Portada » Historia » Transición Española: De la Constitución a los Gobiernos del PSOE
La Constitución fue debatida y aprobada por las Cortes y, posteriormente, sometida a referéndum popular el 6 de diciembre de 1978. Sancionada por el Rey, entró en vigor el 29 de diciembre.
La Transición se vio salpicada en numerosas ocasiones por manifestaciones de oposición al cambio político, encabezadas por los sectores inmovilistas, el llamado “Búnker”. Se centraron en apoyar acciones que posibilitasen una marcha atrás, como los sucesos de enero de 1977 (asesinato de abogados laboralistas en Madrid) o la planificación de un golpe militar.
Desde el punto de vista económico, la transición política coincidió con la crisis económica mundial de los años setenta (la crisis del petróleo). En 1977, el índice de inflación se disparó hasta un 26% anual y el paro comenzó a subir de manera alarmante, más del 5% de la población activa.
En estas circunstancias, en octubre de 1977, todos los partidos políticos realizaron un pacto social: los Pactos de la Moncloa. Estos acuerdos entre el Gobierno, los empresarios, partidos y sindicatos tenían como objetivo reducir la inflación, devaluar la peseta y reformar la Hacienda pública y la Seguridad Social. Aunque los pactos eran sobre todo económicos, tras ellos estaba la necesidad de conseguir apoyos y reforzar el Estado democrático. Pronto afloraron los resultados de los pactos con la reducción de la conflictividad y la mejora de la economía (la inflación disminuyó hasta el 16%).
Aprobada la Constitución, se disolvieron las Cortes y se convocaron nuevas elecciones (marzo 1979), en las que la UCD volvió a ganar con 168 escaños frente a 121 del PSOE. El PCE, muy distanciado, quedó con 23 escaños; y Coalición Democrática (antigua AP) fracasó con 9 escaños. Los partidos nacionalistas y regionalistas de CiU y PNV se mantuvieron, y avanzaron los andalucistas del PSA con 5 escaños. Surgió un partido radical vasco, Herri Batasuna, con 3 escaños, y la extrema derecha consiguió un escaño (Unión Nacional).
La UCD entró en crisis ante su escisión interna, que fue aprovechada por la oposición, presentando una moción de censura contra Suárez. Finalmente, Suárez dimitió en enero de 1981 y fue sucedido por Calvo Sotelo.
El intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981 por parte de un sector del ejército contrario a la evolución política, dirigido por el teniente coronel Tejero, llegó a irrumpir violentamente en el Congreso. Sin embargo, el golpe fracasó por la falta de apoyos militares y del propio monarca.
Desde el verano de 1981 hasta otoño de 1982, la UCD terminó por desintegrarse. La culminación se alcanzó con el abandono de Suárez, quien formó su propio partido, el CDS (Centro Democrático y Social) en julio de 1982. En agosto, el presidente Calvo Sotelo disolvió las Cortes y convocó elecciones para octubre del 82.
Estas elecciones se saldaron con una aplastante victoria del PSOE (202 escaños), gracias al hundimiento de la UCD y el PCE (4 escaños de 23). La derecha avanzó con Coalición Popular (107 escaños) y los nacionalistas, CiU y PNV, se mantuvieron; aunque el PSA (Partido con vocación andalucista) desapareció. Fue la primera vez que la joven democracia española experimentó una mayoría absoluta.
Durante cuatro legislaturas, desde 1982 a 1996, España estuvo gobernada por el PSOE con un gobierno presidido por Felipe González. El PSOE ganó las elecciones en cuatro convocatorias sucesivas: 1982, 1986 y 1989 con mayoría absoluta; y 1993 con mayoría simple.
Catorce años de “gobierno socialista” no equivalieron a catorce años de socialismo. La palabra socialismo ya no tenía su significado clásico del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. El gobierno del PSOE no transformó de ninguna manera ni el orden social ni la mayor parte de las estructuras socioeconómicas.
Dentro de los gobiernos socialistas se pueden establecer tres momentos:
El primero de estos periodos (1982-1986) coincide con los años de mayor impulso reformista y reorganización de la política del país, enfocada en la incorporación a las instituciones europeas: la firma de adhesión a la CEE (1986) y la polémica permanencia en la OTAN. Desde el punto de vista económico, la prioridad esencial fue la reducción de la inflación, que descendió al 14% en 1982 y al 8% en 1985. En materia social, hubo un aumento de la protección (subsidios de desempleo, jornada laboral de 40 horas, etc.).
En el segundo periodo (1986-1993), en el terreno económico se inclinó hacia soluciones de corte liberal o neoliberal. En este periodo aumentó la bonanza económica, que favoreció el enriquecimiento rápido y, a veces, ilícito de algunos empresarios, banqueros y especuladores, fenómeno que se denominó comúnmente como “pelotazo”.
Además, hubo una política centrada en la lucha antiterrorista, en la que se emplearon en varias ocasiones medios ilegales por parte del Estado (conexiones con los GAL y el uso indebido de fondos reservados). En 1992 se celebraron dos acontecimientos internacionales: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, que mostraron una imagen de país moderno.
El tercer periodo (1993-1996) es de dificultades y de evidente declive. Esta legislatura empezó con una mayoría simple para el PSOE, muestra de las consecuencias del desgaste en el poder. La nueva situación hizo aflorar los males que se enquistaban en una política a largo plazo basada en la mayoría absoluta y se descubrieron fenómenos como el de la “corrupción”, que tuvieron como arquetipos a Juan Guerra y a Luis Roldán.