Portada » Geografía » Las Aguas y la Red Hidrográfica de España: Vertientes, Cuencas y Regímenes Fluviales
Las aguas continentales son aquellas que discurren o están estancadas en el interior de los continentes. Incluyen ríos, arroyos, torrentes, lagos, humedales y acuíferos. Las zonas de aguas continentales que tienen salida al mar se llaman zonas exorreicas; las que no tienen salida al mar se llaman endorreicas.
El clima: El agua continental procede de las precipitaciones, que determinan el caudal de los ríos y sus variaciones.
El relieve y la topografía: Influyen en las cuencas y vertientes hidrográficas, la erosión de los ríos y en las obras hidráulicas.
La litología: Determina el predominio de la escorrentía superficial o subterránea. El tipo de roca influye en la formación de los acuíferos, favorecidos por las rocas calizas. Las arcillas favorecen la escorrentía superficial.
La vegetación: Aminora la evaporación, la erosión y el riesgo de inundaciones.
La acción humana: Realiza obras para el abastecimiento de agua y la regularización de los ríos.
Vertiente hidrográfica: Conjunto de cuencas cuyos ríos desembocan en el mismo mar u océano.
La Península Ibérica presenta disimetría entre las vertientes atlántica y cantábrica (donde desembocan el 69% de los ríos peninsulares) y la vertiente mediterránea. La causa es la inclinación de la Meseta hacia el oeste.
Son cortos, con gran fuerza erosiva, dado que salvan un gran desnivel entre su nacimiento y su desembocadura.
Los ríos cantábricos son caudalosos y de régimen regular, circunstancias que han permitido la construcción de pantanos destinados a la producción hidroeléctrica. Su régimen fluvial es nivo-pluvial y carecen de estiajes. Ejemplos: Bidasoa, Nervión, Pas, Deva, Sella, Nalón, Narcea, Navia, Cares, Eo, etc.
Son largos. Su fuerza erosiva es escasa, ya que discurren por llanuras. Tienen un caudal abundante, pero su régimen es irregular. Presentan estiaje en verano. Ejemplos: Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Odiel, Tinto, Guadalquivir, Guadalete, Barbate, etc.
Excepto el Ebro, son cortos y erosionan violentamente. Su caudal es escaso debido a la escasez de precipitaciones y su régimen es muy irregular. Presentan estiaje en verano y pueden sufrir crecidas catastróficas en otoño por la «gota fría». Son frecuentes los torrentes, cursos intermitentes que solo llevan agua cuando llueve. Sus cauces o ramblas se encuentran secos. Ejemplos: Ter, Llobregat, Ebro, Turia, Júcar, Segura, Almanzora, Andarax, Guadalhorce, Guadiaro, etc.
Un dato elemental de la importancia de un río es su caudal, entendido como la cantidad de agua que transporta, expresada en metros cúbicos por segundo. El río más caudaloso es el Duero (660 m³/s), seguido del Ebro (614 m³/s). El caudal guarda relación con el tamaño de los ríos y, en general, los más largos son los más caudalosos. Los caudales descienden de norte a sur.
Los ríos de mayor caudal (Duero, Ebro) pertenecen al tercio septentrional; el Tajo, de nivel intermedio, y el Guadiana y el Guadalquivir, que son los menos caudalosos, ocupan la parte meridional.
Cuenca hidrográfica: Es el territorio cuyas aguas vierten a un río principal y a sus afluentes, desde el nacimiento hasta la desembocadura en el mar.
Miño: Nace en Fuente Miña (provincia de Lugo). Recorre de norte a sur hasta unirse con su principal afluente, el Sil. Desemboca en Tuy, con una longitud de 343 km y es uno de los ríos más caudalosos de España (340 m³/s). Su régimen fluvial es pluvial oceánico, con abundancia de agua durante todo el año, sin grandes crecidas ni estiajes.
Duero: Su cuenca hidrográfica es la mayor de España. Nace en los Picos de Urbión (provincia de Soria) y desemboca en Oporto, con un recorrido de 913 km. Su caudal es de 660 m³/s. Tiene una tupida red de afluentes que recoge aguas de la cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central, como el Pisuerga y el Esla, por el norte, y el Adaja y el Tormes, por el sur. En los Arribes del Duero se han construido complejos hidroeléctricos. Su régimen fluvial es pluvionival en la cabecera y pluvial en el resto del curso.
