Portada » Economía » El Trabajo en las Sociedades Modernas: Impacto Socioeconómico y Desafíos Actuales
El trabajo es fundamental en las sociedades modernas, ya que asegura nuestra supervivencia. Implica un gasto de energía que permite crear objetos o servicios con valor social.
Existen dos grupos principales de trabajo, según el ámbito donde se llevan a cabo:
Se realiza en el ámbito privado (hogar y familia). Ejemplos: cuidado de niños y personas mayores. Generalmente lo ejercen las mujeres y no se considera como trabajo remunerado, aunque es crucial a nivel social para la supervivencia humana y la socialización primaria.
Se realiza en el ámbito público (mercado laboral). Las personas reciben un salario a cambio de su fuerza de trabajo, que es la energía que gastan. El mercado laboral es el espacio donde los trabajadores ofrecen su fuerza de trabajo y los empleadores los contratan.
Ambos tipos de trabajo son esenciales y están relacionados: para que haya empleados en el mercado laboral, deben haber sido criados y educados en el ámbito privado. El trabajo reproductivo permite la reproducción biológica y cultural del ser humano, así como de la fuerza de trabajo que necesita el mercado laboral. Por otro lado, tener un trabajo con salario es fundamental para satisfacer las necesidades de los trabajadores y sus familias.
Todas las familias tienen miembros dependientes (personas que no pueden trabajar por edad, salud, etc.) y miembros independientes. El nivel de vida de una familia depende del ingreso económico que obtienen los miembros independientes.
En las sociedades modernas no todos los trabajos son asalariados. Ejemplos:
Hacia mediados del siglo XX se lograron condiciones dignas de trabajo, ya que en la primera etapa de la industrialización eran muy malas. Algunos atribuyen esto a la protección social que se brindó a los trabajadores asalariados. En Argentina, a partir del primer gobierno peronista, se creó un sistema de protección denominado «seguridad social», que se dividía en tres partes:
Es la jubilación.
Se sustenta con un porcentaje del sueldo de los trabajadores y empleadores. Hasta la reforma de 1990 estaban vinculadas a los sindicatos y organizadas según la actividad. Tuvieron un papel muy importante en la mejora sanitaria de la población del país.
Los trabajadores asalariados reciben una cantidad de dinero según los distintos eventos o situaciones familiares, como matrimonio, embarazo, inicio escolar de los hijos, nacimiento o adopción. Se otorga mensualmente por cada hijo menor de 18 años o sin límite de edad si es discapacitado.
Todos estos programas buscan garantizar los derechos sociales. El trabajador asalariado formal fue considerado el titular de estos derechos. El problema es que excluyó a muchos grupos de la población: personas sin trabajo asalariado, mujeres dedicadas al trabajo doméstico no casadas con un trabajador asalariado formal, trabajadores rurales, trabajadores informales, trabajadores por cuenta propia e inmigrantes sin documentos.
Durante mucho tiempo se pensó que el crecimiento económico generaría más trabajo y aseguraría el bienestar de la sociedad. Sin embargo, en las últimas décadas, muchos trabajadores perdieron sus empleos (aumento del desempleo). Además, hay personas subocupadas, que trabajan menos horas de las deseadas. Las causas y soluciones son diversas y varían según el país. En países desarrollados, se reemplaza a los humanos por máquinas y nuevas tecnologías, lo que reduce la oferta de trabajo, especialmente para los menos calificados. Problema central: la sociedad salarial está en crisis porque no puede garantizar el empleo ni los derechos laborales para todas las personas.
En América Latina, la falta de trabajo se debe a transformaciones económicas y sociales impulsadas por los gobiernos de la región desde mediados de la década de 1970, entre ellas:
El ingreso de productos importados de buena calidad y bajo precio perjudicó a los productos nacionales, que no podían competir, lo que provocó una caída en la producción nacional.
Relacionada con la apertura de los mercados, la falta de inversión y de políticas de estímulo al sector industrial provocó la destrucción de muchos puestos de trabajo por la quiebra de pequeñas y medianas empresas.
Para disminuir costos, se modificaron las leyes laborales para permitir contrataciones más «flexibles», con menos obligaciones para los empleadores y menos beneficios para los empleados. El empleo se volvió más precario y se redujo la protección del Derecho Laboral. Ejemplos: contratos temporales, empleos sin protección social y pasantías.
Las funciones principales del salario mínimo, vital y móvil son: asegurar un ingreso mensual que permita satisfacer las necesidades básicas y favorecer la distribución de la riqueza generada por el trabajo.
En la década de 1990, en Argentina y América Latina se implementó una reforma del sistema de jubilaciones que consistió en una privatización. La reforma previsional de 1994 creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, que permitía la coexistencia de dos sistemas:
Administrado por el Estado, se financia con las contribuciones de los empleadores y de los trabajadores autónomos y asalariados. Existe un fondo común. Los trabajadores aportan durante su vida laboral y ese dinero se utiliza para pagar las jubilaciones de los actuales jubilados. Cuando un trabajador se jubila, su pensión es financiada por las contribuciones de los trabajadores activos en ese momento.
Administrado por entidades privadas de capitalización: Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). No hay un fondo común, ya que cada cuenta individual es administrada por separado y el dinero se invierte. Al jubilarse, la persona recibe en cuotas el dinero acumulado más los intereses generados por la inversión.
En 2008, una ley del Congreso eliminó el sistema privado y dejó solo el sistema público.