Portada » Arte » Miguel Ángel: Genio del Renacimiento
Miguel Ángel, figura polifacética del Renacimiento, fue escultor, artista y genio. Influenciado por el neoplatonismo, veía la belleza del universo visible como reflejo de la belleza espiritual. La belleza humana también fue central en su obra, aunque con el tiempo, la belleza física efímera dejó de interesarle. Concebía la creación artística como una lucha entre la materia (el bloque de mármol) y la forma (la obra de arte). La obra emerge del bloque, que es a la vez su cuna y su prisión.
Su método de trabajo consistía en empezar por la cara frontal del bloque, dibujando la figura. Poco a poco, hundía su dibujo en la profundidad, haciendo emerger la obra. Refleja en su obra la espléndida belleza del cuerpo humano y sabe plasmar la profunda tensión interior, la «terribilitá». Muchas de sus obras quedaron inacabadas, en un estado conocido como «non finito». El mármol, trabajado mediante la técnica sustractiva, fue su material predilecto.
Nacido en Caprese, Miguel Ángel demostró una afición temprana al dibujo en Florencia. Se formó en el taller de los hermanos Ghirlandaio y en la escuela del jardín de San Marcos, donde dibujó las estatuas clásicas de la colección de Lorenzo el Magnífico, aprendiendo el secreto de los escultores antiguos. De este periodo destacan obras como La Virgen de la Escalera (1496). En su primera estancia en Roma, creó La Piedad del Vaticano. De regreso a Florencia, en 1504, esculpió el David.
En este periodo, se inicia la disolución del ideal del pleno Renacimiento, apareciendo tendencias manieristas. En Roma, bajo el encargo del papa Julio II, trabajó en el Mausoleo del Papa Julio II y en el Moisés. En Florencia, realizó la Capilla Medicea.
En su vejez, Miguel Ángel rompe definitivamente con el clasicismo del Renacimiento pleno. Su arte se acerca al manierismo, con una despreocupación por la belleza plástica, abandono del esquema compositivo clásico y una expresión dramática. Obras de este periodo son la Piedad de la Catedral de Florencia y la Piedad Rondanini de Roma.
La arquitectura renacentista se divide cronológicamente en tres etapas: Quattrocento (siglo XV), Cinquecento (siglo XVI) y Manierismo (segundo tercio del siglo XVI). Los arquitectos florentinos iniciaron el movimiento en la primera mitad del siglo XV, difundiéndose por Europa a principios del siglo XVI. Se inspiraron en los clásicos, pero no los copiaron. El centro artístico fue la Florencia de los Médicis, quienes actuaron como mecenas.
Características:
La escultura renacentista refleja la mentalidad antropocéntrica del Humanismo y la vuelta a la Antigüedad clásica. La figura humana es central, buscando la perfección y el conocimiento anatómico. Se buscaba la belleza idealizada, estableciendo las proporciones ideales del cuerpo humano y retomando el concepto de módulo.
Aunque la temática principal seguía siendo religiosa, también se representaron temas históricos y mitológicos. El retrato adquirió gran importancia, reflejando la exaltación del individuo. Se recuperó la escultura ecuestre. La escultura se independizó del marco arquitectónico. Los materiales principales fueron el mármol y el bronce. Entre los escultores destacados del Quattrocento se encuentran Ghiberti y Donatello. En el Cinquecento, destaca Miguel Ángel, junto con Benvenuto Cellini.