Portada » Arte » Arte Románico: Arquitectura, Escultura y Pintura
La edificación más importante es el monasterio (zonas rurales), junto a él está la catedral (zonas urbanas).
Es un conjunto de edificaciones con una organización autosuficiente. El centro del monasterio es el claustro, de arquerías situadas sobre columnas de escasa altura que descansan sobre un pódium. Otra dependencia importante es el comedor, y próximos la cocina y la despensa. Si el claustro posee un piso superior, en él estarán las celdas de los monjes.
Se sitúa en el centro de la ciudad; desde cualquier sitio se pueden ver sus torres. Las catedrales también poseen claustros.
La piedra es el material principal. Se usa el sillar (piedra cuadrada y bien cortada).
Es rectangular o basilical, de una o tres naves separadas por pilares. La nave central es más alta y ancha que las laterales. En la cabecera hay una nave transversal, el crucero, que puede no sobresalir de los laterales. Cuando sobresale, convierte la planta en cruz latina.
Suele ser de forma semicircular, el ábside. Éste se amplía con otros más pequeños llamados absidiolos, que pueden aparecer en los brazos del crucero. En las iglesias de peregrinación puede aparecer un pasillo por detrás del altar que prolonga las naves laterales, la girola.
No son muy gruesos. Las ventanas suelen ser aberturas muy estrechas (saeteras) y presentan abocinamiento.
Destacan las portadas. En los extremos suele haber dos torres que ejercen la función de campanario, el cual puede tener planta cuadrada, rectangular o circular. También puede estar decorado con arquerías.
Elemento característico de la arquitectura románica.
Los arcos descansan sobre gruesos pilares. Los capiteles de las columnas están preparados para recibir decoración escultórica. Otra parte del peso de la cubierta la reciben las naves laterales, que lo transmiten al muro, reforzado por contrafuertes que transmiten el peso al suelo.
La nave central se cubre con bóveda de cañón, reforzada con arcos fajones. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista.
Con el fin de elevar el edificio, iluminarlo mejor y dar cobijo a los peregrinos, sobre las naves laterales se construye un segundo piso cuyos ventanales dan a la nave central.
Adaptación al marco arquitectónico (rigidez, ausencia de movimiento, incomodidad espacial). Los temas poseen una carga simbólica e intelectual, proporcionados por la iglesia e interpretados por el escultor.
El lugar más importante es la decoración de la portada. Si el vano es muy ancho, lo divide un pilar llamado parteluz. Sobre el vano se sitúa un arco de medio punto, el tímpano, bordeado por las arquivoltas que descansan sobre columnas adosadas a las jambas. En el centro del tímpano aparece Cristo en actitud de bendecir o juzgar (Pantócrator), rodeado del tetramorfos (símbolos de los cuatro evangelistas). También puede aparecer el Juicio Final. Las arquivoltas se decoran geométricamente. En las columnas adosadas a las jambas están representadas figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Aparece el tema de la Virgen con el Niño (Theotokos), representada impasible, sin expresión, sentada en su trono, sirviendo de silla al Niño Jesús, que bendice con tres dedos y lleva una bola del mundo. El Cristo crucificado en majestad, es más Dios que hombre, representado con corona de rey, cuatro clavos y una falda que le llega hasta los pies.
Se observa la frontalidad de los personajes, jerarquización, hieratismo (inmovilidad, rigidez, falta de expresividad) e isocefalia (varios personajes situados en diferentes posiciones).
Existe en función de la arquitectura. Se utilizan dos técnicas: la pintura al fresco y la pintura al temple sobre tabla.
Se centra en los ábsides y criptas funerarias. Cristo ocupa la mandorla y a su lado están las figuras mirando al frente. La pintura carece de perspectiva, de espacio. Las figuras son bidimensionales y los colores planos se extienden uniformemente. Existe jerarquización y se observa la falta de fondo.
Junto a la pintura mural, se realizaban frontales sobre tabla para decorar el altar.