Portada » Historia » Historia de la Segunda República Española: Un Periodo de Transformación y Crisis
Tras la dimisión de Primo de Rivera en 1930, el general Berenguer asumió el cargo con el compromiso de restaurar la normalidad constitucional. Sin embargo, el año 1930 transcurrió sin que se tomara ninguna medida al respecto.
En 1931, el almirante Aznar convocó elecciones municipales. Los republicanos obtuvieron una victoria contundente en las ciudades, mientras que en las zonas rurales, los monárquicos, apoyados por los caciques, conservaron su influencia. Tras los resultados, se proclamó la Segunda República y Alfonso XIII abandonó España, exiliándose.
En Madrid, los miembros del comité revolucionario formaron un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, e integrado por figuras como Miguel Maura, Alejandro Lerroux y Largo Caballero. Su primera medida fue convocar elecciones a Cortes Constituyentes. Además, se emitieron una serie de decretos para implementar reformas en áreas clave como la agricultura, el ejército y el sistema judicial, incluyendo una amnistía para presos políticos. La nueva República contó con un amplio apoyo popular, pero también con la oposición de la oligarquía, el ejército y la Iglesia.
Las elecciones del 28 de junio dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista. La Constitución de 1931 estableció un Estado integral, sin religión oficial, con el poder legislativo residiendo en las Cortes, el poder ejecutivo en el gobierno y el poder judicial en jueces independientes. Se reconoció el derecho a la expropiación forzosa de propiedades y la nacionalización de servicios públicos, además de una amplia declaración de derechos. La Constitución generó dos debates principales: la cuestión religiosa y el tema de las autonomías. La aprobación de los artículos religiosos llevó a la dimisión de Alcalá-Zamora como presidente de la República.
Las dificultades económicas de la República se debieron a factores internos y externos. Los problemas estructurales de la economía española se agravaron con la crisis internacional. La desconfianza empresarial, el aumento de salarios y la disminución de las horas de trabajo generaron tensiones sociales. La conflictividad laboral fue especialmente intensa en Andalucía, Extremadura y Castilla. La Ley de Reforma Agraria, aunque buscaba una distribución más justa de la tierra, generó incertidumbre y oposición entre los propietarios.
Con Manuel Azaña al frente del gobierno, el periodo entre 1931 y 1933 se caracterizó por un intenso programa de reformas.
Diversos grupos se organizaron para oponerse al gobierno de izquierdas.