Portada » Derecho » El Estado, la democracia y el liberalismo: una introducción
El Estado se compone de tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
El Poder Judicial es el encargado de administrar justicia en la sociedad, aplicando las normas jurídicas para resolver conflictos. Se entiende por «Poder», en el sentido de poder público, a la organización, institución o conjunto de órganos del Estado que, en el caso del Poder Judicial, son los órganos judiciales o jurisdiccionales: juzgados y tribunales, que ejercen la potestad jurisdiccional, la cual suele gozar de imparcialidad y autonomía.
Según la teoría clásica de Montesquieu, la división de poderes garantiza la libertad del ciudadano. Montesquieu elaboró su teoría después de un viaje a Inglaterra, donde interpretó que un poder judicial independiente puede ser un freno eficaz. Bajo esta separación de poderes, nace el llamado Estado de derecho, en el cual los poderes públicos están igualmente sometidos al imperio de la ley. El Poder Judicial debe ser independiente para poder someter a los restantes poderes, en especial al Ejecutivo, cuando estos contravengan el ordenamiento jurídico.
El Poder Ejecutivo y el Legislativo son dos poderes que en ocasiones también se enfrentan; las luchas de poder de los integrantes del Legislativo proveen periódicamente a los nuevos integrantes del Ejecutivo. Sin embargo, el papel arbitral entre ambos requiere de un Poder Judicial fuerte y respetado como uno de los poderes fundamentales del Estado, cuya independencia es un valor a preservar porque de ella depende que el sistema no deje de funcionar y la democracia no dé paso a la tiranía.
La estructura del Poder Judicial varía de país en país, así como los mecanismos usados en su nombramiento. Generalmente existen varios niveles de tribunales o juzgados, con las decisiones de los tribunales inferiores siendo apelables ante tribunales superiores. Con frecuencia existe una Corte Suprema o Tribunal Supremo que tiene la última palabra, sin perjuicio del reconocimiento constitucional de ciertos tribunales internacionales, es decir, de órganos jurisdiccionales de naturaleza supranacional, que existe en algunos países.
Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
Es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador), generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno respecto a la presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los gobernados, y la imposibilidad de que, a través de un procedimiento institucionalizado, la oposición llegue al poder.
Un Estado centralizado es aquel en donde el poder de tomar decisiones solo está en el gobierno central, que por lo general está localizado en las capitales de los países. En un país centralizado, todos los ingresos van al gobierno central y este se encarga de repartirlos a los estados del país de la manera en que crea conveniente. De igual forma, los recursos los reparte el gobierno central.
Cada estado tiene la potestad para tomar decisiones sobre sus ingresos sin la necesidad de esperar que el gobierno central envíe los recursos.
El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo, apelando a los principios republicanos. Constituye la corriente en la que se fundamentan, tanto el Estado de derecho, como la democracia representativa y la división de poderes.
La Revolución Industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Gran Bretaña en primer lugar,1 y el resto de Europa continental después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, desde el Neolítico.