Portada » Filosofía » El Pensamiento Filosófico y Teológico de San Agustín
San Agustín, destacado clérigo del periodo de la Patrística (siglos II-VII), se dedicó a cimentar la doctrina cristiana con la ayuda de la filosofía antigua, defendiéndola contra el paganismo y el gnosticismo. Influenciado por el neoplatonismo, su pensamiento tuvo gran repercusión en la filosofía medieval. Su búsqueda de la sabiduría, con un enfoque antropológico y moral, buscaba solucionar el problema de la felicidad humana. Para San Agustín, la razón por sí sola no alcanzaba la verdad plena sobre Dios, requiriendo la fe en colaboración con la razón.
La obra de San Agustín representa la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Su búsqueda del conocimiento lo llevó a la certeza interna de la conciencia o alma, donde el hombre descubre a Dios. Siguiendo la orientación platónica, defendía que la verdad no se encuentra en el mundo exterior, sino en la introspección: «No vayas fuera. Vuélvete hacia dentro de ti mismo. La verdad habita en el hombre interior». Su pensamiento culmina en Dios, la verdad por antonomasia, creador, origen de todo ser y luz de todo conocer.
Frente a los escépticos, San Agustín afirma la existencia de la realidad extra-mental. Aunque podamos engañarnos sobre el mundo exterior, la duda misma implica nuestra existencia: «Si me engaño, soy». El hombre tiene certeza de su existencia, vida y entendimiento. Estas ideas, necesarias, eternas e inmutables, provienen de un ser superior: Dios. San Agustín define la verdad como necesaria, eterna e inmutable, un principio normativo del pensar que permite la inteligibilidad de las ideas.
San Agustín distingue tres tipos de ideas:
De la necesidad de las ideas se infiere su inmutabilidad y eternidad. El origen del conocimiento verdadero está en el espíritu del hombre, en la interioridad del alma (intus), un proceso ascendente de auto-trascendencia que permite obtener ideas con independencia de la experiencia sensorial.
San Agustín distingue tres niveles de conocimiento:
Las verdades eternas se hacen visibles a la inteligencia mediante la iluminación divina, que capacita a la mente para ver la inmutabilidad y necesidad de las ideas eternas. Las ideas, que están en Dios como arquetipos, son conocidas por el hombre mediante esta iluminación, como imágenes reflejas de la divinidad. Esta iluminación es natural y ordinaria en el mundo sensible, y especial al tratar las verdades eternas.