Portada » Geografía » El Proceso de Urbanización en España: Un Recorrido Histórico
El proceso de urbanización está estrechamente ligado a la evolución histórica. Nuestras ciudades son el resultado de un proceso histórico en el que han intervenido diversas culturas, cada una dejando su propia herencia.
Esta etapa abarca desde la aparición de los primeros núcleos urbanos hasta los inicios de la industrialización en el siglo XIX. Se caracteriza por una urbanización escasa y se divide en varias fases:
Los primeros asentamientos prerromanos se remontan a los siglos IX y VIII a. C. Eran ciudades de pequeño tamaño, de las que principalmente se conservan restos arqueológicos.
La romanización fue muy intensa en la mayor parte de la península. La civilización romana, mucho más avanzada que las culturas anteriores, se implantó a través de:
La principal herencia del urbanismo romano fue el plano damero, vertebrado a partir de dos ejes principales. En el cruce de ambos se situaba el foro, centro de la vida urbana.
Con la llegada de la Edad Media, se experimentó un nuevo proceso urbanizador, influenciado por la confluencia de las culturas musulmana y cristiana, que dejaron dos herencias urbanísticas muy distintas:
Desde el siglo XV hasta la Revolución Industrial, el proceso urbanizador en España atravesó diferentes fases:
Con la nueva división territorial en provincias, que impulsó el crecimiento de las capitales, y el inicio de la industrialización, comenzó un nuevo proceso de urbanización.
La Revolución Industrial impactó en la distribución de la población y la estructura de las ciudades, que se convirtieron en focos económicos atrayendo población rural. Surgió el modelo urbanístico del ensanche. La Guerra Civil y la posguerra frenaron el desarrollo urbano.
A partir de los años sesenta, el crecimiento económico y urbano se aceleró, provocando un fuerte aumento de la población urbana debido al éxodo rural.
Desde 1980, los efectos de la crisis económica mundial se hicieron evidentes. Los servicios se convirtieron en el principal sector productivo. La ralentización afectó de manera desigual a las distintas áreas: las regiones más industrializadas fueron las más afectadas, mientras que las ciudades medianas y pequeñas experimentaron un crecimiento importante, especialmente aquellas con:
La mejora de las comunicaciones y el transporte, junto al deterioro de áreas urbanas, favorecieron el incremento de población mediante la «rururbanización», acelerando los movimientos diarios residencia-trabajo.