Portada » Historia » Análisis de la Oligarquía y el Caciquismo en la España de la Restauración
Nos encontramos ante un documento de fuente primaria, puesto que está escrito de forma contemporánea al acontecimiento o período que se está estudiando.
En cuanto al contenido, se trata de un fragmento de la obra “Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España” de Joaquín Costa, por lo que es un documento de carácter informativo y temática política y social.
Respecto al encuadre espacio-temporal, se trata de una obra publicada en 1901 en España, durante la regencia de María Cristina de Habsburgo (1886-1902).
El autor es individual, ya que el autor de la obra es Joaquín Costa, y va dirigido a todo el pueblo español.
El documento trata el sistema de gobierno en España durante la Restauración. En él, podemos encontrar una división entre los integrantes de la forma de gobierno que constituía el sistema.
Primeramente, encontramos a los oligarcas, que, como se dice en el texto, solían residir en el centro de la península (Madrid), ya que eran los que formaban el gobierno. Después, se nos presentan los caciques, que estaban distribuidos por todo el territorio español. Por último, tenemos a los gobernadores civiles, que servían como órgano de comunicación.
El texto explica cómo, aunque a los tres cargos que hemos mencionado se les denominase «clase gobernante», el pueblo no se sentía identificado y no los consideraban parte de la nación, ya que, para ellos, solo servían para imponer impuestos y cobrarlos.
Se hace una crítica al sistema electoral, puesto que expone que las clases conservadoras y gobernantes controlaban las elecciones y los votos.
En enero de 1874, el general Pavía protagonizó un golpe de Estado que disolvió las Cortes y puso fin a la I República. En diciembre de ese mismo año, otro pronunciamiento, esta vez del general Martínez Campos en Sagunto, provocó la proclamación de Alfonso XII, hijo de Isabel II, como rey de España, con Antonio Cánovas del Castillo como su máximo defensor. Con la reposición de los Borbones se inició el período de la Restauración (1874-1923), con el “sistema canovista” como forma de gobierno.
Este gobierno trataba de regresar al período anterior a la Revolución de 1868, al período de la Unión Liberal. Para ello, Cánovas defendía la necesidad de una Constitución moderada y flexible, que estableciera la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. De esta manera, el orden político y público quedarían garantizados.
El sistema canovista se basó en dos pilares: la Constitución de 1876 y el bipartidismo turnista. Por un lado, el partido conservador de Cánovas y, por otro, el fusionista de Sagasta. Se elaboró una Constitución de carácter moderado que no reconocía la soberanía nacional de modo suficiente y que mantenía los derechos tradicionales de la Iglesia. Los artículos de la Constitución fueron aprobados en breve tiempo y con pocos debates. Fue promulgada en junio de 1876, establecía la “soberanía compartida” entre el rey y las Cortes, y una práctica política basada en la existencia de unos partidos oficiales que aceptasen los reglamentos de la legalidad constitucional. Serían partidos de “notables” elegidos por sufragio censitario.
Mediante un pacto, los dos partidos establecían el turno pacífico para gobernar. De esta manera, a pesar del resultado de las elecciones, el partido al que le tocase gobernar tenía garantizada la victoria electoral. Esto solo podía lograrse mediante el caciquismo. Los “caciques”, pertenecientes a la oligarquía poderosa e influyente, controlaban la vida política, económica y social, sobre todo en el campo. Compraban votos y manipulaban las elecciones y las decisiones de gran parte del electorado para favorecer al partido al que le correspondiese gobernar. En algunas ocasiones, recurrían al “pucherazo” o falsificación del censo y el resultado electoral.
El bipartidismo turnista mantuvo fuera del gobierno a los partidos antidinásticos, como los carlistas o republicanos, que, junto con el anarquismo y socialismo, y los regionalismos y nacionalismos, configuraron la oposición al sistema canovista.
A finales de siglo, el sistema político estaba en crisis por varios factores: los nacionalismos periféricos (Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía), la cuestión colonial (desastre de 1898) y el movimiento obrero (PSOE, UGT, anarquismo) caminaban en otra dirección. Añadamos la Semana Trágica de 1909, la crisis de 1917 y la muerte de los líderes (Cánovas y Sagasta), que no encontraron sustitutos capaces de formar mayorías estables en el Parlamento.
La importancia del texto es indiscutible, pues sirvió de bandera para todos los que reclamaban otra España. Gracias a la actitud de regeneracionistas como Joaquín Costa, el reinado de Alfonso XIII, conocido como el Regeneracionismo, será testigo de importantes medidas para intentar rescatar a España de la crisis en que estaba sumida. El comienzo del reinado de Alfonso XIII tendrá tres prioridades: dar autenticidad al sistema político logrando la participación de las clases medias, atender a las reivindicaciones de las masas obreras y lograr la integración en el sistema de nuevas fuerzas políticas.
Intentos en este sentido serán las medidas tomadas por Maura, como la reforma de la Ley Electoral, según la cual se convertirá el voto masculino en obligatorio para atraer a la participación política a las masas indiferentes del país, o el nombramiento por sorteo de las mesas electorales para evitar el caciquismo.
Tras la dimisión de Maura, Canalejas intentó seguir en la misma línea, pero la crisis de 1909 y 1917 pondrán, una vez más, sobre la mesa los problemas, convertidos ya en enfermedad incurable. La crisis de 1917 puso de manifiesto que las actuaciones e intentos anteriores no habrían sido suficientes. Como si de un augurio se tratara, solo la llegada de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), el “cirujano de hierro” descrito por Joaquín Costa en la obra cuyo fragmento hemos analizado, consiguió dar un vuelco al sistema; eso sí, del poder de los oligarcas y caciques al poder del dictador.