Portada » Lengua y literatura » Análisis de la Desesperación del Magistral en «La Regenta»
El Magistral, ante el hecho del adulterio de Ana con Don Álvaro, se desespera porque su condición de sacerdote le ata y le niega la venganza que le gustaría cobrarse contra su enemigo. Siente desprecio por Ana, a la que considera suya. Siente desprecio por sí mismo por no poder dar rienda suelta a sus sentimientos. Debe sufrir en silencio y disimular.
El tema gira en torno a la desesperación y el enorme sufrimiento que le causa el adulterio de Ana y su incapacidad e impotencia para reaccionar por su condición de sacerdote.
Es un fragmento descriptivo, es un monólogo interior.
El monólogo se desarrolla en un espacio real: el despacho de su casa.
No se recoge ningún acontecimiento que retrate el tiempo histórico; en cuanto al tiempo narrativo no hay datos, pero abarcaría unos minutos en los que las ideas y los pensamientos van discurriendo por su mente mientras está apoyado sobre el cristal de la ventana.
El Magistral: Aparece en el texto como fiel hacia la que considera su «mujer»; piensa que se ha entregado a ella totalmente y no merece su infidelidad. Se desprecia a sí mismo por verse atrapado en el sacerdocio: «Él era como un eunuco enamorado, una cosa repugnante, de puro ridícula…»
«Ana, que le había consagrado el alma, una fidelidad de un amor sobrehumano, le engañaba como a un marido idiota…» Se muestra vengativo y finalmente calculador y frío, puesto que acaba imponiéndose el interés, que en su caso, pasa por el disimulo: «No había más que un deber supremo, el disimulo…»
De Ana piensa que es su alma gemela; la consideraba distinta al resto; virtuosa y hermosa. Desprecia a Don Álvaro, de quien dice que es «idiota, carnal, grosero, fatuo, miserable hueco…»
La Madre: Aparece como autoritaria: «su madre al meterle por la cabeza una sotana le había hecho tan desgraciado… que él era en el mundo lo único digno de lástima»
Aparece un narrador omnisciente, en tercera persona: «El Magistral estaba pensando que el cristal helado que oprimía su mente parecía un cuchillo que iba cercenando los sesos»; se trata del estilo indirecto libre. El narrador es objetivo, imparcial porque en ningún momento juzga o deja ver su opinión; únicamente reproduce los pensamientos del Magistral con distancia.
La narración es lineal; vamos asistiendo a los pensamientos que van fluyendo de acuerdo a los últimos acontecimientos (infidelidad de Ana). El texto es descriptivo porque describe el estado de ánimo del Magistral después de enterarse de la noticia; no hay diálogo ni escenas narrativas.
Hay una relación entre la condición social e intelectual del Magistral y el registro culto que utiliza: fatuo, un mundo de plomo yacía sobre él, su madre estaría sobre él mesándose los cabellos…
Al inicio de la novela, Don Fermín de Pas sugiere a Ana Ozores que haga confesión general. Ella reflexiona en su habitación. Este hecho permite al narrador presentarnos el pasado de la protagonista en un salto temporal hacia atrás o flash back.
Una sensación física, el tacto de la sábana, provoca en el personaje de Ana Ozores la nostalgia de la madre y los hijos y sumerge al personaje en el tiempo perdido de su niñez. Este procedimiento de inmersión en el pasado, en busca de la prehistoria del personaje, pero abandonando la iniciativa a la propia conciencia del personaje y no a la palabra analítica del narrador, caracteriza toda la primera parte de la novela y en especial los capítulos tercero, cuarto y quinto para Ana, y los capítulos once, doce y quince para Fermín de Pas. En tan solo tres días de octubre (el 2, 3 y 4, más exactamente), que son el presente narrado de la novela, se acumula, sin embargo, el sedimento de los años. Clarín realiza aquí lo que se ha llamado la perspectiva del recuerdo, que consiste en la superposición temporal y significadora de presente y pasado.