Portada » Historia » La Guerra Civil Española: Dos Españas Enfrentadas
En la zona nacional, el estado republicano desapareció y se fue creando otro estado caracterizado por la concentración del poder, la militarización, la disciplina y una ideología nacional-catolicista.
La muerte de Sanjurjo y el fracaso inicial del golpe, hizo que el 24 de julio se creara en Burgos una Junta de Defensa Nacional, integrada por los militares participantes en el golpe más importantes: Franco, Queipo de Llano, Cabanellas, Dávila, etc.
Esta Junta nombró como jefe del mando militar a Franco por varias circunstancias: ser el comandante del ejército de África, la muerte de generales como Goded, Fanjul, Sanjurjo y Mola, además de contar con las simpatías alemanas e italianas.
Posteriormente, se producirá su nombramiento como jefe del gobierno y del estado, debido a la toma del simbólico Alcázar de Toledo y por la legitimación dada por el pueblo (manifestación en Cáceres) y por la Iglesia (pastoral del obispo de Salamanca que calificó la guerra como “una cruzada por la religión, la patria y la civilización”).
Como consecuencia, la Junta de Defensa Nacional nombró a Franco, el 29 de septiembre de 1936, “Generalísimo de los ejércitos y jefe del Gobierno y del Estado”. Es decir, recibió todos los poderes del nuevo estado y los organizó para ganar la guerra.
Concentrados todos los poderes, Franco tomó dos iniciativas fundamentales:
Este gobierno inició un lento proceso de institucionalización del nuevo Estado: se militarizó la zona nacional, se anuló toda la legislación republicana y se aprobaron las primeras leyes: Fuero del Trabajo, Ley de Prensa del futuro régimen.
La España republicana se caracterizó por todo lo contrario: frente a la concentración de poder, atomización y división; frente al orden y la disciplina, el caos; y frente a la contrarrevolución, la revolución social.
La rebelión de los militares desencadenó en la zona republicana una auténtica revolución social de tipo colectivista. La disputa entre las fuerzas de izquierda se centraba en si era más importante ganar la guerra y después hacer la revolución, o lo contrario. Esto llevó a un enfrentamiento entre anarquistas y el POUM, partidarios de la revolución, y los socialistas y comunistas, que defendían que si no se ganaba la guerra, se perderían todos los logros de la República.
El golpe de Estado tuvo dos repercusiones: el nombramiento de Giral como jefe de gobierno y la petición, y consecución por parte de los partidos y sindicatos, de armas para frenar la rebelión, lo que daría lugar a la creación de las milicias populares, que se comportaban como un nuevo poder obrero, que era a la vez militar, político, social y económico. Giral, ante la imposibilidad de gobernar y la marcha negativa de la guerra, presentó su dimisión.
No obstante, la CNT, el POUM y los nacionalistas no seguían las medidas del gobierno central y el ejército nacional avanzaba. El gobierno se trasladó a Valencia, pensando que Madrid estaba perdido; sin embargo, Madrid resistió.
La crisis se agravó con el enfrentamiento entre los sindicatos y los partidos, y estalló con los “Sucesos de Mayo” de Barcelona de 1937, una pequeña guerra civil dentro de la guerra civil nacional: socialistas y comunistas se enfrentaron a la CNT y el POUM. La consecuencia fue la caída de Largo Caballero.
A finales de febrero de 1939, Azaña dimitió de la presidencia y, en marzo, el presidente Negrín. Se produjo entonces el golpe de estado del general Casado para negociar la rendición. No hubo negociación, pero sí rendición, ya que Franco exigió una rendición incondicional. La guerra que había empezado con un golpe de estado, terminaba con otro. Las tropas de Franco entraron en Madrid el 28 de marzo de 1939 y, el 1 de abril, se emitió el último parte de guerra.