enmarque auténticamente teatrales. Por otro lado, hacia el final de la escena, aparece un narrador con su tono de voz en off.
Otros datos circunstanciales y ambientales nos concretan aún más la ubicación y el tiempo de esta verosímil escena recreada, probablemente perteneciente a la costa sureña del municipio grancanario de Maspalomas, verificable por la mención de las mareas del Pino, allá por los años 60.
Finalmente, encontramos en el cuento la presencia de los americanos e ingleses, que fueron los primeros responsables de instalar grandes empresas tomateras y de ocuparse de las instalaciones del Centro Espacial de Canarias (ubicado en Maspalomas) que en los años 60 fue responsabilidad de la NASA.
Los términos dialectales o canarismos que se emplean son frecuentes: carburo, choza, rezados, revira, papas, gofio… subrayando con ellos el pintoresquismo del relato. Igualmente, el cuento destaca por la presencia reiterada de determinados recursos estilísticos: las hipérboles, como la que se emplea para ponderar el mar de estrellas sobre la arena en la introducción del relato, o para maldecir al benjamín de la familia, llamándole condenado (con un vocativo desemantizado) o la que enfatiza la frescura del pescado que, aun cocinado, se mueve.
También apreciamos el uso de la ironía y el humor, cuando Lezcano afirma que Juan el pescador <<suele llamar la ONU a su chabola>>, o cuando se relatan las variantes del nombre de la abuela, para certificar su decadencia, empleando una derivación en evidente escala descendente y paralelística: Juanona, Juana, Juanita, Juanitita. Otros paralelismos apreciables son el que enumera las instrucciones que la madre da a los hijos: <<Que Pepa…>>, <<Que Justo…>>, <<Que Isabela…>>
Son igualmente llamativos otros recursos tales como la metonimia al citar solo la marca del tabaco que fuma Juan (<<su virginio>>), algunos sesgos vulgares como el <<cuálo>> de María, que pone el énfasis en el registro coloquial del teatro y el carácter fotográfico del mismo.
Como se comentó, el arte literario se esfuerza por plasmar las desigualdades y exigirnos respuestas, sacudir nuestras conciencias e invitarnos a no ser indiferentes. Reconocer pues que hay determinados sectores afectados por la falta de recursos económicos en situaciones de pobreza, desigualdad o marginalidad.
En este relato se refleja una realidad innegable, que aunque no queramos ver, convivimos con ella: la pobreza. Salimos del zaguán, en plena ciudad, y un vagabundo dormita. La imagen por rutinaria, repetitiva o constante pierde su eficacia y creemos que así debe ser, pero Lezcano nos invita a no hacer la vista gorda ni oídos sordos.
Intentar cambiar las situaciones de desigualdad reinantes y no mirar a otro lado deberían ser los principios que guíen nuestras actuaciones. La literatura social no debe permanecer al margen de lo que ocurre a nuestro alrededor, sino contribuir a la mejora de la sociedad. La credibilidad y certeza que imprime Pedro a su mensaje testimonial es tal que le confiere rango universal.