Portada » Filosofía » René Descartes: Biografía, Filosofía y Aportes a la Ciencia
René Descartes (1596-1650) nació en La Haye, Francia, en el seno de una familia noble. Descartes recibió una educación religiosa en el colegio de Jesuitas en La Flèche, lo que le permitió adquirir una sólida formación escolástica, pero también en matemáticas, física, astronomía y filosofía.
Tras su etapa en La Flèche, Descartes obtuvo el título de Bachiller y de Licenciado en Derecho por la facultad de Poitiers (1616), y a los veintidós años partió hacia los Países Bajos, donde sirvió como soldado en el ejército de Mauricio de Nassau. En 1619 se enroló en las filas del Maximiliano I de Baviera. Por tanto, gran parte de su vida se desarrolló durante la guerra de los 30 años, en la que participó. Guerra que marcó su vida y acabó marcando el futuro de Europa en los siglos posteriores.
En 1637, ya cumplidos los 40 años, Descartes se decidió a publicar el Discurso del Método como prólogo a tres ensayos: Dióptrica, Meteoros y Geometría; agrupados bajo el título conjunto de Ensayos filosóficos. La expresión más esmerada de la filosofía de Descartes, no obstante, se encuentra en Meditaciones Metafísicas publicada en el año 1641. El libro, incluso en la tolerante Holanda, sufrió ataques muy violentos tanto de católicos como de protestantes; según los profesores de la Universidad de Utrecht, sus ideas eran peligrosas y conducían al ateísmo. Si no hubieran intercedido el embajador francés y el príncipe de Orange, Descartes habría sido perseguido.
Durante un tiempo y al final de su vida, mantuvo correspondencia con la reina Cristina de Suecia. Ella insistía para que se trasladara a Estocolmo, donde no sería molestado y además podría hablar con ella de temas filosóficos y ser su profesor. En 1649 Descartes aceptó la invitación, pero falleció a los pocos meses de estar allí, el 11 de febrero de 1650; no se sabe si por muerte natural o por envenenamiento. Los restos del filósofo, mutilados para obtener reliquias, no fueron devueltos a Francia hasta 1667. Durante un tiempo después de su muerte, sus obras formaron parte de la lista de libros prohibidos, el Índice.
La filosofía de Descartes tuvo un gran impacto en la filosofía moderna y en la ciencia, y sus ideas influyeron en filósofos como Baruch Spinoza, Gottfried Leibniz y John Locke. Su enfoque racionalista y su método de duda sistemática siguen siendo influyentes en la filosofía contemporánea, y su contribución a la ciencia se considera uno de los hitos más importantes de la Revolución Científica.
Si desde el punto de vista histórico el tiempo de Descartes es el siglo XVII, desde el punto de vista cultural su tiempo es el Barroco. Es esta una época cuyo tono general es pesimista. A este pesimismo contribuye en gran medida la confrontación teológica entre católicos y protestantes en la que Descartes participó. Sobre esta cuestión opina Bertrand Russell en su Historia de la Filosofía occidental que el cansancio intelectual que esta interminable guerra provocó, tuvo el efecto de desviar la atención de las mentes más brillantes.
Descartes tuvo miedo de que algunas de sus ideas pudiesen ser objeto de un juicio parecido y, por ello, decidió no publicar su Tratado del mundo. Sólo unos años más tarde, en 1637, publicó una parte de su obra científica, Dióptrica, Meteoros y Geometría, precedida, como introducción metodológica, por el Discurso del Método. Es probablemente el miedo que tiene a la censura el que le hace publicar esta obra de forma anónima.
Otro rasgo cultural interesante de esta época es la invención y desarrollo de la imprenta.
Desde el punto de vista filosófico, podemos decir que ya hacía algún tiempo que Dios había dejado de ser el centro de la preocupación filosófica como ocurría en la Edad Media. El ser humano se convierte en el objeto principal de la filosofía y, especialmente, los temas relacionados con el conocimiento. Este es el terreno en el que Descartes es considerado el fundador y principal representante de la corriente racionalista. Esta corriente toma como referencia la ciencia moderna (Galileo, Bacon, Kepler) y como modelo el método matemático.
Descartes formuló una teoría sobre el mundo físico (sustancia extensa) denominada mecanicismo que intenta explicar el mundo como una gran máquina y que será precursora de las concepciones materialistas posteriores como la de La Mettrie en su obra El hombre máquina.
