Portada » Español » La Fundación: Análisis de la obra de Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916. Se trasladó a Madrid para estudiar Bellas Artes, pero la Guerra Civil interrumpió sus estudios. Se incorporó al frente. De ideas republicanas, fue encarcelado y condenado a muerte; fue liberado y en 1949 cambió su vocación artística por la literatura. En ese mismo año publicó Historia de una escalera con la que consiguió el premio Lope de Vega. En 1986 fue galardonado con el Premio Cervantes.
Esta etapa está constituida por una serie de obras, cuyo tema central es la realidad contemporánea. La acción se desarrolla en un tiempo real y el espacio escénico es un lugar concreto; los hechos, por su parte, se suceden con un orden cronológico. Introduce algunos elementos innovadores como, por ejemplo, la búsqueda de lugares originales e insólitos, como una escalera, una azotea, etc. Obras de esta etapa son Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad y Hoy es fiesta.
Son una serie de obras de tema histórico, en las que se sirve del pasado para reflexionar sobre el presente. Así consigue burlar la censura y llegar al público. Este recurso, utilizado por muchos autores, se denominó posibilismo. Las obras están estructuradas a partir de cuadros aislados que se suceden dentro del mismo acto; se da entrada a la discontinuidad temporal y la acción se sitúa en lugares escénicos abstractos. En ellas aborda el tema de España y el destino del pueblo en una sociedad injusta. A esta etapa pertenecen Un soñador para un pueblo, Las Meninas y El Concierto de San Ovidio. Al final de esta etapa publica obras de transición como La doble historia del doctor Valmy y El tragaluz. En ellas introduce personajes intermedios entre la historia y el público que actúan como narradores e interrumpen y comentan los hechos que suceden en el escenario.
En las obras de esta etapa utiliza un punto de vista subjetivo. La acción llega al espectador a través de la visión subjetiva de uno de sus personajes que, además, padece una limitación física o psíquica. El espectador, entonces, no ve la realidad, sino la versión que de ella tiene el protagonista. Obras importantes son El sueño de la razón, Llegada de los dioses, La detonación y La Fundación.
A partir de 1977, fecha de La detonación, Buero ha seguido estrenando y se va notando cierto desgaste temático; esto no quita para que sea una gran figura del teatro español. Por último, diremos que la tragedia es el género preferido por el autor, quien expresa, en el conjunto de sus obras, una visión coherente del mundo y del ser humano. Su teatro está fundado en la necesidad de la verdad, la libertad y la esperanza. Por eso, sus obras, aunque amargas y oscuras, transmiten salvación.
La Fundación pertenece a la tercera etapa del autor, en la que la acción llega al espectador a través de la visión de uno de sus personajes, que además padece una limitación física o psíquica. Por lo tanto, recordemos que el espectador no ve la realidad, sino la visión que tiene de ella el protagonista. Aunque la obra cuenta con carácter supratemporal, para entenderla plenamente hay que retroceder a enero de 1974, últimos años del franquismo y después del asesinato de Carrero Blanco, y pensar que Buero Vallejo ha logrado con sus obras planteamientos técnicos y estructurales muy innovadores en la escena española.
Desde el punto de vista de la estructura, la obra se puede considerar como una fábula en dos partes y cada una de ellas se subdivide en dos cuadros. El sentido de esta división es ofrecer una visión del proceso que sufre Tomás, el protagonista.
Esquemáticamente, podemos establecer en la obra dos procesos:
Tendríamos que aludir también a la estructura circular general de la obra, ya que el drama empieza y termina con la música de Guillermo Tell de Rossini y el panorama de la idílica Fundación, que abre la reflexión al final para nuevas posibilidades.
Técnicamente, La Fundación tiene una cuidada construcción. Hay muchísimas acotaciones del autor que no sólo ayudan al montaje de la obra, sino que sirven al lector o espectador para ir viendo una serie de cambios que les arrastran al final. En la obra se persigue que el espectador viva con el personaje el regreso desde una idílica fundación al cruel mundo de la prisión, la tortura, la delación con violencia y la muerte. Buero utiliza para ello «efectos de inmersión», con recursos formales y manipulaciones escénicas. El espectador es Tomás y la historia va con la misma lentitud con la que el protagonista la va conociendo. Con esta técnica nos situamos en la línea de las corrientes más avanzadas de la historia contemporánea ante una clara superación de la objetividad narrativa. El efecto de inmersión realizado por Buero en esta obra produce efectos muy teatrales y efectivos porque el autor hace participar a todos los espectadores de esta enajenación, universalizándola. Estos efectos apuntan a una definición del mundo como algo inequívoco.