Portada » Filosofía » Diversidad Filosófica a Través de la Historia
A diferencia de lo que ocurre en el mundo de la ciencia, la historia de la filosofía ofrece el espectáculo de numerosos personajes y escuelas que mantienen posiciones contrapuestas, consecuencia inevitable de la mayor amplitud y profundidad de su racionalidad. No se trata de pobreza, sino de abundancia, de riqueza en el conocimiento. La pretensión de radicalidad en que se sitúa la reflexión filosófica impide que sus conclusiones se puedan confirmar por medio de la experiencia.
La filosofía es inseparable de su historia. Cada pensador se enfrenta con lo real desde la perspectiva de su época histórica.
Desde el nacimiento de la filosofía en Grecia, en el siglo VI a. C. hasta el Renacimiento, siglo XVI d. C. El ser humano actual se relaciona con productos artificiales. Cuando quiere ponerse en contacto con lo natural, con la naturaleza, tiene que alejarse de su entorno habitual. Pero al hombre antiguo le ocurría todo lo contrario, lo real son las cosas que componen la naturaleza. Las cosas se les ofrecían al hombre antiguo como siendo la realidad auténtica que le envolvía y rodeaba. Este es el motivo por el que la filosofía, cuando nace, es naturalista, ya que entiende por realidad lo natural.
Además, las cosas que componen la naturaleza persisten invariables por debajo de las mutaciones y del cambio, realidades que se manifiestan en continua transformación, en permanente cambio. Sin embargo, para la razón, el cambio no tiene valor.
La auténtica realidad no está inmediatamente dada; lo inmediato es la apariencia, el devenir, el cambio que ocultan la auténtica realidad, la «naturaleza de las cosas». Platón, otro de los grandes filósofos griegos del siglo IV a. C., es el que representa mejor esta forma de pensar como se puede apreciar con claridad en el mito de la caverna.
Esta filosofía naturalista, llamada también realista, es, además, intelectualista. Piensa que la realidad posee una estructura inteligible, una estructura que se puede conocer y comprender, y que la razón humana está capacitada para descubrirla. El conocimiento es la captación de la realidad, el hombre gracias al conocimiento se encaja en la naturaleza y es dueño de ella. El realismo y el intelectualismo responden a una actitud de confianza del hombre en sus posibilidades frente al universo, que es la que caracteriza a los filósofos cuando estrenan su fe en la razón. La filosofía alcanza su formulación más perfecta en Aristóteles.
Se inicia con Descartes y alcanza su apogeo con Hegel en el siglo XIX. La «revolución científica» que va de los siglos XVI al XVIII supone el nacimiento de una nueva ciencia y el acabar con el prestigio de Aristóteles, desprestigio que afecta también a su filosofía. El hombre moderno vive el derrumbamiento de una ciencia que había estado vigente durante más de 20 siglos y, como consecuencia de esta experiencia histórica de fracaso, tiene miedo al error, a la equivocación. Su actitud predominante es la cautela. Trata de establecer cómo hay que pensar, qué camino hay que seguir a la hora de pensar para no caer de nuevo en el error. Sitúa en primer lugar el problema del conocimiento.
Descartes propone utilizar el método de las matemáticas para elaborar una filosofía libre de errores, una filosofía de verdades absolutas, puesto que históricamente solo las matemáticas se han mostrado como una ciencia rigurosa. Un método que consta de 4 pasos:
A la hora de buscar una evidencia sobre la que basar su filosofía, Descartes encuentra el hecho del pensamiento, la conciencia: «Yo soy una cosa que piensa», dijo. El ser humano, cuando piensa, puede estar equivocado en «lo que» piensa, pero donde no puede haber ningún error es en el hecho mismo de estar pensando. Lo único que existe con toda seguridad es el pensamiento, lo que se reconoce como filosofía racionalista.
Después se demostrará que, además de la conciencia, existe la realidad material, pero el lazo de unión que establece entre el pensamiento y la realidad material será tan frágil, que los filósofos posteriores lo irán rompiendo poco a poco hasta llegar a Hegel, que reducirá toda la realidad al pensamiento. La única realidad existente es la idea y lo que llamamos realidad material no es sino un simple momento de su desarrollo. En esto consiste el idealismo, en reducir toda la realidad, incluida la material, al pensamiento.