Tajo: Es el río más largo de la península Ibérica (1.202 km). Nace en la sierra de Albarracín del Sistema Ibérico (Teruel) y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo. Desemboca cerca de Lisboa, en el mar de la Paja, formando el estuario del mismo nombre. Sus principales afluentes son los de la margen derecha. Su caudal es escaso en la cabecera y tramo medio, pero aumenta en la desembocadura. Su régimen es pluvionival en la cabecera y pluvial en el resto.
Guadiana: Su origen está en la confluencia del Gigüela con su principal afluente, el Záncara, que se produce cerca de los Ojos del Guadiana. Con una longitud de 840 km, es el menos caudaloso (79 m³/s) y desemboca en Ayamonte. Sus principales afluentes son, por la derecha, el Záncara y el Cigüela, y por la izquierda, el Jabalón y el Zújar. En su cuenca se han construido grandes embalses para la irrigación. Su régimen es pluvial, pues nace a escasa altitud (unos 600 m).
Guadalquivir: Nace en la sierra de Cazorla (provincia de Jaén) y desemboca en Sanlúcar de Barrameda, tras 657 km. Su caudal oscila entre los 20 m³/s en el Tranco y los 160 m³/s en Sevilla. Recoge aguas de Sierra Morena a través de los afluentes de su margen derecha, cortos y objeto de intensa regulación y aprovechamiento, como el Guadalimar, Jándula, Guadalmellato, etc. Por la margen izquierda recibe al Guadiana Menor y al Genil, que riega la fértil vega de Granada. Su régimen fluvial es pluvionival en la cabecera y pluvial en el resto del curso. El máximo se da en otoño-invierno, con un máximo secundario en primavera. Las crecidas del Guadalquivir han causado problemas en la provincia de Sevilla y en poblaciones de Jaén y Córdoba, afectadas por fuertes inundaciones.
Ebro: Es el más importante de los ríos exteriores a la Meseta. Su cuenca hidrográfica supera los 95.000 km² y su caudal es elevado (614 m³/s). Nace en las cercanías de Reinosa (Cantabria) y desemboca en Tortosa (Tarragona), formando el delta que lleva su nombre. Tiene una longitud de 900 km y un régimen pluvial en su cabecera y nivo-pluvial y pluvio-nival en los afluentes montañosos de los Pirineos y de la cordillera Ibérica, respectivamente.
Segura, Júcar y Turia: Son ejemplos de ríos mediterráneos, tanto por su moderada longitud como por su caudal reducido. Tienen gran importancia a efectos agrícolas: el primero riega las huertas murciano-alicantinas y los otros dos, la huerta valenciana. Su régimen es pluvial, aunque el río Segura presenta un régimen pluvionival en su cabecera.
Baleares y Canarias: Tienen arroyos alimentados por manantiales. En Canarias, la sobreexplotación de los acuíferos ha provocado la práctica desaparición de los arroyos. Los torrentes son frecuentes en ambos archipiélagos.
Por régimen fluvial entendemos el comportamiento del caudal medio de un río a lo largo del año. Depende de la distribución estacional de las precipitaciones y del origen de las mismas: lluvia o nieve. Los regímenes fluviales se clasifican en:
Ríos con régimen pluvial: Dependen solo de las lluvias, por lo que su caudal refleja los máximos y los mínimos de la zona climática donde se encuentre el río.
Ríos con régimen nival: Nacen en la alta montaña. Su caudal máximo se da a finales de la primavera o comienzos del verano, con el deshielo. Presentan aguas bajas en invierno.
Ríos con régimen mixto: Pueden ser nivo-pluviales (predomina la nieve) o pluvio-nivales (predominan las precipitaciones).
La mayoría de los ríos españoles son de alimentación pluvial, por lo que se observan regímenes diferentes de acuerdo con la variedad climática de la Península.
Régimen pluvial oceánico: Se caracterizan por la abundancia de aguas durante todo el año y no tener grandes crecidas ni estiajes. A este régimen pertenecen los ríos cántabros y gallegos.
Régimen pluvial subtropical o mediterráneo continental: Propio de las tierras del interior, de la España seca, donde la precipitación anual es reducida, está mal distribuida y presenta una sequía estival. Se dan dos estaciones contrapuestas: la de abundancia de aguas y la de estiaje.
Régimen pluvial mediterráneo: Presenta un máximo principal en otoño y otro secundario en invierno-primavera, con un mínimo estival.
Régimen nival: Se limita a las cumbres centrales pirenaicas. Presenta una estación de aguas muy altas a finales de primavera y verano, y un prolongado estiaje. En las zonas adyacentes a las grandes cimas aparece el régimen nival de transición, que en realidad es el régimen nival algo degradado. En las restantes cumbres montañosas surgen los regímenes nivo-pluvial y pluvio-nival.
