Portada » Latín » La República Romana en el Siglo IV a. C.: Transformaciones y Expansión
No había debate en la elección de los magistrados. Existía una campaña electoral en la que el candidato se diferenciaba de los demás porque pintaba su túnica con polvo de tiza, llamada toga candida, de la que deriva la palabra candidato. En épocas más antiguas, la asamblea elegía al magistrado, pero la mayoría de las veces era el magistrado saliente quien elegía al entrante. No lo hacía de forma directa, sino que lo avalaba ante la asamblea, en la que ejercía gran influencia.
Publilio pretendía convertir al Senado en el árbitro de la vida pública y que actuara como filtro, discutiendo todas las propuestas antes de llevarlas ante la asamblea. Se trata de una medida útil para la República dentro de la ideología romana.
Con estas medidas, se constituyó una nueva forma de lucha política. Los plebeyos accedían fácilmente a la nueva nobilitas y no encontraban barreras para entrar en las magistraturas e incluso en los sacerdocios públicos, que no solo cumplían una función religiosa, sino que también tenían influencia política. Estos sacerdocios se abrieron a la plebe en el año 300, permitiendo que los plebeyos pudieran ser pontífices. Como consecuencia, el tribunado de la plebe empezó a decaer hasta la época de los Graco, ya que no había necesidad de acceder al tribunado al tener acceso a las demás magistraturas.
Dentro de la nobilitas se constituyeron diferentes grupos o facciones. No se trata de partidos, sino de facciones que carecían de un programa a largo plazo y en el que todos sus miembros, con la misma ideología, querían acceder al poder y mantenerlo. No había división ideológica. Respondían al concepto de la amicitia.
Eran grupos de familias y amigos que se unían para obtener el poder. La amicitia funcionaba mejor cuanto mayor era el número de habitantes. Esto hacía que los grupos se abrieran a la participación de nuevos miembros. Esto era lo contrario a la etapa anterior, ya que la nobilitas era una clase abierta, no solo a los romanos, sino también a la aristocracia itálica.
La Roma del siglo IV era distinta a la del siglo V, que era una República de campesinos. En el siglo IV se abrió. La agricultura se expandió al amparo de la política militar. Cambió el régimen de ocupación del suelo y el de la propiedad. El comercio y la artesanía vivieron un gran auge, y los primeros años del siglo III fueron la época dorada de las clases medias campesinas. Se produjo un auge de estos elementos que proporcionaban estabilidad a la República.
Comenzó a extenderse el sistema de colonización a partir de la guerra romano-latina. Había dos tipos de colonias:
Con la guerra del 349, en la que los latinos se enfrentaron a Roma, el Lacio desapareció. Roma estableció tratados con cada ciudad. El derecho latino se extendió a ciertas fundaciones coloniales, por lo que el Senado, al fundar una colonia, decidía si se sometía al derecho latino o al romano. Así aumentaba la clase de campesinos que participaban en el ejército. Estas colonias se situaban en enclaves estratégicos desde el punto de vista militar, en regiones recién adquiridas con posibilidad de sublevación, por lo que actuaban como colonos soldados, ya que entre sus obligaciones estaba la militar. El ciudadano romano se convertía cada vez más en propietario para hacer frente a las guerras, por lo que el ejército se aseguraba el reclutamiento.
El problema del nexum siguió existiendo durante gran parte del siglo IV. Convenía mantenerlo para ser reclamado como medida electoral ante un problema que solucionar. Era algo anacrónico que no tenía razón de ser. Solo servía para fines oportunistas de algunos políticos. Fue abolido en el 326 por el comienzo de la guerra contra los samnitas, en la que se necesitaba tranquilidad social y más soldados que reclutar. Tampoco era rentable, ya que tras la expansión se desarrolló el fenómeno esclavista. Al entrar en contacto con las economías del sur de Italia, Roma se adaptó a su sistema de producción, aumentando el número de esclavos.
Uno de los aspectos nuevos que surgieron fue la moneda. Su origen es una cuestión debatida. La primera moneda de Roma se trata de emisiones esporádicas aisladas que se datan en el siglo IV. Comienzan siendo monedas de bronce con la cabeza de Apolo en el anverso y la inscripción romaion en griego. El público al que iba dirigida esta moneda era el griego, pero estaba amparada por Roma. La circulación se limitaba a la Campania.
Hacia el año 310 se produjeron las emisiones en plata, con una moneda que tiene en el anverso un elemento romano, a Marte, y una leyenda en letras latinas. Se trata de una emisión aislada y acuñada en Campania, que quizás tenga que ver con la construcción de la Vía Apia, que comunicaba Roma con Campania.
Con la guerra de Pirro se pasó a acuñaciones con una secuencia regular provocada por una mayor demanda de moneda como consecuencia de la guerra, por lo que se ven penetraciones de monedas en regiones sometidas a Roma.
En el 269 se acuñaron las primeras monedas romanas en Roma, el dracma, con Hércules en el anverso y la loba y los gemelos Rómulo y Remo en el reverso. A finales del siglo III se acuñarían los primeros denarios, que muestran la incursión de Roma en los circuitos económicos internacionales.