Portada » Historia » La Guerra Civil Española (1936-1939): Desarrollo, causas y consecuencias
En enero de 1939, Franco lanzó una ofensiva sobre Cataluña, conquistando Barcelona y provocando el éxodo de miles de republicanos hacia Francia. Negrín y los comunistas eran partidarios de continuar la guerra con la esperanza del estallido de una guerra mundial. Los socialistas y anarquistas, en cambio, preferían una salida negociada. En este contexto, el general Casado dio un golpe de Estado contra el gobierno republicano en Madrid e intentó negociar la paz con Franco, propuesta que fue rechazada. El 28 de marzo, las tropas rebeldes entraron en Madrid, y el 1 de abril de 1939, la guerra llegó a su fin.
La Guerra Civil (1936-1939) se inició con la sublevación del general Yagüe en Melilla el 17 de julio, a la que se unieron Goded y Franco. Desde el 20 de julio, el país quedó dividido en dos zonas: la zona sublevada o franquista y la zona republicana.
En la España Republicana, la guerra comenzó con la dimisión del gobierno de Casares Quiroga, seguido por los gobiernos de Martínez Barrio y José Giral. En septiembre de 1936, Largo Caballero fue nombrado jefe de gobierno. Se creó el Ejército Popular con el general Rojo al mando, y se aprobó el Estatuto de Autonomía del País Vasco. Se nacionalizaron industrias (CAMPSA), compañías ferroviarias, se controlaron bancos y se colectivizaron empresas.
En mayo de 1937, Negrín formó un nuevo gobierno que se trasladó a Barcelona. Con el apoyo del PCE (Partido Comunista de España), Negrín defendió una política de «resistencia hasta el final», esperando la ayuda antifascista en caso de una guerra mundial. Finalmente, el Coronel Casado dio un golpe de Estado, y Negrín partió al exilio.
En la España sublevada, la muerte de Sanjurjo dejó el liderazgo a Franco. Para administrar y coordinar las acciones, se constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el General Cabanellas e integrada por los principales generales golpistas. Franco fue nombrado jefe del gobierno, del Estado y del ejército.
El primer acto de Franco fue nombrar una Junta Técnica de Estado e intentar agrupar a falangistas y carlistas en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). En enero de 1938, Franco formó su primer gobierno, con él como presidente y Jefe del Estado. Este nuevo régimen se configuró de forma centralizada y autoritaria. Se aprobó el Fuero del Trabajo, se establecieron magistraturas de trabajo y sindicatos verticales, se restableció la pena de muerte, se abolieron los estatutos de autonomía y se promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas.
Para evitar la internacionalización del conflicto, la Sociedad de Naciones constituyó un comité de no intervención, que resultó ineficaz debido al incumplimiento del acuerdo por parte de Alemania, Italia y la URSS.
La República recibió ayuda de la URSS, que aportó material militar pagado con el oro del Banco de España; las Brigadas Internacionales, un cuerpo de voluntarios de diferentes países que lucharon contra el fascismo; y México, que ofreció armas y acogió a exiliados.
La España de Franco recibió ayuda de Alemania, que envió la Legión Cóndor, fundamental para el control del aire, y carros de combate; Italia, que envió un importante ejército de tierra y cuya flota obstaculizó los envíos de material de Rusia a la zona republicana; Portugal, que aportó voluntarios (Legión Viriato); e Irlanda (Legión S. Patricio). El Estado del Vaticano reconoció el régimen en 1937.
Los gobiernos conservadores de Gran Bretaña se abstuvieron de apoyar a la II República, promoviendo una política de apaciguamiento hacia los fascismos para evitar un conflicto europeo. Francia alentó la adhesión al gobierno republicano, pero sin un pronunciamiento oficial para no provocar a Gran Bretaña y Alemania, limitándose a cerrar las fronteras al armamento.
EE.UU. se mantuvo neutral para no alentar el «comunismo europeo».