La demanda de agua en España supera los 30.000 hm³, distribuidos en estos usos:
Abastecimientos urbanos e industriales: En España se consume por encima de 300 litros/habitante/día, cifras entre las más altas de Europa y del mundo, lo que supone un 14% del total. Es necesario ampliar las infraestructuras para abastecer a poblaciones en zonas costeras mediterráneas o el caso de Madrid, donde surgen nuevas necesidades vinculadas a la aparición de corredores industriales y urbanizaciones en la Sierra de Guadarrama. La industria consume el 7,5% del consumo total.
Usos agrarios: El regadío agrario absorbe más del 80% del agua consumida. Para el uso agrario se hacen necesarias obras de desvíos y canalizaciones, así como la construcción de canales y acequias.
Uso energético: Para centrales hidroeléctricas, térmicas y nucleares.
Uso ambiental y recreativo: Este uso es importante, ya que ríos, embalses y lagunas ofrecen posibilidades variadas, aunque si se abusa puede provocar consecuencias nefastas para el resto de las utilidades del agua.
Usos no consuntivos del agua: Pesca, acuicultura, producción hidroeléctrica, navegación, deportes náuticos y otros usos.
En España, los recursos hídricos proceden principalmente de las precipitaciones. Existe un déficit hídrico anual debido a:
Son las infraestructuras creadas para regular los recursos hídricos y mejorar la calidad del agua, así como para aumentar los aprovechamientos de dichos recursos.
Actualmente se ha invertido en satisfacer la demanda de agua, que es creciente, excesiva y necesitada de racionalización. Los ríos se han regulado mediante embalses, canales y trasvases:
Los embalses o presas: Son grandes extensiones de agua almacenada artificialmente detrás de una presa o barrera transversal a la corriente. Se destinan a la producción eléctrica y a asegurar el abastecimiento agrario, urbano e industrial. Además, regulan el caudal de los ríos y evitan inundaciones. Presentan problemas: se aterran, pueden ser inviables técnicamente y provocan alteraciones sociales, como la inundación de valles, pueblos y tierras de uso agrario, y alteraciones medioambientales.
Los canales de distribución o conducciones de agua: Presentan el problema de la antigüedad o el mal estado de muchos tramos, causantes de fugas que suponen cuantiosas pérdidas de agua.
Los trasvases: Son transferencias de agua entre cuencas excedentarias y deficitarias, como el Tajo-Segura, Turia-Júcar y Ebro-Tarragona.
Son las plantas potabilizadoras, que tratan las aguas que se van a beber, y las plantas depuradoras, que tratan las aguas residuales para evitar que contaminen.
El excesivo consumo se debe al uso de técnicas tradicionales de riego, a las pérdidas de las conducciones, canales, acequias y redes de abastecimiento. El consumo humano supone una cantidad excesiva, pero este cómputo viene realzado por una creciente demanda estival en las zonas turísticas. La pérdida de calidad del agua se debe a la sobreexplotación de acuíferos, vertidos urbanos e industriales, abonado de campos, etc., que han provocado la contaminación o salinización de las aguas subterráneas, que puede llegar a ser irreversible.
Para resolver estos problemas, la política hidráulica propone instrumentos de gestión. En 1985, la Ley de Aguas estableció que todas las aguas superficiales y subterráneas son de dominio público estatal. Los Planes Hidrológicos de Cuenca determinan las necesidades y las obras de cada cuenca. Son elaborados por las Confederaciones Hidrográficas en las cuencas intercomunitarias y por los gobiernos de las comunidades autónomas en las cuencas intracomunitarias. El Plan Hidrológico Nacional, aprobado en 2001 y modificado en 2005, coordina los planes de las cuencas y diseña las actuaciones generales, y junto con el Programa AGUA se propone alcanzar objetivos como lograr el autoabastecimiento hídrico de cada cuenca, conseguir una buena calidad del agua y prevenir las inundaciones y las sequías.
Considerando que el agua es un bien escaso, la gestión del agua se presenta como un problema cada vez que se proyecta un trasvase que afecta a distintas comunidades autónomas, o por la presión urbanística. En el año 2000, el Parlamento Europeo aprobó la Directiva Marco del Agua, que establece pautas para proteger las aguas continentales, las aguas de transición, las costeras y las subterráneas, y establece objetivos como proteger los ecosistemas acuáticos, promocionar usos sostenibles del agua, reducir la contaminación e intentar paliar sequías e inundaciones.