Portada » Historia » Expansión Mediterránea y Atlántica de la Corona de Aragón y la Unión Dinástica con Castilla
De los territorios que integraban la Corona de Aragón, tres de ellos: Cataluña, Valencia y Baleares, se abrían al Mediterráneo, lo que determinó su vocación comercial y su ámbito de actuación. Desde finales del siglo XIII, los monarcas aragoneses emprendieron una importante expansión política por el Mediterráneo. A pesar de la oposición de Francia y el Papado, incorporaron a la Corona: Sicilia, Cerdeña y el reino de Nápoles. Incluso, durante un tiempo, pertenecieron a Aragón los ducados griegos de Atenas y Neopatria, conquistados por las tropas mercenarias catalanas, los almogávares (en árabe, «los que entran en tierra enemiga»), que habían acudido en ayuda del emperador bizantino contra los turcos.
Gracias a esta expansión, se desarrolló un activo comercio internacional, en el que Cataluña, y sobre todo Barcelona, tuvo un papel prioritario. Se exportaban hierro y tejidos, y se importaban cereales, pieles y especias. La etapa de máximo esplendor del comercio catalán fue en el siglo XIV, pero la crisis bajomedieval afectó a esta actividad y Valencia sustituyó a Barcelona como principal puerto mercantil. La caída del Imperio bizantino (1453) y el avance turco aceleraron la decadencia del comercio mediterráneo, al mismo tiempo que surgían las rutas atlánticas.
La exploración y conquista de las Islas Canarias se enmarca en el contexto de la expansión por el Atlántico de castellanos y portugueses. Los avances científicos y técnicos hicieron posible esta expansión. Las Islas Canarias no despertaron demasiado interés hasta mediados del siglo XIV, cuando algunos marinos empezaron a embarcarse hacia las islas. Ya en el siglo XV, se emprendió una conquista efectiva del archipiélago. La primera expedición de Jean de Bethencourt ocupó Lanzarote y Fuerteventura, y se ofreció como vasallo al rey de Castilla. A partir de entonces, otros miembros de la nobleza comenzaron a explorar el territorio. A partir de 1475, la monarquía intervino directamente en la conquista de las demás islas, que se mantuvieron como tierras de realengo.
Por su parte, los portugueses habían iniciado, desde comienzos del siglo XV, su propia expansión por el Atlántico sur, siguiendo la costa africana en busca de oro, conquistando Ceuta, Madeira y explorando el Golfo de Guinea; el archipiélago estaba, por tanto, dentro de su zona de interés y se convirtió en motivo de rivalidad con los castellanos. Los portugueses reclamaron ante el Papa, apoyaron a los indígenas rebeldes e incluso llevaron a cabo intentos de ocupación de las islas. Pero el conflicto no se resolvió de modo definitivo hasta 1479, con el Tratado de Alcaçovas, en el reinado de los Reyes Católicos.
Tras la muerte de Enrique IV en 1474, se desencadenó una guerra en Castilla entre Isabel, su hermana, casada con Fernando, hijo del rey de Aragón, y Juana, hija de Enrique. La victoria de los Reyes Católicos tras la batalla de Toro en 1476, convirtió a Isabel en reina de Castilla. Fernando sucedió a su padre, Juan II, como rey de Aragón en 1479. De este modo, quedaron unidas las dos grandes Coronas peninsulares. La guerra de Granada (1482-1492) supuso la incorporación del reino granadino a Castilla. En 1512, Navarra fue ocupada militarmente y Fernando la anexionó a Castilla en 1515.
Aunque Fernando e Isabel decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios, según lo establecido en la Concordia de Segovia (1475), la unión de Castilla y Aragón solo fue dinástica, ya que cada reino conservó sus propias leyes e instituciones. La unión entre Aragón y Castilla fue fruto del matrimonio de los dos cónyuges, sin dar el paso hacia la integración política de sus territorios. Las diferencias eran notables. Castilla superaba a Aragón en extensión, riqueza económica y población. Además, Castilla tenía unas cortes, una moneda y unas instituciones comunes, y no tenía aduanas interiores, mientras que Aragón estaba formado por tres reinos con instituciones propias. A la muerte de Isabel (1504), Castilla quedó bajo el gobierno de su hija Juana y Fernando pasó a ser exclusivamente rey de Aragón, pero la muerte de Felipe de Austria, marido de Juana, y la pérdida de la razón de esta, convirtió a Fernando en regente de Castilla. Finalmente, ambas coronas recayeron en un mismo heredero: Carlos, nieto de los Reyes Católicos e hijo mayor de Juana.
El reino musulmán de Granada era una fuente continua de conflictos, a pesar de que sus emires se declarasen vasallos de Castilla y tributasen por ello. Los Reyes Católicos orientaron sus esfuerzos a la conquista de Granada, con la intención de completar la unidad peninsular; es probable también que percibieran la necesidad de orientar el carácter belicista de la nobleza contra los musulmanes. La guerra comenzó en 1482, aprovechando el incidente de la toma de Zahara por parte de Granada. A la victoria castellana contribuyeron las luchas internas en Granada entre bandos rivales y el enfrentamiento del emir, Muley Hacén, su hermano Muhammad el Zagal y su hijo Boabdil. Fue una guerra más de asedios que de batallas campales. La última campaña fue el asedio de la ciudad de Granada, que duró casi un año. Finalmente, Boabdil negoció en secreto la rendición y unas generosas capitulaciones que solo se respetaron al principio. El 2 de enero de 1492, los Reyes Católicos tomaron posesión de la Alhambra y culminaron el proceso de Reconquista. Los musulmanes que no emigraron fueron finalmente obligados a convertirse al cristianismo, transformándose así en moriscos, por los decretos de 1501 y 1502.
La incorporación de Navarra no se produjo hasta después de la muerte de la reina Isabel. El pretexto fue una supuesta conspiración de Navarra y Francia contra Castilla; esto sirvió de justificación a Fernando para ocupar Pamplona militarmente en 1512. En 1515, en las Cortes de Burgos, Fernando anexionó el reino de Navarra a la corona de Castilla, aunque conservando sus fueros e instituciones propias.