Descartes propone un método para alcanzar el conocimiento verdadero, basado en cuatro reglas:
Para llegar a la certeza, Descartes propone la duda metódica, que consiste en dudar de todo aquello que no sea absolutamente evidente. Descartes distingue tres tipos de ideas:
Descartes considera que yo pensante no es perfecto, pero a pesar de ello posee la idea de perfección. Si tenemos conciencia de nuestra naturaleza imperfecta es porque sabemos en qué consiste una perfecta y nos comparamos con ella. Según Descartes, esta idea de perfección no puede provenir de nosotros, seres imperfectos; por lo tanto, tiene que haber sido una realidad divina, la que la ha hecho surgir en nuestras mentes.
La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad. Ahora que ya sé que existe una sustancia perfecta.
Con argumentos convincentes nos demuestra que la idea De Dios no es adventicia pero con otros menos convincentes nos demuestra que no es facticia. Para ahondar en la demostración de la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo argumento ontológico de San Anselmo, si bien reforzado, ya que para Descartes las ideas tienen una realidad indiscutible.
La esencia de Dios es inseparable de su gran propiedad, la existencia. La existencia es una cualidad necesaria de la perfección. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección como es la existencia.
Una vez que contamos con un criterio y que éste está garantizado por Dios, lo que de hecho significa que la sustancia infinita garantiza la capacidad de la razón humana para encontrar la verdad, siempre que utilice el método racional adecuadamente, el filósofo francés puede abordar la existencia de las realidades corpóreas.
Por otro lado, si el yo pensante y la materia son dos realidades o sustancias independientes.
El mecanicismo que se desprende del dualismo antropológico, (según el cual el alma es libre y el cuerpo se encuentra determinado por leyes mecánicas), tuvo implicaciones de todo tipo. En Descartes se da un dualismo antropológico importante, una escisión entre la materia y el espíritu.
Por otro lado, si la materia y toda la naturaleza se consideraba como una gran máquina, entonces la naturaleza queda a disposición y el servicio del ser humano. El ser humano puede hacer lo que quiera tanto con la materia como los con los animales, pues es su amo y señor, una postura alejada del ecologismo de nuestros días.
La filósofa María Zambrano, nacida en Vélez Málaga en 1904, fue una de las filósofas más importantes del siglo XX. No era habitual una mujer universitaria a principios del siglo XX. En España tenemos testimonios de la reivindicación de la educación de las mujeres desde el siglo XVII, cuando ya María Zayas denunció que a las niñas no se les enseñaba a escribir, sino que por el contrario se las enseñaba a hacer trabajos de casa. Cuando en 1931 la filósofa María Zambrano es nombrada profesora auxiliar de cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid a la edad de 27 años, se establece un hito en la historia de la educación de las mujeres en el siglo XX español. Su vida había transcurrido fuera de España después de la guerra civil, como la de tantos intelectuales no afectos al régimen de Franco.
La vida de la malagueña María Zambrano va a estar marcada, al igual que la de Ortega, por los acontecimientos de la primera mitad de siglo XX en España. Desde 1939 vive en el exilio en ciudades como México, Puerto Rico, París, Roma y Suiza. Muere en Madrid en 1991. En 1981 se le concede el Premio Príncipe de Asturias y en 1982 el de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Málaga, el de Hija predilecta de Andalucía en 1985 y Premio Cervantes de Literatura en 1988.
El pensamiento de Zambrano nos permite relacionarlo con el método de Descartes en la filosofía. En la filosofía occidental, el pensamiento racional surge del asombro ante las cosas y se cuestiona si las cosas y los sucesos son realmente como parecen. Esta duda puede recaer tanto sobre las cosas mismas como sobre el propio sujeto pensante. Descartes, a partir de esta duda inicial, busca encontrar certezas tanto en el objeto que nos rodea como en el propio sujeto pensante, estableciendo un orden y justificación en la razón.
Sin embargo, María Zambrano propone una perspectiva diferente. Ella critica la razón occidental cosificada y desconectada de las emociones. Para Zambrano, pensar implica no solo comprender intelectualmente, sino también experimentar y sentir. Ella propone una razón poética, que busca adentrarse en los objetos y establecer una conexión más profunda y emocional con el mundo. Zambrano considera que la razón occidental tradicional está contaminada y desprovista de emoción.
En resumen, tanto Descartes como Zambrano abordan el pensamiento racional, pero desde perspectivas diferentes. Descartes se enfoca en la duda y la certeza a través de la razón, mientras que Zambrano propone una razón poética que busca una conexión más profunda y emocional con el mundo.