Portada » Filosofía » Análisis de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino: Existencia de Dios y Relación Fe-Razón
Solución: La proposición «Dios existe» es evidente en sí misma, pero no para nosotros. Por lo tanto, es necesaria una demostración a partir de los efectos.
Solución: La existencia de Dios, aun cuando en sí misma no se nos presenta como evidente, sí es demostrable por los efectos con los que nos encontramos.
Tesis: Existe una primera causa eficiente a la que todos llaman Dios.
Este fragmento pertenece a la obra de Santo Tomás de Aquino, la Summa Theologica, escrita en el siglo XIII. Pertenece a un género teleológico característico de este siglo: la suma. Este texto nos habla sobre la existencia de Dios y en él encontramos las siguientes líneas argumentales:
Según Santo Tomás de Aquino, solo hay una verdad y esta no se puede contradecir, ya que proviene de Dios. Tomás de Aquino toma un camino intermedio entre la doble verdad del averroísmo latino (existen verdades de fe y verdades de razón, y estas se pueden contradecir) y el agustinismo, que no fijaba el límite entre ambas áreas. Según Santo Tomás de Aquino, fe y razón son dos ámbitos autónomos del conocimiento. La primera se basa en la revelación divina y se alcanza mediante la gracia; la segunda se alcanza mediante la razón humana. Por otro lado, fe y razón tienen un punto de confluencia con problemas comunes, donde la razón se subordina a la fe y es complementada y ampliada por esta. Este punto es la teología natural, que toma como principios los dogmas de fe pertenecientes a la doctrina sagrada.
Según el Aquinate, hay dos tipos de proposiciones teológicas: por un lado, están aquellas cuya verdad no es demostrable con la razón, tan solo pueden ser defendidas por esta. Son los llamados artículos de fe, revelados por Dios y contenidos en la Doctrina Sagrada. Estos son la Trinidad de Dios, la resurrección, la encarnación y la creación. Estas no pueden ser demostradas por el conocimiento humano, ya que este está influido por los sentidos. Por otro lado, encontramos otro tipo de proposición teológica contenida en la Teología Sagrada, cuya verdad sí es demostrable por la razón: es el área de la teología natural. Estas proposiciones se conocen como preámbulos de fe y son las siguientes: demostración de la existencia de Dios, inmortalidad de las almas y origen del universo. Este tipo pertenece a la teología, metafísica o filosofía primera, y su objetivo es Dios como causa primera. De esta manera, los ámbitos de actuación de la fe y la razón están perfectamente delimitados y estas mantienen una relación de subordinación y armonía. La razón natural está sometida a la fe y, por tanto, no puede sobrepasarla.
En la base del nuevo planteamiento de la relación fe-razón encontramos la teoría aristotélica del conocimiento asumida por Tomás de Aquino frente a la tradición agustiniana. Esta última no había trazado los límites entre fe y razón, y su objeto de estudio eran las realidades inmateriales. Sin embargo, la teoría aristotélica, de tendencia realista, establece como punto de partida del conocimiento los sentidos, es decir, las realidades sensibles materiales. Este punto de vista hace posible diferenciar dos niveles de conocimiento: el natural (verdades de razón) y el sobrenatural (verdades de fe o reveladas). Esto no significa que ambos niveles sean independientes, sino que permiten formular la superioridad de la revelación sobre la razón. La razón, por lo tanto, debe estar al servicio de la fe.
(En el texto encontramos dos servicios que la razón da a la fe. El primero es que la razón debe demostrar los preámbulos de fe, en concreto la existencia de Dios. El segundo es cuando se recurre a la razón para rebatir cualquier objeción que se oponga a la fe).
En el año 1215, el Concilio IV de Letrán proclama la teoría de la creación, donde se formula la radical diferencia entre Dios y el resto de criaturas. Esta teoría fue una de las innovaciones aportadas por el cristianismo al pensamiento filosófico. Según el cristianismo, la creación es un acto libre y racional, producto de la voluntad divina. En esta idea se destaca lo que una cosa es (esencia) y el hecho de que exista (ser), y que la existencia no se deriva de la esencia. Tomás de Aquino interpreta la distinción esencia-existencia a través de la teoría aristotélica potencia-acto y la aplica como diferencia entre Dios y las criaturas. Las criaturas están formadas por estos dos co-principios, mientras que en Dios se disuelven. En las criaturas, la esencia es potencia, entendida como posibilidad de ser o no ser, y la existencia es la actualización de esa esencia; mientras que en el caso de Dios, este es acto puro, su esencia y existencia coinciden. Queda así establecida la diferencia entre Dios y las criaturas.
Ahora bien, dado que en el acto de creación cada esencia tiene un tipo de existencia determinada, nos encontramos con una jerarquización de la realidad o diferentes niveles de perfección (ser, vivir y entender). Esta jerarquización de la realidad es posible gracias a la teoría platónica de la participación. El ser de las criaturas no es autosuficiente, ya que para existir dependen de la intervención divina. Dios es la causa de la existencia de los seres creados. Los seres creados son en cuanto participan de la existencia (ser) de Dios. Los seres posibles por sí son necesarios por otro. Los investigadores señalan a Avicena como infiltrador del platonismo en Aquino.
(Esta metafísica creacionista es la base para comprender las cinco vías o demostraciones de la existencia de Dios).